Kuervos del Sur: Camino al cielo
Sábado 20 de agosto de 2016
Teatro Cariola
Kuervos del Sur se dio la vuelta larga. Citemos al fútbol con un ejemplo decidor: Eduardo Vargas, ídolo de la Selección Chilena, comenzó a saborear el triunfo hace unos pocos años, tras pulular incluso por Centroamérica. La constancia, el sacrificio y la confianza fueron elementos clave en la construcción del estatus del deportista. Cambiando de actividad, lo del grupo nacional ha tenido un camino lleno de dificultades, con un punto de inflexión producido ayer, en "El concierto más importante de nuestra carrera", como dijo el vocalista Jaime Sepúlveda Rojas.
Con un debut editado el 2009, su propuesta encontró eco en no pocos oídos, gracias a una preparación de un rock de raíz folklórica, un domicilio que pocos logran dominar de manera eficiente, gracias a la impronta potente de Los Jaivas, una sombra difícil de soportar. Lo vivido ayer en el Teatro Cariola fue el desenlace de una historia que fue creciendo exponencialmente, merced de una porfía resumida en una casi febril actividad en vivo (la agenda del grupo debe ser de las más copadas del rock nacional, y desde hace un buen tiempo).
Con todo, el recinto de calle San Diego no estaría lleno si el sostén musical no fuera el apto. Y si hace unos años las canciones de "Porvenir" eran excelentes, "El vuelo del Pillan" -el motivo de la reunión- es una continuación madura y rotunda de rock con nuestro idioma y nuestras costumbres, una confianza refrendada en que todas las canciones del elepé tuvieron su lugar en el concierto. Los cometas , Gaviotas y Colibrí encierran conceptos que apuntan la mirada a la bóveda celesta y algunos de los grandes anhelos de los humanos: volar.
Pese a la sincronía existente entre estas canciones y el público -la mayoría coreaba el material recién publicado-, la pulcritud alcanzada en el estudio no fue alcanzada en su plenitud sobre la tarima. En varios momentos el bajo no se escuchaba, situación vivida en los teclados. Sin embargo, la fuerza desatada sobre el escenario era capaz de sortear cualquier obstáculo: la guitarra de Pedro Durán Rojas seguía los hilos musicales, mientras que la batería de Gabriel Fierro asomó como una digna heredera de la escuela de Gabriel Parra; el charango eléctrico de Jorge Ortiz levanta sonidos ancestrales y la excelente voz de Jaime Sepúlveda Rojas es una fuerza desatada de la naturaleza, incontrolable, poderosa. El indio y Hasta poder respirar fueron interpretaciones llenas de emoción, desde las entrañas (y la raíz), llevándote a las alturas. Incluso hizo olvidar que Águila sideral fue grabada originalmente por Los Jaivas. Impresionante, conmovedor y de alto vuelo.
Jean Parraguez
Fotos: Jorge López
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