The Cure: Feligresía, nostalgia y pop británico
La banda de Robert Smith llegó a Ciudad de México en su 40º aniversario

Martes 8 de octubre, 2019
Foro Sol
La gira de The Cure del 2013 dejó el recuerdo de ser la única visita a Chile, un concierto extenso que en su pasada por Ciudad de México bordeó las cinco horas, todo un récord. El hito de esa jornada no mermó el anhelo de ver de nuevo a esta banda, la que agotó 65 mil ubicaciones a dos meses de otra presentación en el Foro Sol.
El año pasado, el grupo cumplió cuatro décadas con un concierto aniversario en Londres, luego editado y exhibido en cines de todo el mundo, con funciones incluso en Santiago. Este año se cumplen 30 años de "Disintegration", y ambos sucesos son motivo suficiente para una gira por Norteamérica que los consolida como una leyenda viviente.
Es este disco el que marca el repertorio, desde su apertura con ‘Plainsong’ y ‘Pictures of You’. A las 21 horas, aún miles de personas caían ante la puntualidad británica, que sin demora despliega esa melancolía que va y viene durante todo el concierto, una textura muy propia, un sonido que abarca algo más que una generación completa aquí reunida. Esa textura reluce en el bajo de Simon Gallup y los teclados de Roger O’Donell, cuya base junto a la percusión de Jason Cooper sonaron sin fisuras, una trama metálica, gótica e invernal, que toma vuelo en las guitarras de Reeves Gabrels y Robert Smith. Del vocalista, poco podemos objetar en su tono luego de 36 canciones y 40 años.
Más allá de lo técnico, el trasfondo de The Cure es individual. Su sonido evoca décadas donde los discos se escuchaban completos, en soledad, y quizá por eso esta banda tiene canciones de sobra. Decir que ‘Lovesong’ explotó en su potencia, que en 'Burn' una bandera mexicana encendió a todo el foro, o que 'Fascination Street' abrió un mini bloque de seis canciones casi sin respiro, con ‘Never Enough’, ‘Push’, ‘In Between Days’, cerrando con ‘Just Like Heaven’, que me hizo recordar la influencia que cae sobre Jorge González y ese cover de YouTube. Cada canción un hit, cada hit un recuerdo y en sinergia, una jornada de comunión. Todo feligresía, nostalgia y pop británico, en su esplendor.
Termina el primer bloque con ‘Disintegration’, y luego el bis abre con ‘Lullaby’. Es en los “encore” donde se puede deducir el nexo de The Cure con su público, que aquí abren la noche hacia un gesto único. Como ejemplo, tocar ‘The Caterpillar’ o ‘Hot, Hot, Hot’, aunque casi no quedan espacios para rarezas para esta discografía. Al revés, tocar ‘Friday I’m Love’ o ‘Boys Don’t Cry’ son ejercicios de memoria para los fanáticos que aquí se regocijan entre sus recuerdos. En dos pasadas, se extiende el set con quince canciones que llegaron a la medianoche. Cierran con 'Killing an Arab' como consagración de un vínculo. No es ésta una columna para describir un concierto de The Cure, sino apenas para retratar un momento de la historia de esta banda, que se impregna en cada uno de los que llegaron aquí a cantar ese dolor convertido en canción.
Juan Miguel San Cristóbal
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