Dream Theater: el virtuosismo a través de los años

Puede gustarte o disgustarte, así de simple. La agrupación nacida en Berklee no tiene medios tonos, pues su música siempre ha estado un paso más allá en el mundo del metal progresivo, atrayendo la atención de millones de fanáticos, pero también provocando encontrones en aquellos que se marean con el excesivo virtuosismo. Es que es cierto, los norteamericanos sorprenden en cada una de sus ejecuciones, congeniando una discografía que costa de obras monumentales, así como también algunos traspiés que igualmente guardan joyitas dignas de destacar. Y si, también es verdad que del sueño que tuvo Portnoy, Myung y Petrucci no queda tanto, pero hoy la agrupación se mantiene firme en un trono que ha sido imposible de igualar. De hecho, el estilo de Dream Theater es tan único, que vive en la interpretación de algunos de los mejores músicos que ha tenido la historia del arte sonoro. Señores, tomen asiento, pues es tiempo de analizar la discografía del “Teatro de los Sueños.”

 

15.- The Ashtonishing (2016)

 

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El mayor pecado de este álbum es que se escapa de la normal creación de los discos de Dream Theater. Petrucci, en la porfía de llevar a cabo un proyecto que tenía por años, convenció a sus compañeros de ayudarle a hacer realidad un álbum que estaba totalmente ideado por el virtuoso guitarrista. Extremadamente largo (dos álbumes), falto de metal más duro (siempre presente de uno u otro modo en los discos) e incluso repetitivo (con intros que funcionaban como especies de “trailers”), el disco “asombroso” resultó no serlo tanto, provocando una serie de críticas de algunos que buscaban canciones, más que un aletargado proyecto conceptual. Sin embargo, es aquí donde sorprendió el desempeño del siempre vilipendiado James LaBrie, que esta vez fue uno de los puntos más altos, gracias a su tremendo color vocal e interpretación de múltiples personajes. ‘The Gift Of Music’, ‘Brother, Can You Hear Me?’  y la tremenda ‘Hymn Of A Thousand Voices’, son solo algunos destellos de una obra muy incomprendida, que si se revisa a fondo (acompañado de mapas, dibujos de sus personajes y otros detalles), puede ser disfrutada tal cual lo esperó John Petrucci.

 

14.- A View from the Top of the World (2021)

 

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El último disco sorprendió a muchos de los fanáticos que ya estaban perdiendo la fe en Dream Theater. El quinteto regresó con un mix de canciones más pesadas y otras que recordaban la época más clásica del conjunto. Sin embargo, el álbum carece de himnos y climax soberbios como los de otros álbumes, por lo que ese entusiasmo de las primeras escuchas se fue desvaneciendo con el tiempo. Quizás sea muy pronto para juzgarlo frente a sus pares, pero por lo mismo no se ha ganado el cariño de los oyentes como otras producciones que llevan mucho más tiempo. ¿Otras cosas a destacar? Claro, por ejemplo, este es el primer disco registrado en los estudios de banda, haciendo que el disco suene más honesto y orgánico que sus antecesores; no obstante, el trabajo de LaBrie se hizo de manera remota, acudiendo al estudio sólo para las semanas finales de producción. Y es eso lo que parece que falta en la banda: alma, pues últimamente Dream Theater se ha transformado un trabajo de oficina para sus integrantes.

 

13.- Distance Over Time (2019)

 

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Una de “las gracias” de este álbum es que Dream Theater volvió a los sonidos más pesados; cosa que no sería ninguna virtud años atrás, pero que tras “The Ashtonishing” logró revivir en algo la llama de los fanáticos. El disco tiene un tracklist muy perfectible y quizás es demasiado “simple” para los acostumbrados oídos de sus seguidores, pero también guarda joyas espectaculares como ‘Barstool Warrior’, ‘At Wit’s End’ o la extensa ‘Pale Blue Dot’, para algunos, la última gran obra del conjunto. De hecho, si tuviéramos que resumir el disco en pocas palabras, es una producción poco atrevida, pero que retoma el camino en canciones de menor minutaje y asegura su tránsito en fórmulas preconcebidas. Pese a todo, el día de su lanzamiento, el disco se logró encumbrar en el primer lugar de la lista de los 100 mejores álbumes de iTunes, toda una proeza a esta altura de su carrera.

