Judas Priest Defenders of the Faith Jueves, 04 de Enero de 2024 (Comentado y publicado originalmente en 2008) 1984. CBS Mi primer encuentro con este álbum se remonta al verano de 1984, cuando siendo un mocoso caí en éxtasis viendo “Magnetoscopio Musical” de Canal 7, a un juvenil Rodolfo Roth presentando el clip de ‘Freewheel Burning’. En las imágenes aparecía un niño jugando un popular video game de autitos de carrera, sudando y sufriendo por tratar de ir cada vez más rápido al son de la potencia desatada de la canción. Me acuerdo que después del colegio pasaba a un local a jugar ese mismo video, ponía el tema en el walkman y podía gastarme toda la mesada de la semana sólo en un día, enviciado con la máquina y alucinado con un disco francamente maravilloso del mejor Heavy Metal de la historia, ese que se materializó durante los ochenta. Otro recuerdo imborrable que se me viene a la memoria, es cómo nos deslumbrábamos con mi amigo Sergio Arriarán (un gran guitarrista nacional), escuchando ‘Freewheel Burning’ a todo volumen tratando de lograr cantar a la par de Rob Halford ese trabalenguas a toda velocidad justo en el último verso antes de los solos, que decía “charging to the top and never give in never stops the way to be, hold on to the lead with all your will and concede, you’ll find there’s life with victory on high”, que luego daba paso a un lead guitar alucinante de Glenn Tipton, para después unírsele KK Downing y hacer esas memorables figuras que hacen que el corazón se llene de emoción. Vaya temazo, un clásico instantáneo de Priest. Pero el álbum era muchísimo más que un puro corte, sino una obra maestra y piedra angular de cualquier recuento que reúna a los mejores discos del metal. A Judas lo descubrí en 1982 cuando el legendario periodista Juan Carlos Gil presentó el himno ‘You’ve Got Another Thing Comin’’ en la extinta Radio Galaxia (para que se hagan una idea, el compuesto y formal Eduardo Riveros, que conduce el noticiario central de Canal 13, tenía un programa de metal que se llamaba “Solamente Rock”, todos los viernes a las tres de la tarde en la Radio Concierto), y fue amor a primera oída. De inmediato Priest con “Screaming For Vengeance” (1982) y sus esfuerzos anteriores, se convirtió en una de mis bandas favoritas. Por ello estaba con muchas ganas de escuchar su nuevo material y cuando al fin tuve el vinilo en mis manos, me dejó literalmente sentado por la calidad de cada una de sus canciones, y se transformó en un abrir y cerrar de ojos en mi predilecto del grupo, algunos años después junto al fenomenal “Painkiller” (1990). Por aquel entonces tenía varios amigos guitarristas en diferentes bandas nacionales, algunas bastante conocidas por la época, y todos coincidían en manifestar que el trabajo tanto en los riff base como en los solos de Glenn Tipton y KK Downing era superlativo, perfecto e inspirado. Pero no eran los únicos instantes birllantes, porque además este álbum representa uno de los mejores registros vocales del “Metal God”, y todo lo que canta aquí Rob Halford es para sacarse el sombrero. Luego venía ‘Jawbreaker’, otro temazo directo al mentón, un himno que reúne potencia y melodía, que casi me provoca un ataque al corazón cuando Halford la tocó en Chile en enero del 2001 abriendo para Iron Maiden. ‘Rock Hard, Ride Free’ e ‘Eat Me Alive’ son otros dos de los momentos estelares del disco, como también lo fueron en el reciente show en el Movistar Arena el pasado seis de noviembre, en un concierto sencillamente inolvidable. ‘The Sentinel’, ‘Love Bites’ y ‘Some Heads Are Gonna Roll’ son tres mid tempos que también se pueden considerar como clásicos de la banda, y es sólo cosa de agarrar el video “Priest Live” de 1987 para ver y escuchar las increíbles versiones en concierto de esos temas. Y ya casi al final llega la tremenda balada ‘Night Comes Down’, llena de melodías maravillosas y un Rob Halford que remece hasta la médula con ese lado más sensible y emotivo de su gran voz; no por nada es uno de los mejores cantantes de la historia. Además, para que dimensionen la real calidad y trascendencia de esta producción, sepan que es la única en la carrera de Judas Priest de la cual se ha tocado cada una de sus pistas en vivo, durante las distintas giras. Ni siquiera de “British Steel” (1980) o “Painkiller” se han interpretado todas. El vinilo del disco, cuyo formato más grande permitía alucinar con los detalles de la sensacional portada a cargo de Dough Johnson, traía al reverso un mensaje en inglés que decía lo siguiente: “Emergiendo desde la oscuridad donde el infierno no tiene piedad, y los gritos de venganza se escuchan por siempre en el eco, sólo los que mantengan la fe podrán escapar de la ira del Metallian… el maestro de todo el metal”. Vaya declaración de principios. Por ello, nunca he perdido la fe en este sacerdote (Priest), que en vez de traicionarnos (como Judas), nos ha bendecido con el mejor Heavy Metal que se pueda encontrar. Lo dicen las escrituras, que “Defenders of the Faith” tiene un capítulo destacado en la Biblia del Heavy Metal. No dejen de realizar sus oraciones. Cristián Pavez Tags #Judas Priest # JudasPriest # Rob Halford # Tom Allom # Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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