Fates Warning

2020. Metal Blade

 

¿Puede ser más que una gran y maravillosa casualidad que una banda llamada “Advertencia del Destino”, publique el que probablemente sea el mejor disco de Metal Progresivo de este nefasto 2020?

 

Si fuera cualquier otra banda se podría pensar en un golpe de suerte, pero cuando se trata de uno de los Big 3 del Metal Progresivo norteamericano (junto con Queensrÿche y Dream Theater), eso no es ninguna casualidad sino una consecuencia del trabajo siempre alucinante e inspirado de un grupo único y sin igual. Sólo vasta revisar la extensa discografía de la banda oriunda de Hartford, Connecticut, para comprobar que desde 1984 a la fecha, no tienen dos discos iguales y este tremendo “Long Day Good Night” su placa de estudio número 13, no es la excepción a la regla. Regresando al seno de Metal Blade, el sello que los vio nacer, la vara había quedado altísima con el excelente “Theories Of Flight” (2014), pero de alguna exultante forma la banda se las ingenia para entregar 72 nuevos minutos de mágica y excitante nueva música, esta vez en forma de cuarteto y sin invitados especiales, sólo el núcleo creativo que reúne la genialidad del guitarrista Jim Matheos, el cantante Ray Alder, el bajista Joey Vera (Fates Warning) y el baterista Bobby Jarzombek (Riot, Halford, Sebastian Bach). 

 

Autoproducido por la propia banda, el rango dinámico del disco es amplísimo, con muchos matices para poder disfrutar cada instrumento con nitidez al igual que la voz de Alder, un vocalista que sin utilizar los agudos imposibles de hace treinta años, sigue transmitiendo una gama de sentimientos que le hacen real justicia a las soberbias secciones instrumentales creadas por el fenomenal trío de Mateos/Vera/Jarzombek, y si algo hay que destacar de esta banda es que a pesar de sus complejas y cambiantes estructuras, las canciones tienen un punto de accesibilidad para el oyente no habitual que es el gran Talón de Aquiles de otros grupos del género.

 

El viaje sensorial se inicia con los pausados y delicados sonidos de ‘The Destination Onward’ que lentamente nos va acomodando y situándonos en el contexto de vivir una experiencia sónica conmovedora. Con los primeros golpes de batería del superlativo Bobby Jarzombek ya queda claro la gran calidad de sonido de la placa, los acordes de bajo y guitarra también entran de forma paulatina hasta que al minuto 3.10 la banda pisa el acelerador y se despliega toda la gloriosa sonoridad de un grupo que no para de volar. El trabajo de tresillos y platos de Jarzombek es alucinante y sobre su galope Vera y Matheos bordan una canción de esas que dejan con la mandíbula desencajada. Uno cree conocer el grupo a fondo y siempre se la ingenian para sorprender. Ni hablar del solo de Matheos una pequeña joya dentro de una enorme apertura.

 

‘Shuttered World’ arranca con unos riffs de guitarra y líneas de bajo pesadísimos y con unas sensacionales figuras del doble bombo de Jarzombek sincronizadas con una variedad de platillos notables con un uso extenso del ‘china’. Habiendo sido roadie de esta leyenda de la batería, he visto con mis propios ojos como sufren esos platillos, asi que puedo imaginar cuantos de ellos destrozó Bobby en la grabación de este disco por su brutal y técnica pegada. Unas guitarras graves de afinación baja se apoderan de ‘Alone We Walk’ y a pesar de que no se trata de un disco conceptual las letras entrelazan una serie de estados emocionales que grafican lo que la humanidad ha tenido que vivir en tiempos de confinamiento, y aunque suene redundante, no se puede dejar de mencionar el impresionante trabajo de Jarzombek en la batería en este track, sin duda junto a Deen Castronovo y Scott Travis quizás los mejores bateristas de su generación en Estados Unidos por lejos.

 

Y la gracia de esta banda y de este disco en particular, es que el grupo no ha perdido su capacidad de componer canciones más simples y directas, donde el gancho y el énfasis está puesto en las melodías vocales como en la tremenda ‘Now Comes The Rain’ que no solo incorpora una grades voces de Alder sino también de Vera y Matheos en los coros. Sin ánimos de develar todas las sorpresas de un disco que vale la pena escuchar sin mucha información previa, encontrarán bellísimos violines que engalanan la emotiva balada ‘Under The Sun’, un piano eléctrico sensacional en la muy jazzera ‘Begin Again’ con un groove de otro mundo de una banda que juega en otra liga, y la joya de la corona en la extensa ‘The Longest Shadow Of The Day’ donde Jim Matheos nos muestra que clase de genio es, simplemente un masterclass de la guitarra aunque el reconocimiento se lo den a otros, lo mismo vale para Joey Vera, un bajista enorme que era la primera opción de Metallica para llenar el puesto del fallecido Cliff Burton en 1986.

 

Más que tratar de adjetivar un disco indescriptible, lo importante aquí es invitar al lector a que se sumerja en una experiencia auditiva única y sin igual, donde la música sin compromisos se transforma en el más exquisito y reconfortante Metal Progresivo que pueden encontrar en la actualidad, y en un año como este horrible 2020, la belleza de la música nos sirve para no perder la fe en la humanidad, porque si hay algo que nos puede salvar eso es la música y este disco sin duda está para llevárselo a una isla desierta. Un melómano entenderá lo que eso significa, pero para disipar dudas lo digo fuerte y claro: ¡Disco de Metal Progresivo del año!

 

Cristián Pavez