My Midnight Things

2018. Metal Blade

Once larguísimos años tuvieron que esperar los fanáticos y seguidores de Lizzy Borden para finalmente obtener un nuevo disco de la banda. Y a pesar de lo que digan las buenas posiciones en los rankings internacionales en el debut del disco que pueden inducir a una idea algo errada de su calidad, en este caso, la espera no ha valido para nada la pena y “My Midnight Things” claramente se presenta como la placa más errática, confusa y menos lograda en la siempre consistente discografía de la banda. El problema es uno solo (o varios quizás), pero el que mucho abarca poco aprieta y el disco es un compendio inverosímil de una mezcla estilos realmente estéril y que no conducen a ninguna parte. Por otro lado, la producción es pastosa y sobresaturada, con un excesivo abuso de efectos en la voz de Lizzy tratando de tapar los primeros indicios del desgate natural de sus privilegiadas cuerdas vocales.

Vamos a la música. El inicio es prometedor y entusiasta con el tema que le da título al disco. Clásico sonido metálico ochentero de Lizzy Borden con los ganchos y melodías habituales y con un buen trabajo instrumental de Ira Black en guitarras, Marten Andersson en bajo y el otro miembro original de la banda (además de Lizzy), Joey Scott Harges en batería. Muy buen inicio. Todo sigue de forma fantástica con la inmensa y atrapante ‘Obsessed With You’, probablemente el mejor tema de toda la placa y con ribetes de nuevo himno para la historia del grupo. Un medio tiempo fantástico, oscuro, pero lleno de grandes melodías en la voz alta y aguda de Lizzy y su clásico estilo shock-rock. Pero la primera alerta llega con la confusa y extraña ‘Long May They Haunt Us’, un tema de estilo power pop anodino, plástico y con un coro infantil a más no poder. ‘The Scar Across My Heart’ continua la misma tendencia en otro tema absolutamente descartable y prescindible. ‘A Stranger To Love’ vuelve a reencausar el disco hacia el sonido clásico de la banda y este es el tipo de canciones que uno esperaría del grupo conociendo la longeva trayectoria del combo. ‘The Perfect Poison’ también mantiene lo elementos originales con algún devaneo progresivo bien conseguido, en otra de las canciones destacadas del disco. Pero lamentablemente los experimentos no se detienen y la seudo balada ‘Run Away With Me’ suena inocente, plástica y con la voz de Lizzy completamente saturada de efectos; mientras que en ‘Our Love Is God’ el vocalista y líder de la banda parece haber descubierto el metal industrial y debe pensar que sonar en plan Marilyn Manson en el 2018 va a provocar alguna revolución. Por favor.

Repetir la canción inicial pero esta vez en plan balada sólo con piano, demuestra la carencia de ideas para completar el disco, algo que repiten descaradamente con la segunda versión de ‘Long May The Haunt Us (reprise)’ en el mismo estilo de balada. ‘Silent Night’ es otra balada acústica (¡otra más!), pero esta vez en plan dark a lo Alice Cooper, donde al no haber efectos en la voz, se disfruta mucho más la interpretación de Lizzy, con su sonido natural y clásico. Y si faltaba alguna aberración más, el disco cierra en plan electrónico con la insufrible ‘Waiting In The Wings’.

Con un disco anterior espectacular y excelentemente criticado en todo el mundo como lo fue “Appointment With Death” (2007), no se entiende qué diablos le pasó a Lizzy Borden por la cabeza para salir ahora con algo que no tiene ni pies ni cabeza, un Frankenstein metamorfoseado esperpéntico y completamente desafortunado, en una decepción discográfica de proporciones.

Cristián Pavez

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