Weather Diaries

2017. Wichita Recordings / Play It Again Sam

La trilogía está completa. Junto con “m b v” de My Bloody Valentine y “Slowdive” de Slowdive (nótese las ganas de titular ambos epónimamente), “Weather Diaries” de Ride es el último álbum en aparecer en esta bienvenida seguidilla de retornos por parte de la santísima trinidad del shoegaze. A veintiún años del escarpado “Tarantula” (1996), aquél disco que fue eliminado imperiosamente del catálogo Creation una semana después de su edición, es necesario puntualizar que la memoria humana no sólo es resbaladiza, sino que, además, cada vez que accedemos a los recuerdos, más estos cambian en nuestros cerebros.

En el caso de Ride, particularmente, se tiende a idealizar su carrera en base a sus dos primeros trabajos: el serpenteante “Nowhere”, y el vibrante “Going Blank Again”. La decadencia precoz, que llegó con el errático “Carnival Of Light” y el antes mencionado “Tarantula”, fue un fiel reflejo de las tensiones entre Mark Gardener y Andy Bell, las que terminaron por dividir a la banda hasta 2015, año en el cual volvieron a los escenarios de Europa y Norteamérica, incluyendo importantes festivales como Coachella y Primavera Sound. Entre otras cosas, en el tiempo entre ambos hitos, Mark intentó abrir un espacio más íntimo como solista, y Andy se dispuso junto a los hermanos Gallagher -tanto en Oasis como en Beady Eye- a entregarse a la química profana.

Con Alan Moulder (fundamental en emblemas de los 90s, como “The Downward Spiral” de NIN, “Loveless” de My Bloody Valentine o “Mellon Collie & The Infinite Sadness” de Smashing Pumpkins) volviendo a mover los faders esta vez, al igual que en “Going Blank Again”, este “Weather Diaries” expele electricidad efervescente y adhiere -sin duda, gracias a la producción de Erol Alkan- elementos sintetizados que reformulan y actualizan el frenesí crudo de antaño, un elemento clave en cortes como la rugiente ‘Lannoy Point’, la trippy ‘Rocket Silver Symphony’, o la arremolinada ‘All I Want’. Nótese que estos recursos digitales no deterioran en modo alguno la capacidad de la banda para sonar afiatada y fresca a pesar de los años, y tanto el viscoso single ‘Charm Assault’, como la inflamada ‘Lateral Alice’, y la oleada pop de ‘Cali’, se alzan como algunos de los momentos más potentes.

“Parece que nunca sabes en qué dirección soplará la vida”, canta Gardener en el caviloso, hipnótico y casi místico tema homónimo, reflejando con precisión el espíritu de un círculo que se completa. “Cuando era joven, era simple. No necesitábamos andar cuestionando todo”, prosigue luego, como profetizando la voraz ventisca de guitarras que terminará por engullir la canción. Minutos más tarde, el mantra de feedback y ambient de ‘Integration Tape’ prepara el terreno para la calidez melancólica de ‘Impermanence’ y la inclemente sensibilidad irradiada por ‘White Sands’. ¿Spoilers? En ella, tras instantes de sublime quietud inicial, un abrupto quiebre abre una cascada emocional donde el tacto de Colbert en la batería y el bajo sinuoso de Queralt generan la cobija perfecta para el delicado y refinado diálogo entre las texturas de Gardener y Bell.

Han pasado casi treinta años y los cuatro músicos no son los mismos chicos de antes. Sus fans, por supuesto, tampoco. Es el clima de la vida el que nos va moldeando, y en vista de la fragilidad de la memoria y de las experiencias, más que refugiarse cómodamente en la estela de vapor dejada por su discografía de antaño, estos “Weather Diaries” de Ride le hacen frente anclándose a la certeza que solo puede entregar el aquí y el ahora. Sabiduría caleidoscópica, concentrada en las últimas líneas, para dejarlo todo atrás: “que estas sean nuestras mejores horas. El tiempo no espera a ningún hombre, lo que queda atrás es nuestro.”

Nuno Veloso

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