 

12.- Dream Theater (2013)

 

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Bautizar una obra con el nombre de la banda no es cualquier cosa, por lo que cuando un grupo decide hacer un álbum homónimo es porque sus integrantes deben estar muy seguros de que dicha producción representa de manera perfecta lo que es el proyecto musical… y fue justamente ese el problema de este disco. “Dream Theater” se presenta como una forma de decir “hey, seguimos presentes sin Mike Portnoy”, pero lo cierto es que muchos fanáticos aún se cuestionan si en verdad tienen razón. El álbum tiene muy buenas canciones, como ‘The Enemy Inside’, ‘The Looking Glass’, ‘Enigma Machine’ o ‘Illumination Theory’; en serio, el disco es bastante bueno en lo musical, pero en lo discursivo tiene un serio problema, pues no era el momento de llamar un álbum con el nombre de la banda, más aún cuando la herida de la salida de Portnoy aún estaba muy abierta.

 

11.- Systematic Chaos (2007)

 

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Tras la celebración por los 20 años de la banda, encapsulada en el registro en vivo “Score”, Dream Theater se volcó a trabajar nuevamente en una obra de proporciones épicas que siguiera uniendo los estilos que mejor los definen en su primera entrega para Roadrunner Records. Las secciones dramáticas de ‘Repentance’, parte de la aclamada Suite de Doce Pasos, traen a la mesa un progresivo profundo e introspectivo; mientras que ‘The Dark Eternal Night’ o ‘Constant Motion’ encaran un metal con ganas desesperadas de ser moderno. Creada como una sola pieza de 25 minutos, ‘In The Presence Of Enemies’ está pensada para satisfacer a los hambrientos de canciones largas y complejas, pero su división en dos partes para abrir y cerrar el álbum altera esa ambición. Es indudable que este noveno escalón discográfico del quinteto llegó en un momento de “hype” total, en el que tanto el público como la prensa esperaban una obra maestra en cada lanzamiento y, lamentablemente, “Systematic Chaos” no cumple con esa exigencia. No es un disco deficiente, pero tampoco se caracteriza por dejar instancias musicales memorables. Mucha indulgencia, poca proposición.

 

10.- When Dream and Day Unite (1989)

 

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Los amigos del instituto Berklee (Mike Portnoy, John Myung y John Petrucci) se formaron en 1985 bajo el nombre de “Majesty”, inspirados por la canción ‘Bastille Day’ de Rush, una de sus principales influencias junto con Fates Warning, Queensrÿche, Iron Maiden y Metallica. Con la llegada de Kevin Moore todo tomó forma y solo faltaba el vocalista, para lo cual optaron por Charlie Dominici, un cantante con experiencia y que reemplazó al primer vocalista de la banda, Chris Collins. Ficharon por Mechanic Records y por un problema legal con el nombre, lo cambiaron por Dream Theater a sugerencia del padre de Portnoy. A pesar de que grabaron la placa en los estudios Kajen/Victory en Gladwyne, Pennsylvania, lugar donde se grabó el brillante “Operation:Mindrcime” de Queensrÿche y que contaron con el productor Terry Date, que luego se haría famoso por sus trabajos con Pantera, White Zombie, Deftones y Soundgarden, el disco debut de Dream Theater tiene un sonido horrible y liviano, sin cuerpo, a pesar de contener grandes canciones como ‘A Fortune In Lies’, la genial instrumental ‘The Ytse Jam’, ‘The Killing Hand’ y ‘Only A Matter Of Time’. El otro escollo que presenta el álbum es que la voz de Dominici no logra hacerle real justicia a la calidad del material, quedando claro que no era el indicado para la banda. Así y todo, musicalmente el disco muestra la genialidad que ya tenían en esa época los cuatro instrumentistas y que de contar con un sello que apostara firme por ellos, sin duda podrían conseguir algo grande.

