The Get Up Kids: Postales ineludibles

Jueves 31 de agosto. Domo San Diego.
Matt Pryor siempre ha mirado de reojo las etiquetas. Y eso no cambió en el vibrante debut de The Get Up Kids en Santiago. Acostumbrado a las audiencias más templadas, el tipo no escondió su incomodidad con los fans más extasiados arriba del escenario, al punto de partirse un labio con un micrófono durante uno de los (continuos) stages dives efectuados en el show. Fuera de ese incómodo momento, el resto fue solo mutua gratitud, bastaba ver cómo subía la entrega de la banda ante la eufórica postal amplificada a medida que el show avanzaba.
The Get Up Kids se debe a su pasado y eso lo percibe prácticamente todo el grupo, salvo Matt. No es que Pryor desentone, pero su postura dista mucho de la vibra de su partner, Jim Suptic. La partida con Holiday fue un masivo karaoke que estremeció a todos los músicos. ¿Hace cuánto no tenían una respuesta de ese tipo? Las expresiones de sus caras lo decían todo El guitarrista animó en todo momento la velada, también nuestro compatriota (!!!) Rodrigo Palma, bajista de Saves The Day, que incluso tuvo que retomar su español para ayudar a Matt, algo complicado con los más prendidos que se subían al escenario.
Efectivamente, discos como On A Wire fueron una férrea respuesta hacia el emo más contemporáneo en este siglo, pero no hay nada que hacer: Stay Gold, Poniboy o Woodson desatan una total locura, cada canción era un descarnado homenaje a las historias personales del público que repletó el Domo de San Diego. Se sentía cierta tensión entre Matt y Suptic, de hecho, la guitarra de Jim no sonaba casi nada y, aparentemente, andaba con unas copas de más, pero nada de eso influyó para desentonar esta fiesta generacional.
Ayer quedó clara la conexión y peso de The Get Up Kids para el circuito chileno y el correctísimo show de Sin Perdón fue un botón de muestra: esa misma sensibilidad pop profesada por los protagonistas de la cita, ha sido ejercitada con destreza por la longeva banda nacional que hace rato cuenta con un show compacto y aceitado; por otro lado, qué bien suena Red Letter Day y cómo ha impactado el manual de los de Kansas a bandas repartidas en todo el mundo, aparte de hallar un complemento súper interesante con el repertorio más indie (Walking On A Wire).
Los momentos más gloriosos eran súper esperables y son el reflejo mismo de una banda versátil y atrevida como The Get Up Kids: no tienen empacho en homenajear, sin exagerar en la parodia, a The Cure (Close To Me) o los tan infravalorados Replacements (Beer For Breakfast), pero la mayor fortaleza está en esos cambios, casi sensoriales, provocados en la desgarradora Out Of Reach que sacó lágrimas a los melosos o la regresión punk de Shorty, batatazo del imprescindible Four Minutes Mile, un disco de ineludible valor formativo. The Get Up Kids selló años de romance con un circuito pasional y entregado, tanto como sus creaciones más celebradas. Qué reencuentro.
Fotos: Gary Go
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