Si Green Day hubiese fracasado

En los cómics, abundan los futuros alternativos, donde los protagonistas son puestos dentro de universos paralelos que, por lo general, contrastan fuertemente con la continuidad oficial de sus historias. Si Green Day tuviese su propio cómic, “Ordinary World” sería el número especial con un futuro alternativo. La película, protagonizada por Billie Joe Armstrong, responde a una pregunta digna de fanfiction: ¿Y si “Dookie” nunca hubiese funcionado?

Perry Miller, encarnado por Armstrong, fue una promesa del punk rock a comienzos de los noventa, pero su carrera no despegó. Pese a firmar con un sello y sacar un disco, el grupo que lideraba se separó. Desentendido de la realidad, el frustrado personaje insiste en que sólo es una pausa ante los cuestionamientos de su hija escolar, quien parece entender la situación mejor que él. Aunque no toca hace años, Miller contesta que es músico cuando la pequeña le pregunta en qué trabaja. Ella misma lo baja de la nube: “pero ya no estás en una banda”.

Con una esposa (Selma Blair) tan abatida por la rutina como él, dos hijos chicos que sostener y un trabajo que odia en la ferretería de su hermano mayor (Chris Messina), Perry Miller atraviesa una crisis existencial de grandes proporciones. Su vida implosiona cuando cambia de folio: el día en que cumple 40 años, el pasado llega a perseguirlo manifestándose de diversas maneras. Esa mañana, Miller se levanta esperando que alguien lo salude, pero nadie en su familia anda pendiente de la fecha. Convencido de que tendrá otro día de perros, llega a trabajar con pésima disposición y, después de conversar con su hermano, quien parte criticándolo por ser un empleado ineficiente que no hace ningún esfuerzo y al final termina apiadándose de que nadie lo haya saludado, recibe de su parte unos dólares extra que gastará de forma imprudente.

Miller termina entrando a un lujoso hotel, donde paga la carísima suite presidencial para hacer una fiesta y celebrar su día especial. Por ahí desfila una serie de personajes que lo dejan en un limbo. Cada aparición que se sucede, como los amigos de su época punk rock que todavía le recriminan haber dejado la música o la ex polola que aún busca fuego entre las cenizas de su relación, acaba por recordarle lo mucho que ha cambiado con el tiempo. En cambio, todas sus acciones, como causar destrozos en el hotel que su billetera no puede costear, le recuerdan que, para encarar la adultez, aún no ha cambiado lo suficiente. Por cierto, ese mismo día, su hija se presentará en el concurso de talentos del colegio, así que la película tiene ese elemento clásico de las comedias familiares estadounidenses; la típica duda: ¿alcanzará el papá a llegar a tiempo para ver el show musical preparado por su primogénita?

El bicho de la actuación picó a Billie Joe Armstrong tras sus apariciones en “American Idiot”, el musical de Broadway basado en el disco de Green Day, en el que encarnó intermitentemente a St Jimmy, uno de los personajes principales. También tuvo pequeños roles en la serie “Nurse Jackie” y la película “This is 40”, aunque el salto en “Ordinary World” es enorme porque, prácticamente, aparece en cada una de las escenas. La crítica, en general, ha sido dadivosa con el cantante. Su actuación es convincente y acorta la distancia con la ficción.

Puede que, en la vida real, Billie Joe Armstrong sea la antítesis de Perry Miller. Sin embargo, hay varios puntos que conectan a la persona con el personaje. Armstrong sufrió su propia crisis existencial hace un par de años, cuando debió retirarse del ojo público para lidiar con las adicciones que boicotearon la promoción de “¡Uno!”, “¡Dos!” y “¡Tré!” de Green Day. Y así como Miller tiene una hija que cita a los Dead Kennedys y guitarrea a los Replacements, Armstrong encabeza una familia musical que incluso cuenta con un lanzamiento conjunto. Con su esposa Adrienne y sus hijos Joseph Marciano y Jakob Danger, sacó un lúdico EP el 2011 bajo el nombre grupal The Boo.

Andrés Panes

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