Death Angel

Humanicide

Viernes, 12 de Julio de 2019

2019. Nuclear Blast

No es secreto alguno que las bandas clásicas del thrash de la vieja escuela están viviendo una segunda juventud que se ve reflejada en conciertos aplastantes y en discos que suenan inspirados y furiosos. Es solo cosa de oír el material reciente de grupos como Anthrax, Megadeth, Overkill, Exodus o Testament. Y dentro de esta saludable tendencia, también se encuentra el quinteto de California, Death Angel, que desde su regreso discográfico con el fenomenal “The Art of Dying” (2004), han estado publicando discos con un implacable nivel de consistencia.

Manteniendo al mismo productor de sus dos trabajos anteriores, Jason Suecof, el grupo comandado por los miembros originales Mark Osegueda, Rob Cavestrany y Ted Aguilar nos vomita un noveno larga duración que suena furioso, urgente y lleno de electricidad, con el regreso de los icónicos lobos con cráneos de chivos en la cabeza como figuras centrales de su portada, mamíferos carnívoros que ya antes habían aparecido en las tapas de otras placas del grupo. Con el tópico de que la humanidad está cerca de su propio suicidio, ‘Humanicide’ el tema título, arranca con una tremenda introducción de guitarras duales en plan ‘The hellion’ de Judas Priest, para luego destrozar cráneos con los clásicos riffs entrando secuencialmente por el canal izquierdo y derecho. La tormenta thrash está desatada, y Death Angel nos recuerda el porqué son una de las diez mejores bandas estadounidenses de este género. La voz de Osegueda escupe fuego, mientras las guitarras de Cavestrany y Aguilar construyen una pared de sólidos riffs antes de que estallen los solos. Una mención honrosa merece también la contundente base rítmica de Damien Sisson en bajo y Will Carroll en batería, para conformar un inicio sencillamente demoledor.

La escala pentatónica al inicio de ‘Divine defector’ suena realmente malévola, mientras que el grupo le imprime una velocidad despiadada a una canción que arrasa con todo a su paso, dejando aturdido al oyente con semejante nivel de virulencia sónica. ‘Agressor’ le hace honor a su título y nos entrega una canción con un despliegue rítmico sensacional, vertiginoso, que te sube a una montaña de emocionantes cambios, alternando pasajes más melódicos con el fuego despiadado de las guitarras y el peso de una durísima sección rítmica. ‘I came for blood’ suena como si el grupo estuviera partiendo su carrera y no como si llevaran más de 30 años dando caña. ¡Qué nivel de celeridad y potencia concentrada en tres minutos y fracción de pura agresividad! ‘Immortal behated’ es el track más largo y experimental del disco. Su inicio con guitarras limpias, cambia de marcha para pasar a un medio tiempo adictivo y magnético, donde los solos de guitarra de Cavestrany encuentran su punto de máxima expresión y la voz de Osegueda suena grandiosa, llena de fuerza y carisma, sin acusar el paso de los años. Gran canción, quizás la mejor del disco.

Los riffs aserrados de ‘Alive and screaming’ suenan tan clásicos que podrían estar en cualquier disco de thrash de 1988, lo mismo que la marchosa ‘The pack’, que en vivo de seguro será un bombazo digno de experimentar, mientras que una más melódica y zigzagueante como ‘Revelation song’ aporta variedad al disco, con un tema de puro heavy metal. Finalmente, el cierre llega con ‘The day I walked away’, dejando en claro que este “Humanicide” estará entre los grandes discos de thrash clásico del año, de eso no hay ninguna duda. Vayan por él como un lobo tras su presa.

Cristián Pavez