 

9.- A Dramatic Turn Of Events (2011)

 

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Tras la salida de Mike Portnoy, Dream Theater debía demostrar que aún podía seguir adelante sin uno de sus fundadores y miembros más carismáticos. Los fanáticos estaban absolutamente divididos entre quienes sentían que el baterista estaba llevando a la banda por sonidos muy pesados, mientras que los otros no concebían al grupo sin el muchas veces premiado por ser el mejor del mundo en su instrumento. El reemplazante no era ningún desconocido, Mike Mangini tenía una difícil tarea, pero lo fue consiguiendo con el tiempo, aunque sin lograr la popularidad de su antecesor. Pese a los problemas extra musicales, el álbum cuenta con canciones realmente impecables, como el gran comienzo con ‘On The Back Of Angels’, ‘Bridges In The Sky’ o -la mejor de todas- ‘Breaking On Illusions’, quizás una de las grandes composiciones de toda la carrera del conjunto. En resumen, un disco bastante dispar, con momentos épicos, pero con vacíos que no convencieron del todo a la totalidad de los fanáticos sobre el real estado de Dream Theater para continuar el camino bajo la sombra de Portnoy.

 

8.- Black Clouds & Silver Linings (2009)

 

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Quizá no es uno de esos discos que pasará a la historia del género como uno de los más relevantes, pero sí es especial para Dream Theater por varios motivos: ‘The Shattered Fortress’ viene a concluir la “Suite de Doce Pasos” de manera brillante, parecen revitalizados de entrada con una ‘A Nightmare to Remember’ que golpea directamente en la cara e incluye las voces de un inspirado Portnoy que saca a relucir los lados más agresivos de su garganta y que contrasta con la delicadeza de ‘Wither’, en la que se une a LaBrie en una balada bien construída y con una armadura sónica bastante resistente. Las emociones siguen al máximo en ‘The Best of Times’, un homenaje al padre del baterista que había fallecido un poco antes de que se editara el disco, ‘A Rite of Passage’ inspirada en la francmasonería con un coro ganador pensado en el mainstream y ‘The Count of Tuscany’, que con sus 19 minutos y 17 segundos dejan para la posteridad un viaje impredecible por los rincones musicales que la banda sabe explotar tan bien: melodía, caos, complejidad y movimientos metálico-progresivos que por momentos saludan a sus mayores inspiraciones. “Black Clouds & Silver Linings” no sólo es el último paso de Portnoy con la banda, es el cierre de un ciclo importante que sentaría las bases para abrir toda una nueva etapa en la historia de estos gigantes del metal progresivo, pero sin uno de sus motores creativos en sus filas.

 

7.- Six Degrees Of Inner Turbulance (2002)

 

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Decir que “Six Degrees Of Inner Turbulance” es un disco complejo parece una redundancia cuando hablamos de Dream Theater, pero esta afirmación va más allá de la pura apreciación musical. Las dudas internas, la salud mental y el comportamiento autodestructivo son los temas que nutren a este monstruo de dos cabezas, reflejados en ‘The Glass Prision’, el comienzo de la “Suite de Doce Pasos” en la que Portnoy aborda sus problemas de alcoholismo y que se extendería durante varios registros. ‘Blind Faith’, ‘Misunderstood’, ‘The Great Debate’ y ‘Dissapear’ completan un primer disco que ya imponía todo un desafío sonoro, incluso para los más fanáticos, y que tendría su máxima exigencia con el segundo disco, una suite de 42 minutos titulada ‘Six Degrees Of Inner Turbulance’, dividida en ocho movimientos. Tras golpear la mesa con uno de sus mejores discos, el gran  “Metropolis Pt. 2: Scenes from a Memory”, Dream Theater se reta a sí mismo con una publicación mastodóntica, impredecible y extravagante que nos entrega varios grados de turbulencia interna.

