Exodus

Bonded by Blood

Martes, 02 de Febrero de 2021

1985. Combat Records

Review publicado originalmente en junio de 2011

En 1983, subterráneamente el mundo del heavy metal estaba comenzando a vivir una revolución: una joven y desconocida banda llamada Metallica lanzaba a las calles su álbum debut titulado “Kill’ em All”. Rápidamente la prensa especializada consideró que un nuevo tipo de música metálica había nacido, siendo más rápida, agresiva y brutal que el conocido heavy metal, por lo cual bautizaron al nuevo estilo como “Thrash Metal”, el tipo de rock más visceral y violento posible de encontrar sobre la faz de la tierra por aquel entonces.

Dos años más tarde, otra joven banda de la Bay Area de San Francisco, California, y donde el guitarrista de Metallica, Kirk Hammet, había dado sus primeros pasos, nos ponía en bandeja su disco debut: “Bonded by Blood”. El grupo: Exodus. De tan sólo ver esa portada con los dos diabólicos bebés “unidos por sangre” sobre ese fondo celeste, hacía que te dieran ganas de escuchar ese disco. Y al abrir el vinilo y ponerlo sobre tu tornamesa, en cosa de segundos los sonidos del Averno se tomaban tu habitación por asalto: ¡qué poder más devastador!

Con sólo 9 tracks y poco más de 35 minutos de música, a “Bonded” le bastaba para dejarte triturado. La revolución y posterior dominación mundial del Thrash se había desatado con toda su furia y ya nadie podría detenerla. Y en este escenario, Exodus sustentó con sangre uno de los pilares fundamentales del estilo. Sin duda, “Bonded by Blood” debe ser uno de los 5 discos más importantes del estilo junto al mencionado “Kill’ em All” de Metallica, el “Reing in Blood” (1986) de Slayer, el “Spreading the Disease” (1985) de Anthrax y el “Peace Sells But Who’s Buying” (1986) de Megadeth, es decir, Exodus debió haber sido parte de los “4 Grandes” (que en la práctica tendrían que haber sido “5 Grandes”). Pero lamentablemente, el grupo no estuvo tocado por la varita mágica del éxito masivo y multitudinario del cual sí gozaron las otras bandas precursoras del estilo. (Una mención honrosa merecidamente debería ser para Kreator, quienes desde Alemania y con su brutalísimo “Pleasure to Kill” (1986), tomaron la bandera de la explosión del Thrash en Europa).

Desde el inicio, en plan Kamikaze japonés en Pearl Harbour, el disco te destrozaba la vértebra cervical con ‘Bonded by blood’ (el tema), el primer track e himno inmediato de la placa. La voz agudamente chillona y agresiva de Paul Baloff (RIP/QEPD), se complementaba a la perfección con la brutal y aplastante maestría guitarrera del “Team H” (Rick Hunolt y Gary Holt), dos guitarristas que traían todo un arsenal de pletóricos riffs e inspiradísimos y técnicos solos... ellos se apoyaban en la lacerante base rítmica del bajista Rob Mckillop y el portento tras los tambores llamado Tom Hunting, un baterista sencillamente termonuclear.

Así, los himnos de la brutalidad se sucedían unos a otros: ‘Exodus’ (el tema), ‘And then there were none’, ‘A lesson in violence’, ‘Metal command’, ‘Piranha’, ‘No love’, ‘Deliver us to evil’ y ‘Strike of the beast’; un puñado de canciones que se paseaban por ritmos de speed desatado o crujientes tempos más lentos, pero sin perder un ápice de peso y agresión, permitiendo que la banda dejara de inmediato una marca registrada en el thrash metal mundial. Algo que quedaba en total evidencia en el histórico VHS “Combat Live Tour”, un concierto grabado en vivo en la mítica discotheque “Studio 54” de New York, donde Exodus compartía cartel con unos primerísimos y ya brutales Slayer y los (para entonces) demoníacos Venom. Un home video totalmente imperdible, que permite tener un testimonio visual fascinante de los orígenes del thrash en todo su esplendor.

Todavía recuerdo cuando fui a “Rock Shop” (“LA” tienda de música heavy de Santiago y de todo el país en esa época), y vi esa portada celeste con las guaguas sangrando... sin haber escuchado el disco y sin tener información previa sobre la banda, instantáneamente me sentí “unido por sangre” a este trabajo. Han pasado 19 años y todavía esta placa te puede dejar anémico después de escucharlo. Es sanguinariamente imperdible.

Cristián Pavez