Darkthrone

2021. Peaceville Records 

Si hay un tema común que cruza a toda la comunidad metalera, ese es el sonido. Algunos indican que las bandas actuales pecan de uniformidad e incluso levantan la ceja cuando las de corte clásico se dejan seducir por nuevos bríos en pos de acomodarse al panorama contemporáneo. Otros celebran la reactualización y el abrazo a métodos de producción que no estaban disponibles en épocas pasadas, lo que permite exaltar todos esos valores que hicieron perdurar a tal o cual agrupación en el tiempo. Si el auditor pertenece al grupo de los enamorados de la crudeza del underground metalero de los 80, “Eternal Hails……” (2021) de Darkthrone debe ser su nuevo disco de cabecera.

Desde el punto de vista de la composición y las decisiones estilísticas, no hay nada en  “Eternal Hails……” (2021) que no se haya mostrado en el anterior “Old Star” (2019), pero eso no altera en ningún caso la efectividad de estas cinco nuevas canciones que superan los 7 minutos de duración. El primer adelanto que el público tuvo en la mano fue ‘Hate Cloak’, lo que ya auguraba que seguirían transitando por los caminos recorridos en el predecesor con los discos de Black Sabbath, Celtic Frost y Candlemass como referencia más próxima. De hecho, el doom épico de estos últimos se toma el corte con sus guitarras lamentosas y ritmo pantanosos que pasan por distintos estados, pero se mantienen en la plataforma de lo opresivo. Es una buena fotografía de las bases fundacionales en las que se asienta este registro, aunque reducirlo solo a eso sería darle una mirada muy superficial.  

‘His Master’s Voice’ envuelve con un arpegio reverberado para luego arremeter sin aspavientos con riffs de tonalidades grises y fills de batería en clave thrash que se abalanzan de manera agresiva sobre el auditor, un corte siniestro que muestra una vez más las capacidad de Fenriz y Nocturno Culto para controlar las dinámicas que se necesitan a fin de mantener la atención en una canción de extenso minutaje con el tiraje de Venom o Metal Church. ‘Wake of the Awakened’ es un mensaje fuerte y claro para los que temían una versión demasiado lenta de Darkthrone, una verdadera oda al black metal tradicional que hace pensar más en el primer Satyricon que en el catálogo propio de los 90, lo que se intercala con pasajes cercanos al death doom y al speed metal. 

Si bien los estilos se van mezclando de manera natural, la consigna Fenriz y Nocturno Culto en canciones como ‘Voyage to a Northpole Adrift’ es entregarnos un material más lineal que en Arctic Thunder (2016) y Old Star (2019) y que apuesta todas sus cartas a la repetición como jugada principal, un recurso que no es extraño para los que beben de la vertiente sabbathica, pero que puede ser un punto débil para los que buscan velocidad galopante y se sienten reticentes a la lentitud mortuoria que la banda ha lucido en sus tres últimas entregas. El riff inicial de ‘Lost Arcane City of Uppakra’ destila simpleza y la elección de terminarlo en una nota alta se comunica directamente con el Pentagram de Bobby Liebling, al filo de un hard rock oscuro, pero elemental. El bajo hundido en un chorus acuoso y el sintetizador tétrico llevan el epílogo hacia las penumbras, mientras la batería de Fenriz se hace cada vez más abrumadora y la secuencia de acordes de Nocturno Oculto rodea todo de manera hipnotizante. 

Es verdad que los comentarios con desfiles de nombres reconocibles pueden llegar a marear un poco, pero si el receptor conoce y aprecia a la banda lo suficiente como para entender su universo, esto no debería ser un problema. El dúo no es tímido al exhibir sus inspiraciones, nunca lo ha sido, por lo que sería raro que el mismo romántico del sonido ochentero busque en ellos una vuelta de tuerca como para destapar espumante. Lo más interesante en este decimoctavo trabajo es cómo se van mezclando las referencias, desde el doom metal predominante hasta los tintes de thrash, speed y heavy metal que se traducen en la marca de su casa. Los más exigentes aludirán a que van con el piloto automático, que hay que quitarle un poco de grasa a las canciones y que sería mucho mejor si los elementos que aquí ejercen la dominación completa fueran accesorios a un black metal más corpulento. 

Si bien “Eternal Hails……” (2021) está un peldaño más abajo de “Old Star” (2019) igual se siente como una buena continuación para una trilogía álbumes bastante sólida que no busca reinventar la rueda, sino que solo tiene la legítima intención de posicionar las influencias del binomio y darles el tratamiento respectivo según su óptica. Al fin y al cabo, la gran fortaleza del combo noruego es trascender la fisionomía de un estilo específico y mantenerse como un ente vivo que escarba en la historia del metal para que distintos estilos convivan bajo un mismo canon, una técnica que siempre tendrá adeptos y detractores, pero que nunca pasará desapercibida. Y es que Darkthrone es una verdadera institución del metal y en eso sí que no hay discusión. Ahora, si la continuación de “Eternal Hails……” (2021) vuelve sobre estas mismas líneas…ya sería preocupante. Dejemos que el tiempo nos haga meditar las consecuencias de este granizo eterno.    

Pablo Cerda