Alcest

2019. Nuclear Blast

Hay bandas que luchan con todas sus fuerzas para desmarcarse de los géneros y Alcest cae de pie en ese grupo. Comandado por Stéphane Paut, Neige para los amigos, el combo ha contribuido notablemente en la globalización del blackgaze, pero no contento con eso, se esmera en superar las barreras del estilo en cada lanzamiento. De hecho, el éxito del anterior “Kodama” (2016) mantuvo muy ocupada a la banda, tanto como que su líder necesitara una reconexión urgente consigo mismo y elaborara una nueva obra basada en un profundo sentimiento que exigía un mayor nivel de brutalidad en su materialización sónica.

“Spiritual Instinct” (2019) nace de una búsqueda tanto espiritual como musical en la que ambos aspectos se alimentan entre sí para conformar una experiencia reveladora que encanta desde el primer momento. Entrar en el mundo interno de Neige es como caminar por un bosque frondoso en el que lo fantástico se funde con lo terrenal, siempre de manera elegante y delicada. Las diferentes capas y atmósferas progresivas de ‘L’Île Des Morts’ se inspiran en el cuadro “La isla de los muertos” del suizo Arnold Böcklin a fin de emprender un viaje de nueve minutos en el que la voz de Neige y la invitada Kathrine Shepard de Sylvaine llevan el alma del oyente hacia los terrenos de Hades como si fueran el mismo Caronte, el barquero de la mitología clásica. En asuntos más intimistas, la cinemática ‘Le Miroir’ toma el concepto del espejo para hablar de cómo podemos convertirnos en mejores personas cuando somos capaces de mirarnos y crecer sin negar nuestra esencia, todo contado a través de una composición mística con pinceladas de música celta que la acercan a la vanguardia. Por su parte, la nostálgica ‘Spiritual Instinct’ absorbe las tinturas del doom en ciertos momentos gracias a la marcha fúnebre del baterista Jean “Winterhalter” Deflandre, quién complementa una lírica que no trata un tema fácil. Tras el suicidio de un amigo, el vocalista decide homenajearlo evocando la emancipación de su alma de la forma más solemne que existe, con una preciosa canción que por instantes recuerda al Alcest de las primeras entregas, pero demostrando que los años no han pasado en vano.

Y es que los símbolos de madurez se aprecian en todos los rincones de este largo, sobretodo en la configuración de los distintos eslabones de una cadena muy firme en lo estilístico. Esta vez, los elementos más oscuros del catálogo fluyen por las vertientes del metal y del gótico, dejando en un segundo plano las influencias del shoegaze y el dream pop, o sea, abrazan la oscuridad por sobre la luminosidad. ‘Les Jardins De Minuit’ abre una caja de pandora que libera el influjo del black metal noruego de los 90, cargada de una guitarra que empieza muy espectral, pero se vuelve cada vez más punzante. En su faceta más ruda, ‘Protection’ establece de entrada las reglas del juego con una muralla de distorsión que fácilmente podría ocupar un lugar entre las composiciones más violentas del dúo y choca de frente con ‘Sapphire’, la cual se adhiere al new wave ochentero con un trabajo atrapante en las seis cuerdas y una estructura al filo de un pop que no es muy común para los franceses. Esto prueba una vez más que su genialidad puede llegar a tal punto que se ajustan sin problemas a los estándares sin perder la perspectiva.

Tuvieron que pasar tres años para que la sociedad entre Neige y Winterhalter nos volviera a demostrar que no le tienen miedo a nada. Su primera incursión con Nuclear Blast es un paso hacia adelante, quizá sin la radicalidad de “Shelter” (2014), pero con más fuerza que en “Kodama” (2016) e incluso con cierto guiños hacia su primera etapa. A veces, jugar a la banda inclasificable tiene sus costos y muchos se pierden en las mareas del eclecticismo, pero este no es el caso. No importa si lo aceptan o lo rechazan, pero en su momento fueron los cultores de un sonido fresco como el blackgaze y es relevante que su sexta entrega los vuelva a destacar por sobre la media. Aunque no sea noticia para nadie, siempre es bueno recalcar que Alcest es una de esas bandas destinadas a trascender y con “Spiritual Instinct”, el argumento está más que respaldado.

Pablo Cerda

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