A.R.I.E.T.E.

2020. A.R.I.E.T.E.

Desde Concepción, A.R.I.E.T.E. llega con su primer larga duración titulado “Cleptocracia”, haciendo referencia a la corrupción política que tanto vemos en el día a día, por lo que el tema es abordado en muchas de sus letras. Con algo tan contingente como eje central de la temática, el sonido tampoco se queda atrás en ese sentido, ya que apuesta por un metal que, si bien puede resultarle familiar a quien escucha, se nota que es algo más moderno y con cierta intención de apuntar hacia algo propio.

El corte del mismo nombre de la agrupación da un puntapié inicial pesado, oscuro y certero -poco menos de dos minutos-, sirviendo más que nada como antesala de ‘Vence al miedo’, que sigue esa misma línea pero con un Groove más marcado, recordando inmediatamente a Lamb of God, tanto en la parte instrumental como en las voces. Más de velocidad llegan de la mano de ‘Tortura’ y, sobre todo, ‘Sentencia’ con su marcado doble bombo, con espacio para secciones un poco más lentas y rítmicas, plasmadas en quiebres efectivos en cuanto a técnica.

La impronta del quinteto entra fácilmente en el death/groove metal, aunque con aspectos del segundo primando a lo largo de este trabajo. ‘Grito de guerra’ y ‘Depredador’ son muestras de ello, ya que el ritmo va de la mano de la brutalidad, aunque es lo primero lo que resalta más en la mayoría de los momentos, aunque secciones de ‘Aberrante’, en donde colabora Gustavo “Caballo” Romero (BOA, ex Dogma), ‘Fuerza y razón’ o la homónima ‘Cleptocracia’ no se alejan de lo primitivo y directo. El fin de la mano de ‘Ciego’ resume todo lo que hemos escuchado a lo largo de estos 10 tracks, sin variar en demasía al resto, pero formando parte de una brutalidad efectiva dentro de este todo. Es por esto que no cae en la monotonía, porque al ser tan efectivo y ganchero, dan ganas de seguir hasta el final sin dejarnos una sensación de cansancio ni mucho menos, como puede pasar en muchos casos del género.

Como debut, “Cleptocracia” es un trabajo sólido y bien logrado en cuanto a técnica musical y vocal. Esto último es uno de los puntos más destacables, porque la desgarradora voz de Oscar Olivera logra comunicar esa visceral rabia que se nos busca transmitir con el contenido lírico. Como ya dijimos, está esa búsqueda de un sonido propio, por más que a veces recuerde a otras agrupaciones, y lo más probable es que aquello se defina más en trabajos venideros, porque la fuerza y la creatividad para hacerlo está ahí, cosa que queda clara en este larga duración.

Luciano González

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