Bill Orcutt: desde los bordes

Viernes 09 de diciembre de 2016, Espacio O, Centro de Arte Contemporáneo, Santiago
En poco más de una hora, Bill Orcutt impactó con volumen e intensidad el pequeño, pero preciso Espacio O del Barrio Lastarria. El guitarrista estadounidense lució su impetuoso y ensimismado estilo, ese que pareciera atravesar diversas corrientes fundacionales de su nativo país, y es que una decidida esencia blues emanó de gran parte de su creativa expresión. De su guitarra eléctrica, abstracta e inasible a su vez, desembocó una ejecución desarticulada, como desarmando su mencionada herencia, pero vuelta a forjar entre osados y originales elementos derivados del rock experimental y de la libre improvisación, de la creación espontánea y anímica.
Sus crudos acordes incluso exigían intempestivas y furiosas vocalizaciones que nacían del propio Orcutt. Galimatías que, a pesar del tiempo, siguen demostrando que el expresivo y ruidoso espíritu de su primigenia banda, Harry Pussy, continúa indemne. Su simpleza creó secciones ensordecedoras, rápidos y violentos arpegios que bosquejaban versiones reconstruidas de la incalculable Lonely Woman de Ornette Coleman y de la hollywoodense Somewhere Over The Rainbow, haciendo que Orcutt, siempre de ojos cerrados, recalcara sus preferencias musicales, mismas que terminan por diferenciarlo de la corriente europea de la guitarra experimental, gobernada por el influjo de Keith Rowe, Fred Frith y un siempre omnipresente Derek Bailey.
Quizá faltó la ejecución en guitarra acústica, instrumento con el cual Orcutt se conecta aún más con ese blues apresurado de Charlie Patton o de Blind Lemon Jefferson, ese cercano al country, o de los más modernos Max Ochs o John Fahey, y que hubiese completado la atmósfera en la que ya había avanzado la bella sutileza acústica del quinteto nacional Glorias Navales, ensamble en el que las cuerdas son las protagonistas en la obtención de un paisaje sonoro sensiblemente melancólico y contemplativo. Se extrañaron las bellas y complejas improvisaciones de Orcutt en guitarra de madera y a pies descalzos.
Lo que igualmente fue un privilegio, terminaría pasadas las diez de la noche y continuaría al día siguiente dentro del marco del Festival de Cine Social y Antisocial (FECISO) -principal impulsor de su visita a nuestro país-, y que se desarrollaría en plena Población La Victoria, comuna de Pedro Aguirre Cerda, dando cuenta de una personalidad que lo obliga a una permanencia natural dentro del acervo combativo del arte. Su invaluable destreza y resistencia hablan desde bordes casi anónimos, solo interrumpidos por una voz insurrecta, combativa. Una voz verdadera, el ruido feroz de lo auténtico.
Carlos Navarro A.
Fotos: Jorge López C.
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