¡Épica ceremonia imperial latino-escandinava con Emperor!
Una noche bajo el hechizo de un eplipse.

Por Francisco Ortiz Agudelo
El 15 de mayo de 2022 no solo fue el día del maestro. Fue la oportunidad para que el último bastión de la segunda ola del Black Metal mundial que no había pisado tierras colombianas, específicamente desde Noruega, lo hiciera con toda la pomposidad y majestuosidad que una agrupación icónica como es Emperor, lo hiciera.
Los más afamados Mayhem ya tocarían en Bogotá en varias oportunidades en las dos últimas décadas, incluso en Medellín ejecutarían completo su “De Mysteriis Dom Sathanas” hace no muchos años; Immortal haría lo propio a finales del 2011, y Satyricon casi un año después en el mismo recinto, el extinto teatro Metropol. Dark Throne no hace giras; Burzum y su creador estarían en prisión; Enslaved son descrestantes pero incluyen sonoridades más vikingas, poéticas y más surreales que sus contemporáneos; Gorgoroth debutó con disco full length pero casi a finales de los noventas; y Carpathian Forest nunca logró la misma notoriedad que sus compatriotas. Ya las demás bandas insignes del género serían suecas como Marduk, Dark Funeral o Dissection, incluso Bathory; o de otras latitudes como Master's Hammer, Cradle Of Filth o Behemoth.
¡Y voilá! Nos quedan los nórdicos de Emperor, quienes a pesar de estar inactivos intermitentemente como entre 2002 al 2004 o del 2008 al 2012, tienen un séquito de seguidores tan dedicados y famélicos por su música compuesta entre 1994 y el 2001, que se dan el lujo de seguir llenando recintos, coliseos y escenarios al aire libre únicamente interpretando canciones de sus dos primeros álbumes mayormente. ¿Díganme quién más en el Metal extremo underground hace año? Incluso en otras vertientes musicales, está difícil hallar una propuesta que se dé el lujo de hacer lo mismo.
Aplazado un par de veces por la pandemia –pero nunca con guiños de cancelación– un completamente vendido Royal Center daría comienzo a esta ceremonia imperial latino-escandinava. Luego de un par de horas de habilitación de acceso de ingreso a la audiencia, de una también venta soldout de la mercancía oficial disponible, y de un fluir imparable de cerveza Heineken por todos los ángulos posibles, a las 8:52 pm, los vikingos pisarían tarima para no dejar casi segundos de descanso por una hora y media; incluso se dan el lujo de que una de sus personas del crew los anuncie antes de comenzar a tocar estilo KISS.
No se hizo esperar la marea de celulares de quienes estaban listos para documentar el monumental comienzo, aunque en mi concepto, grabar el inicio de un concierto es más significativo por esa sensación de “estrén” o de “por fin” que por calidad, pues incluso los dos primeros cortes no sonaron tan limpios como el resto del setlist. Sin embargo es mucho pedir poca filmación de parte de hasta los más acérrimos metaleros blaqueros de culto: todos queríamos legitimar en video el fin de esta sequía de casi tres décadas de espera.
“In The Wordless Chamber” sería la única tonada del cuarto y último álbum de la banda “Prometheus”, al igual que “Curse You All Men!” del IX Equilibrium en toda la mitad del repertorio de 14 temas. Como segundo país de esta gira latinoamericana, el número y orden del setlist fue igual que al de dos días atrás en México. Ningún problema en ello: todas son hermosas y deslumbrantes. También, y probablemente la mayoría de los allí presentes, sabíamos que iban a desglosar todas las pistas de una de las joyas de la corona del gélido metal extremo escandinavo, el “Anthems to the Welkin at Dusk”, disco que con más misticismo, doble bombo, voces limpias y contenido lírico más complejo de interpretar, supera para muchos a su debut “Into the Nightside Eclipse”, del que tronarían también 5 cortes. “Let’s spped up things a little” decía Ihsahn al desatar “Ensorcelled by Khaos” como tercera canción.
Pero quiero describir un poco más lo que encarnó para muchos estar allí presentes el día de ayer. Pude sentir esa nostalgia en la atmósfera de que cada “metalhead” reconocía exactamente los momentos en que escucharon tales placas discográficas ya fuese en casete grabado de un original o copia, de CD adquirido en la época o del LP importado a mediados o finales del siglo pasado, o también cabe conseguidos recientemente en este nuevo boom de los vinilos y sus reediciones. Varias canciones fueron un viaje en el tiempo a través de la máquina Emperor a aquellas tardes de absorber de principio a fin aquellas grabaciones: solitarias horas de mirar los libritos de los discos compactos y sumergirse en unas de las propuestas más artísticas, épicas y enrevesadas de digerir en este estilo de música, pero al mismo tiempo eternamente más gratificante en cuanto a lo estas sonoridades solemnes puedan ofrecer. Vibrar al lado de mis compañeros universitarios de verdad que no tenía precio. Nos reíamos, hacíamos caras demoníacas como si fuéramos espectros acabados de ser liberados de unas cavernas; hacíamos veloces “air guitars” o “air drumming”en las espaldas u hombros del otro; coreábamos melodías y estribillos, “wujuuuu”,“hey, hey, hey”, estos vitoreos iniciados inclusive por Ihsahn; brindábamos con una fría en la mano sin escatimar el precio de ellas; nos mimetizábamos al unísono con nuestro hermanos metaleros, ya fuesen hombres o mujeres, en una euforia colectiva siniestra pero completamente nirvanesca, y que únicamente el Metal, especialmente el Black, puede ofrecer; nos ondeaban los cabellos de algunas chicas a nuestro lado mientras abrazaban o se dejaban abrazar de sus parejas; también hacíamos headbanging o voleo de cabeza, muchos otros de nosotros ya sin cabello pero igual inclinándonos y dejando el cuello casi a la altura de la cintura mientras los girábamos al tempo de las melodías, sabiendo que hoy no sería fácil caminar erguidos por las calles. Algunos un poco pasados de tragos tambaleaban al borde de desmoronarse, pero un elemento hipnótico y oscuro como que los mantenía suspendidos o de pie, aguantando hasta que terminara el recital. “Gracias por ser parte de esta experiencia” decía el vocalista/guitarrista frontman casi que despidiéndose.
Pero personalmente lo más destacado y bello es haber experimentado esa armonía con Emperor de lo que personificaban y equivalían sus composiciones en la actualidad, sabiendo que esas horas dedicadas a los noruegos en nuestros hogares en la intimidad de nuestras habitaciones, o asados de fin de semana, o parches de bares, etc, nos llevaron hasta este punto de desnudarnos en una catarsis colectiva que experimentamos los metaleros al unísono.
Eternos agradecimientos Emperor. Eternos agradecimientos Páramo. Eternos agradecimientos Rockaxis. Eternos agradecimientos amigos.
Fotos por Khris Forero galeria
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