Partir con el pie derecho

Marzo del 20008. Foals debuta en formato largo con "Antidotes". La prensa británica los asocia con Klaxons y, al otro lado del charco, Pitchfork los compara con Bloc Party. Ahora parecen comentarios fuera de lugar, considerando que el grupo llegó más lejos en cuanto a exploración artística y alcance comercial que la mayoría de sus contemporáneos, pero había lógica detrás de ellos. Con el tiempo, los liderados por Yannis Philippakis demostrarían tener sustancia de sobra para sortear el paso de los años y las tendencias, pero la verdad es que, en su momento, no tuvieron problemas en subirse al carro de la victoria de la new rave. Resultaba una estrategia legítima porque no requería falsear nada. Foals ofrecía justamente lo que el mercado buscaba: música bailable hecha con guitarras. 

El primer disco de la banda fue recibido con expectación. Tanto Philippakis como el batero Jack Bevan venían de tocar en The Edmund Fitzgerald, un proyecto math rock de culto con seguidores muy comprometidos. Además, sus primeros singles tuvieron arrastre entre los enterados a cargo del hype. Antes de que se publicara "Antidotes", Foals apareció en un episodio de la entonces popular serie adolescente "Skins" presentándose en una fiesta. En la vida real, los eventos DIY en recintos clandestinos fueron sus primeros escenarios. Por todo Oxford corría la voz sobre lo eufóricos que podían llegar a ser en directo. Se cuenta que una noche, durante una tocata casera demasiado encendida, los asistentes derribaron el muro de la cocina golpeándolo con extintores.  

Tenían calle y también integridad. Trabajaron "Antidotes" con Dave Sitek de TV on the Radio, uno de los productores más solicitados de la década pasada, pero no sintieron ningún empacho en decir públicamente que su mezcla del disco les había parecido mala y la rechazaron. Tampoco les interesaba envasar su buen cometido en vivo grabando un concierto sin audiencia: preferían ampliar las posibilidades del grupo y usar el estudio como otro instrumento más para darle nuevas dimensiones a su repertorio. En otro gesto desafiante, dejaron fuera del álbum sus primeros sencillos, Hummer y Mathletics , que muchos esperaban encontrar en el tracklist. 

La irrupción de Foals se debió, en gran medida, a la personalidad de Philippakis, magnética para los medios ingleses, históricamente fascinados por los debutantes de carácter fuerte. Si bien no llegaba a los niveles de arrogancia de Liam Gallagher, Ian Brown o Alex Turner, llamaba la atención por la aspereza de su forma de ser. Hijo de un griego y una sudafricana, Philippakis no tenía modales típicamente ingleses y era un tipo ciertamente difícil. En entrevistas de la época, habla de sus conflictos con la imagen paterna, sus consiguientes problemas con las figuras de autoridad y sus disfuncionales relaciones humanas. Hoy en día, cree que su actitud tan directa es lo que mantiene vivo al grupo: "Seguimos juntos porque discutimos. No puedes ser delicado si quieres hacer algo bien". 

La más notoria señal del temperamento de Philippakis se encuentra en "Antidotes", en cada segundo que transcurre desde The French Open hasta Tron . Dentro del disco hay una serie de decisiones que responden a su visión estética, y la principal es su empecinamiento en desarrollar un estilo difícil de resumir en pocas palabras. Se habló de math rock para definirlo, pero el concepto quedaba corto ante las citas a la música electrónica, sobre todo al tecno, así como las referencias al minimalismo de Steven Reich. Más complejo se hacía el etiquetado con la adición de elementos afro. Así como Paul Simon, Vampire Weekend o Talking Heads, Foals también posó su atención en los sonidos de la cuna de la humanidad, presentes en los cinco temas que cuentan con los bronces de Antibalas, futuros acompañantes de Bruno Mars en Uptown Funk , abiertamente inspirados por Fela Kuti. Entre guitarras entrelazadas y diseños angulares, la banda inició su carrera con el pie derecho a través de un disco que todavía despunta por su vitalidad. 

Andrés Panes

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