No Fun At All: No me detengas ahora

Blondie. Miércoles 5 de abril
Son las 22.30 horas. Es miércoles 5 de abril. Sobre el escenario de la Blondie se encuentra tocando No Fun At All. Ha transcurrido cerca de media hora de show y por más que el aire se haga algo denso y pesado, nada detiene a ese círculo de gente que no para de girar desde que Funny comenzara a sonar por los parlantes de la Blondie. Go gritaron al unísono las cerca de cuatrocientas personas que se encuentran en el recinto emplazado en la Alameda junto al vocalista del grupo sueco, Ingerman Jansson, para luego formar un circle pit que se acrecentó cuando se escuchó Suicide Machine, uno de los clásicos de The big knockover (1997), seguido de Mine my mind, tema del último disco del grupo, Low Rider, publicado nueve años atrás.
El pit es intenso y no se detiene en ningún instante. A ratos c uesta correr, porque es mucha la gente que está girando. No importa chocar con otros, ni recibir algún involuntario golpe. Da lo mismo el cansancio. Da igual caerse, porque siempre hay manos solidarias que te levantarán. Todos los que están ahí saben que la única respuesta para las aceleradas canciones que toca el quinteto de Suecia a un ritmó frenético, y que suenan más veloces que en los discos, es correr. Correr y no detenerse jamás.
El éxtasis desatado desde el momento en que los oriundos Skinnskatteberg salieron a escena es tan grande que la gente no se da el tiempo para descansar. Los temas se suceden y repasan toda la discografía de los suecos, centrándose principalmente en su etapa más exitosa: los 90. Perfection, Growing old, growing cold, Should have known y Lose another friend son algunas de las canciones que se escuchan. Sobre el escenario la banda comandada por Ingerman tampoco se contiene. Por más que sus rostros desgastados ahora se cubran de arrugas y que sus cabelleras dejen entrever incipientes canas, se desenvuelven con la misma fuerza y pasión que hace dos décadas atrás. Nada los detiene.
En la barricada que separa el escenario del público un guardia con frondosa barba intenta frenar a la gente que hace crowd surfing. Por más que trata de atajar a los fanáticos no puede. Un compañero de él, con una agresividad injustificada se suma a auxiliarlo. Intenta atrapar a un muchacho que lleva algunos segundos encima de la gente y tampoco lo logra. En el forcejeo su polera termina rajada y con una agresividad aún mayor y totalmente condenable, porque su rol ahí es evitar los problemas y no generarlos, reparte golpes de puño a diestras y siniestras. Aun así, no logra intimidar a los enfervorizados seguidores que sucesivamente cruzan la barrera rumbo al escenario para compartir por algunos segundos el micrófono con Ingerman. No pueden detenerlos.
Suena Wow and I say wow y el pogo incrementa sus proporciones. Es una locura lo que se vive en medio de esa masa humana. Cada tema genera una potente respuesta por parte del público, especialmente los de No Straight Angle (1994), como Strong and smart, Evil worms y Happy for the first time. Out of bounds es coreado por todas. Catch me running round pone fin a la primera parte del show, ampliando el descontrol. Catch me running round, don t you stop me now, se escucha con fuerza en la Blondie.
Tras abandonar el escenario por algunos minutos, y luego de los gritos de un público que se resiste a que la noche llegue a su final, los suecos retornan al escenario para despedirse con artillería pesada: Believers, Wheres the truth, Your feble mind y Beat em down. Pareciera que ya no quedan energías para más, pero un cóver de Misfits, Where eagles dare, aclara que esto aún no ha terminado. Master celebrator seguida de una furiosa versión de Alcohol, tema original de Gan Green, cierran una de esas jornadas que siempre dará gusto recordar.
Pese al paso de los años, a que desde 2008 no graben nuevo material y a que el presente de la banda sea más bien un hobbie y no un trabajo a tiempo completo, como lo han dicho en innumerables ocasiones, si algo dejó en claro No Fun At All es que todavía se desviven por el punk al igual como lo hacían a fines de los 80 y comienzos de los 90, cuando influenciados por grupos como Black Flag, Circle Jerks y Bad Religion decidieron formar una banda. Desde ese entonces nada pudo detenerlos.
Tampoco nada ha podido detener a Vadca, que desde 1994 expele su rabia con rápidas canciones. Han pasado por distintas etapas, algunas exitosas, otras no tanto, pero a pesar de las adversidades siempre están presentes en los circuitos subterráneos para hacer lo que mejor saben: tocar hardcore punk. Ayer, tal como en el 2000, compartieron escenario con los suecos, realizando una correcta presentación, la cual mereció un marco mayor de gente.
Así como a los integrantes de Vadca, que llevan décadas deambulando por el underground, en el público se ve a mucho treintañero que comenzó a ir a tocatas hace 15 ó 20 años atrás. Son rostros conocidos y que suelen repetirse en los mismos lugares. El grueso de la gente que está ahí superó la adolescencia hace rato, pero aún mantiene intacto los vínculos que los unen con el pasado, época en que a través del punk encontraron una válvula de escape para distanciarse de la vida convencional.
Muchos siguen andando en skate, tal como cuando eran quinceañeros. Otros aún deambulan en pequeños bares o okupas gritando su disconformidad. Quizás algunos ya se han visto absorbidos por la adultez, por la vida rutinaria, por la monotonía, pero aún conservan intacto ese refugio en el cual pueden abstraerse de la monotonía y conectarse durante algunas horas con esos tiempos rebeldes y llenos de disconformidad que los llevaron a escuchar punk. Así fue hace 15 ó 20 y así seguirá siendo siempre. Porque como dice No Fun At All: No me detengas ahora. Dont you stop me now.
José Pedro Rossel
Fotos. Juan Maralla
Tags
Ultimos Contenidos
''The Harmony Codex'': escucha el nuevo álbum de Steven Wilson
Lunes, 02 de Octubre de 2023