Black Sabbath Headless Cross Miércoles, 24 de Abril de 2024 1989. I.R.S. A veces la justicia hay que tomársela con las propias manos, y ahora quiero hacer un acto de justicia. Siempre que se habla de Black Sabbath, escuchamos sobre las maravillas que hicieron junto a Ozzy Osbourne y Ronnie James Dio, dos de los más notables y grandiosos cantantes y frontman en la historia del metal, y sobre eso no hay punto de discrepancia alguna. Pero cuando se elevan preguntas como ¿quién ha sido el vocalista que más años ha estado en la banda después de Ozzy? y ¿cuál es el mejor disco de Black Sabbath post Ozzy y Dio? las respuestas llegan solas: Anthony Harford, más conocido como Tony “The Cat” Martin (cambió su apellido para no sonar parecido al “Halford” de Judas Priest), y “Headless Cross” respectivamente. Así es, la “cruz sin cabeza” no es sólo un disco grandioso de Black Sabbath sino un auténtico, legítimo y fabuloso disco de Heavy Metal de todos los tiempos. Tras un período de alta volatibilidad en el seno de la banda durante la primera mitad de los ochenta, donde desfilaron innumerables vocalistas tras la partida de Ronnie James Dio como Ian Gillan (Deep Purple), Ron Keel (Steeler, Keel) Dave Donato (¡un modelo publicitario!), Glenn Hughes (Deep Purple) y Ray Gillen (Badlands), finalmente la estabilidad llegó con el ingreso del desconocido Tony Martin en 1987 para el álbum “Eternal Idol” (otro disco muy recomendable). Terry “Geezer” Butler y Bill Ward también se habían marchado, asi que innumerables bajistas y bateristas también pasaron por el grupo (entre estos últimos, estuvo el gran Eric Singer), pero para la grabación de “Headless Cross” llegó a sentarse al sillín de la batería un auténtico monstruo de los parches, una leyenda con todas las de la ley, un ídolo por derecho propio, el extraordinario Cozy Powell (Rainbow, Gary Moore, Brian May, Emerson, Lake and Powell, Jeff Beck y un largo etcétera), un tipo que le dio a la música de Sabbath un nuevo poder, una nueva dimensión y renovó todas las estructuras con una performance sencillamente demoledora a lo largo y ancho de este disco. De esta forma junto a Tony Martin y Cozy Powell, el único miembro sobreviviente, el fundador de la banda y padre de todos los riffs del metal, el señor Tony Iommi, le dieron vida a un disco monolítico, a un monstruo de mil cabezas dispuesto a arrancarte la tuya por este trío de leyendas que reúne lo mejor del acero británico y que además estuvo acompañado para la grabación de la placa por el sempiterno “quinto miembro” de Sabbath, el notable tecladista Geoff Nicholls, y por el músico de sesión Laurence Cottle en el bajo, aunque para la gira llegó el tremendo Neil Murray (Whitesnake, Brian May) a hacerse cargo del puesto. Producido por los propios Iommi y Powell y mezclado por el experto Sean Lynch, el disco suena limpio y poderoso, con un atronador sonido de batería, con el bajo y las guitarras a tope de volumen y por sobre todo ello, la voz grandilocuente, grave y llena de poder de Tony Martin (ex The Alliance), un discípulo directo de Ronnie James Dio, pero más dramático y exagerado para sostener las notas (en el buen sentido), y darle una tremenda expresividad a sus letras que hablan de ocultismo y de satanismo pagano, advirtiéndonos que la presencia del mal y de Satanás ha estado con nosotros desde el comienzo de la existencia terrenal. Entonces con una gran producción y unas letras y mensajes inspirados e interesantes, sólo faltan grandes canciones para redondear un gran disco y con sólo siete tracks más una introducción y 40 minutos de duración todo lo que se escucha aquí suena magníficamente bien logrado, genialmente interpretado. La inquietante y oscura introducción ‘The gates of hell’ da la bienvenida al disco y a un mundo de poderes ocultos, entraremos al averno del metal, donde ‘Headless Cross’ golpea desde el comienzo con el primer baquetazo de Cozy Powell. El ritmo cadencioso del bajo recuerda a ‘Heaven and Hell’ (la canción), pero aquí tenemos una versión más moderna, pesada y poderosa de esa progresión de melodías. Un tema extenso, muscular, con un Tony Martin cantando realmente increíble y un Iommi que corona su obra maestra con un solo que quita el aliento. El tipo jamás ha sido un virtuoso pero por Dios con qué feeling toca. Sin duda, un inicio tremendo del disco. Pero queda mucho más y todo lo que viene es de notable para arriba. ‘Devil & daughter’ es lisa y llanamente una obra maestra del heavy metal. Cozy Powell aceleró las pulsaciones de Sabbath y les imprimió un vértigo y velocidad nunca antes escuchada en la banda. Sus poderosos y titánicos bombos lo comandan todo, creando la base perfecta para que vuelen libremente los riff de Iommi y Tony Martin ponga el broche de oro con sus vocales grandilocuentes. ¡Qué extraordinario suena esta nueva encarnación de Sabbath! que se repetiría el plato con el mismo nivel de excelencia e inspiración en el disco siguiente “TYR” de 1990, otra obra absolutamente imperdible (a eso súmenle otro gran disco como “Cross Purposes” de 1994 con Bobby Rondinelli en batería y el regreso de Geezer Buttler al bajo). ‘When death calls’ retoma los tintes épicos y es otro tema de largo aliento, que parte lento, arrastrado, muy doom, para eclosionar en otra muestra de todo el poderío sonoro alcanzado por la banda, que en esta canción es coronado por una notable lead guitar cortesía de mister Brian May de Queen. ‘Kill in the spirit world’ es otro gancho directo al mentón. La batería de Powell te rompe la quijada y es increíble lo inmediata que suena la banda en este tema que atrapa enseguida. Iommi se suelta el cinturón y expande su sonido por nuevos derroteros como Rainbow, llenando de melodía una gran canción donde Martin nuevamente alcanza un altura sideral en su interpretación ¡escuchen sus agudos en el canon central del tema! ‘Call of the Wild’ mantiene la tónica de oscuridad y de un sonido pesado y demoledor del disco, es Black Sabbath en una nueva faceta, pero sonando indestructibles como los dioses que son, en otro momento notable de un registro que no tiene un segundo de desperdicio. ‘Black Moon’ es otro temazo fresco, que suena a Whitesnake gracias a la voz de Tony Martin que por un momento se disfraza de Coverdale. La gran fluidez en la batería de Cozy Powell y los riffs siempre notables de Iommi redondean otro gran, gran tema. Finalmente ‘Nightwing’ llega arrancando en plan balada, con guitarras acústicas y unos ambientes fenomenales de Geoff Nicholls en los teclados, para terminar nuevamente con un Cozy Powell desatado, un Martin al tope de sus facultades y un Iommi que armó una banda devastadora para esta grabación. Como decía la justicia tarda pero llega y este disco es uno de los mejores trabajos en toda la carrera de Tony Iommi, secundado por una mano derecha impresionante en Cozy Powell y por el “descubrimiento” de un Tony Martin que tiene a su haber el record de grabar nada menos que cinco discos en la historia de Black Sabbath, no cualquiera consigue eso. Así que como decía alguien muy querido, “justicia divina” para “Headless Cross”. Cristián Pavez Tags #Black Sabbath # Tony Iommi # Tony Martin # Cozy Powell # Geoff Nicholls # Brian May # Headless Cross Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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