 

6.- Train Of Thought (2003)

 

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Para una banda que siempre ha tenido dos almas, como Dream Theater, a veces es bueno que una de ellas tome mayor control sobre la otra. En el caso del séptimo registro del combo estadounidense, el metal avanza hacia una posición de mayor jerarquía en la propuesta, proponiendo riffs más pesados y oscuros, lo que queda bastante claro desde el inicio con ‘As I Am’ y ‘This Dying Soul’. A pesar de que ‘Endless Sacrifice’ tiene momentos de tensa calma o de la corta intervención de una orquestada ‘Vacant’, ‘Honor Thy Father’, ‘Stream of Consciousness’ e ‘In The Name of God’ entregan ráfagas de distorsión fulgurante que se escribieron en solo tres semanas, lo que explica su urgencia, eficacia y frescura, sin dejar de lado las complejidades propias de su huella sonora, marcadas a fuego por los solos más finos de Petrucci. Si bien es un favorito de varios precisamente por contundencia, “Train Of Thought” representa un Dream Theater que juega a ser una versión enrevesada de Metallica, lo cual es una crítica un tanto ácida para un disco que deja varias perlas para la posteridad y que entra fácilmente en el top 10 del catálogo del quinteto.

 

5.- Octavarium (2005)

 

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Si “Train Of Thought” había sido el “desvío metalero” de DT, era tiempo de volver al centro en “Octavarium”, un disco que estaba destinado a tranquilizar a la sección progresiva de la fanaticada, sin perder a los metaleros que se había dejado seducir por tan portentoso antecesor. Hay para todos los gustos. ‘The Root of All Evil’, ‘Panic Attack’ y ‘Never Enough’ combinan de manera exquisita la pesadez y las secciones rebuscadas con buenas melodías, mientras que ‘These Walls’ y ‘Sacrificed Sons’ se encargan de dejarnos ver su lado más progresivo, incluso llegando hasta elaborar un azucarado corte ideal para la radio como ‘I Walk Beside You’. La guinda de la torta, eso sí, es la homónima ‘Octavarium’, 24 minutos de pura exquisitez metálica-progresiva que hay que apreciar en toda su majestuosidad, y que mira de frente a obras apoteósicas de los 70’ como ‘Supper’s Ready’ de Genesis, ‘Tarkus’ de Emerson Lake and Palmer o ‘Close To The Edge’ de Yes. Imposible pasar por alto que gracias a este octavo registro los tuvimos por primera vez en Chile, en uno de los conciertos más multitudinarios de su carrera y que se inscribió con fuego en la historia de la música en vivo en nuestro país. “Octavarium” es un disco que mejora con los años y ese cariño a esta obra llena de detalles lo hacen merecedor de un honorífico puesto número cinco en nuestro ranking.

 

4.- Falling Into Infinity (1997)

 

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Al momento de comenzar a trabajar en este disco, Dream Theater vivía un momento de crisis interna con la presión del sello discográfico por tener mejores resultados comerciales, por lo que mandaron al productor Kevin Shirley (Journey, Iron Maiden, Rush) a hacerse cargo del proyecto, contratando además al famoso “hitmaker”, Desmond Child, para ayudar a la banda con la composición. El grupo nunca se sintió cómodo con Child y de su trabajo conjunto sólo quedo una canción, ‘You Not Me’ (gran tema por cierto). Derek Sherinian (Kiss, Alice Cooper) se hizo cargo de los teclados y le dio un “approach” más rockero a su participación con las teclas, sin el sentimiento que le imprimía Moore y sin el virtuosismo que incorporó Rudess después. Pero a pesar de todo ello, el disco se disfruta de principio a fin, con composiciones más radiales y grandes temas fáciles de digerir como ‘New Millenium’, ‘Peruvian Skies’, la gran balada ‘Hollow Years’, la rockera ‘Burning My Soul’, la fantástica ‘Lines In The Sand’ (con la participación vocal de Doug Pinnick de King’s X) y la que cierra, ‘Trial Of Tears’, dividida en tres partes. Puede que el disco sea un poco denostado por una fracción de la fanaticada de DT, pero algo es cierto, este álbum ayudó a que la banda se perpetuara en el infinito y ha sido “redescubierto” por mucha gente con el paso de los años, quizás algo cansados del excesivo virtuosismo actual.

