Abbath

Outstrider

Miércoles, 28 de Agosto de 2019

2019. Season of Mist

No es raro que algunos divorcios sean más difíciles para el entorno que para los involucrados. En el ámbito musical, sabemos que muchas bandas están mejor separadas, pues abre una oportunidad para que las facciones muestren algo interesante, en vez de convivir de manera forzada y tumultuosa. El caso de Immortal y Abbath tiene mucho de eso, ya que “Northern Chaos Gods” (2018) de los primeros es un esfuerzo que no decepciona a la hora de continuar el legado de los puntales del black metal. Por su parte, “Outstrider” (2019) de su ex frontman sube la apuesta de lo mostrado en su debut y lo consolida como un personaje que puede mantenerse en total independencia, de hecho, era esperable que las expectativas entorno a su continuación poblaran el ambiente tal como lo hacen las oscuras nubes del cielo noruego.

Si el mundo esperaba una nueva colección de canciones sombrías, gélidas y enajenadas, “Outstrider” cumple a rajatabla. Las sorpresas exhibidas en “Abbath” (2016) ahora se convierten en una marca personal que justifica la incursión solista, respetando ciertos moldes característicos, pero también nutriéndose de otros elementos que engrosan las composiciones. Aunque trabaja con todos los instrumentos a tope, ‘Bridge of Spasms’ no se ciñe a la ortodoxia y esparce su furia glacial en las mareas de un metal moderno, fresco y dinámico, mientras ‘The Artifex’ abre el abanico hacia el thrash metal con riffs afilados, sucios y apocalípticos, dos cortes que se posicionan en el lado salvaje del espectro para atender a todo aquel que demande brutalidad. Siguiendo esta línea más actual, ‘Harvest Pyre’ y ‘Land of Khem’ visten los ropajes del groove para construir voluminosas murallas sónicas que traen a la mesa un incisivo heavy metal de marcha trepidante. Además de conjugar estas herramientas, hay una mirada hacia vertientes más exploradoras de su terruño, como los recursos acústicos presentes en ‘Calm in Ire (Of Hurricane)’ y en la titular ‘Outstrider’. Ambas establecen un vínculo inmediato con el clásico “Blood Fire Death” (1988) de Bathory, una obra atrevida que en su momento le dio altura al género y que sirve como punto de referencia para entender la majestuosidad que Abbath le imprime a estos cortes, tributo materializado en una correcta versión de ‘Pace till Death’ que mantiene la celeridad y corporalidad de la original.

Existen otros componentes que hacen subir un escalón a “Outstrider” por sobre el debut. La elaborada producción a cargo de Endre Kirkesola en los Dub Studios de Noruega logra que el disco suene grandilocuente y resalta los valores de la nueva alineación que acompaña al ex Immortal. Sin King ov Hell ni Creature, esta vez las baterías y los bajos están a cargo de Ukri Suvilehto y Mia Wallace respectivamente, una temible base rítmica que hace vibrar los parlantes en los momentos más álgidos de ‘Scythewinder’. Por su parte, la guitarra de Ole André Farstad se escucha fuerte y claro en la compleja ‘Hecate’, transportando al auditor por alaridos infernales, arpegios tenebrosos y una asfixiante seguidilla de riffs que ponen en la vitrina todos sus artilugios en las seis cuerdas. Cada pieza funciona de manera armónica con la voz del mismo Abbath, que se escucha gruesa, colérica y maligna, más como una bruma espesa y menos como ese soplido ventoso de garganta desgarrada que se escuchó en ‘Ocean of Wounds’ o ‘Ashes of the Damned’ del trabajo anterior, lo que permite apreciar otros tintes vocales de una interpretación aguerrida.

Es un poco odioso, pero la comparación entre esta placa y el primer disco de Immortal sin su figura principal es bastante difícil de eludir. El regreso del insigne combo encantó a muchos porque conserva la estampa que todos idolatran, encima, supieron adueñarse de su identidad y dar la sorpresa. Por otro lado, el guerrero noruego no reniega de su pasado y, en vez de reclamar constantemente su parte en la historia como lo hacen otras figuras, prefiere tomar lo aprendido para seguir su espíritu libre. Claramente, no estamos ante una reinvención de la rueda en términos de propuesta, pero sí ante un registro que absorbe los puntos fuertes de su predecesor y los hace crecer para construir una prominente cédula de identidad que se seguirá solidificando con cada lanzamiento. Si Demonaz y Horgh lograron validarse en el trono del black metal en gloria y majestad con “Northern Chaos Gods”, Abbath hace lo propio en “Outstrider”, reafirmando su estatus como una figura que trasciende el género bajo sus propias reglas. A veces, las separaciones son para mejor.

Pablo Cerda