Five Finger Death Punch

F8

Martes, 21 de Abril de 2020

2020. Bitter Noise

En el mundo del ock cada cierto tiempo ocurre lo inevitable: cuando una banda logra un éxito masivo e internacional, las aguas se dividen y el grupo pasa a ser odiado y amado en partes iguales. Eso es lo que está ocurriendo con Five Finger Death Punch, la última banda en conseguir levantar un fenómeno de masas en Estados Unidos y Europa, aunque esa oleada de popularidad aún no llega hasta nuestras gélidas costas.

Con una carrera aún relativamente corta (su álbum debut ‘The Way of the Fist” data del año 2007), recientemente concluyeron una muy exitoso tour europeo por arenas llevando a unas leyendas como Megadeth como grupo telonero. Sí, leyeron bien. Entonces en ‘detalles’ como ese es donde salta la sarna hacia los Death Punch, pues es fácil caer en la descalificación de que el grupo no es más que un refrito mezclando elementos de Disturbed, Godsmack y Pantera; pero lo ciento es que supieron conectar con las nuevas generaciones de metalheads gringos y europeos y esa es la base de fans sobre la que han sembrado y cosechado su éxito. Y en honor a la verdad, su octavo disco titulado “F8” (se pronuncia ‘Fate’), es un disco que tiene todos los elementos adecuados para captar la atención de un auditor deseoso de pasar un buen rato escuchando música agresiva pero ganchera y melódica a la vez, donde el ‘groove’ es un sinónimo más que presente de las influencias antes mencionadas.

Con una producción de lujo cortesía de uno de los productores en boga en el metal post 2000 como lo es Kevin Churko (Ozzy, Papa Roach, Disturbed), la placa arranca con unos lúgubres chelos que luego se funden en una cinematográfica introducción antes del arranque virulento y potente de ‘Inside Out’, un corte que se queda casi como un virus en la cabeza, aunque la palabra no sea la más propicia dado el contexto global que estamos viviendo. ‘Full Circle’ mantiene la tónica y un recuperado Ivan Moody luego de su tratamiento de rehabilitación a las drogas, nos demuestra la mejor versión vocal de sí mismo. En la placa, también hace su debut discográfico con la banda el nuevo baterista Charlie Engen, sólido y punzante con una pegada filosa. Zoltan Bathory y Jason Hook son una dúctil y efectiva dupla de guitarras que aportan el metal tradicional a la fórmula con punteos que pueden recordar a Iron Maiden o Judas Priest.

‘Living The Dream’ incluso suena más inspirada que lo último entregado por Disturbed, aunque el disco no está exento de patinazos como la insufrible ‘A Little Bit Off’ que suena demasiado plástica y descartable. Afortunadamente en sólo un bache en el camino y con ‘Bottom Of The Top’ el costado más ‘panteroso’ del grupo se hace presente con potencia y celeridad. Más adelante en el disco encontramos un medio tiempo poderoso y baladístico de nombre ‘Darkness Settles In’ muy bien facturado antes de acometer una buena descarga de doble bombo con ‘This Is War’ que puede recordar incluso a los Soulfly más agresivos. Como en todo disco largo (16 temas incluyendo los bonus), no todo el material se salva de la quema y hay algunos cortes que están demás, pero ‘Leave All Behind’ repunta nuevamente el nivel, lo mismo que la rápida y contunde ‘Scar Tissue’ (¿alguien dijo Slipknot?), para cerrar con una hermosa ‘Brighter Side Of Grey’ y sus bellas armonizaciones de violín y chelos. Atención también con el bonus track ‘Making Monsters’ otro trallazo de pura dinamita.

Nunca hay que juzgar un libro por su portada dice el refrán; lo mismo aplica para Five Finger Death Punch, quizás su imagen mediática puede levantar anticuerpos, pero lo cierto es que su música es disfrutable y permite levantar elementos de juicio acertados sobre el por qué de su gran éxito actual. Péguenle una oída, se pueden llevar una sorpresa.

Cristián Pavez