 

3.- Awake (1994)

 

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Dream Theater continuaba su proceso de crecimiento agigantado en la escena brindando otra obra maestra de un calibre estelar con “Awake”, una placa que llegaba hasta los 75 minutos de música, pero sin decaer nunca en su nivel de inspiración a lo largo de todo el álbum, el que fue grabado de forma detallista y genial por la gran dupla de John Purdell y Duane Baron (responsables también del grandioso “No More Tears” de Ozzy). De esta forma y con canciones soberbias como ‘6:00’, ‘Caught In A Web’, la gran balada acústica ‘The Silent Man’, ‘The Mirror’, ‘Lie’ y ‘Space-Dye Vest’, los nombres de James LaBrie, John Petrucci, John Myung, Kevin Moore y Mike Portnoy quedaban grabados a fuego como la mejor y más querida formación del “Teatro de los Sueños”. Lamentablemente, este álbum y su posterior gira fueron las últimas actividades del tremendo tecladista Kevin Moore como parte de la banda, quien nunca se sintió cómodo con el gran éxito y popularidad que el grupo había adquirido, por lo que decidió dar un paso al costado y dejar un vacío que nunca ha podido ser llenado del todo, ni por Derek Sherinian primero, ni por Jordan Rudess después, porque como muchos fans afirman, Moore era el alma y el sentimiento de Dream Theater.

 

2.- Metropolis Pt. 2: Scenes from a Memory (1999)

 

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Si bien las formaciones noventeras de Dream Theater hicieron historia con discos como “Images and Words” o “Awake”, la llegada de Jordan Rudess no solo marcó un antes y un después para la banda, sino que también significa el inicio de su etapa más prolífica y estable. Tras el “fracaso” (claro, en el momento fue tratado de esa manera) de ‘Falling Into Infinity’, los estadounidenses vuelven en gloria y majestad con una de las mejores obras conceptuales del metal progresivo de todos los tiempos, tocando las teclas correctas desde el inicio floydiano con ‘Regression’, hasta esa conclusión de antología con ‘Finally Free’. La historia de este hombre que fue una mujer asesinada en los años 20’ se desenvuelve con soltura en la grandilocuencia de un grupo que funciona como reloj, y que a pesar de la frialdad asociada a su meticulosidad interpretativa, entrega un disco lleno de emoción. “Metropolis Pt. 2: Scenes from a Memory” es un pináculo creativo en la carrera de Dream Theater, que nos deja escenas de un recuerdo sonoro imborrable. Si, es cierto, es el favorito de muchos… pero no de todos.

 

1.- Images and Words (1992)

 

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Tres largos años le tomó a Dream Theater encontrar el vocalista adecuado (muchas veces actuaron en vivo como cuarteto instrumental en este período), hasta que dieron con el canadiense James LaBrie, que venía de la banda Glam Metal, Winter Rose. Un nuevo contrato discográfico apostó firme por ellos (esta vez con ATCO Records, división del gigante multinacional Atlantic) y el productor David Prater (Firehouse) hizo sonar a la banda como debía ser, provocando que “Image And Words” tomase al mundo por asalto a punto de la genial ‘Pull Me Under’, que gozó de amplia difusión tanto en radios como en MTV. El impacto de dicha canción impulsó en gran medida las ventas del álbum, llevando a la banda de gira hasta Japón, consolidándose a partir de este momento como un referente mundial del Metal Progresivo. Otros singles exitosos, como la balada ‘Another Day’ y la fantástica ‘Take The Time’, demostraron que el progresivo podía ser accesible y radial para el gran público, siendo el único álbum de la banda que ha alcanzado el Disco de Oro en Estados Unidos (500.000 copias). Sin duda este trabajo sigue siendo el favorito de muchos de los fans y considerado como una obra maestra, porque cada uno de sus 57 minutos goza de una inspiración absoluta y una calidad de sonido de altísimo nivel, rubricado por ese brillante “opus magnum” que lleva por nombre ‘Metropolis-Part 1: The Miracle And The Sleeper’. Un disco que no sólo en su contexto sigue resonando en los corazones de los fanáticos.

 

Rodrigo Bravo Bustos

Pablo Cerda

Cristián Pavez