Café Tacvba: Salón de emociones

Sábado 18 de agosto, 2018
Gran Arena Monticello

Algunos no podrán creerlo, pero es algo totalmente cierto: Chile es una plaza muy importante para Café Tacvba. Pruebas hay muchas, fue uno de los primeros testigos de la explosión del conjunto fuera de México -las canciones de “Re” continúan sonando en la radio-, fortaleciendo el potente arraigo que la música hecha en dicho país tiene en los oyentes locales, desde Juan Gabriel hasta Yuri, desde Pandora hasta Pedro Fernández, la lista es interminable. Por si fuera poco, el cuarteto escogió Santiago de Chile como uno de los puntos en que se grabó “El objeto antes llamado disco”, en una sesión que incluyó a algunos fanáticos. Con todo lo dicho, resultó preocupante y sorprendente la asistencia del público en el Gran Arena Monticello. Era el primer show en solitario de la banda en el área metropolitana desde el 2014 y a las 21 horas -momento en que arrancaría todo- el recinto lucía casi vacío. Hablamos de la misma banda que puede llenar el Teatro Caupolicán las veces que quiera, que años atrás alcanzó algo parecido en el Movistar Arena. Al final, cerca de dos mil personas llegaron a un lugar habilitado para el doble, que disfrutaron de gran forma un recital increíble, pero el mensaje es claro: el próximo show debería ser en medio de la ciudad, más cerca de los seguidores capitalinos.

“Jei beibi” fue el motivo de esta especie de mini gira de Café Tacvba en el país -con un paso en Concepción, la noche del viernes. Su octava producción es una cumbre más en un catálogo generoso en ellas -”Re” (1994), “Revés/Yo soy” (1999) y “Cuatro caminos” (2003) podrían ser las otras-, otra fantástica demostración de que lo popular con lo experimental son conceptos no excluyentes. Lo hemos visto en más de una ocasión pero en manos de los mexicanos siempre suena nuevo, atractivo y con una amplia paleta emotiva. ‘Futuro’ abrió la noche, una alusión a la vida y la muerte -muy presente en las culturas precolombinas- en una marcha folklórica futurista; la oscura ‘Matando’ los acerca a los Radiohead más crípticos y apocalípticos; la picante ‘Me gusta tu manera’ hace contrapunto a la atmosférica ‘Disolviéndonos’ y la luminosa ‘Un par de lugares’, ‘Que no’ es amargura absoluta en un traje indie. El reciente material no desentona al lado de clásicos reconocidos como ‘El metro’, ‘Las flores’, ‘Eres’, ‘La chica banda’ y ‘El baile y el salón’. ‘El fin de la infancia’ levantó al público, ‘Esa noche’ cala hondo en el estudio y en vivo, emergiendo como uno de los grandes momentos en que el público tomó el relevo en el canto de Rubén Albarrán que, a sus 51 años, quedó inmortalizado para siempre en sus veinte. Su figura continúa tan jovial como siempre, saltando por todos lados sin perder nada de su capacidad pulmonar. Es un performer de excepción, carismático, magnético y sinceramente amable, capaz de robarse la atención con una facilidad que llega a dar envidia. Comprometido con diversas causas -ambientalistas y a favor de los pueblos originarios-, su discurso llama más al sentido común que al populismo. No adorna el concierto con mensajes grandilocuentes, sino que lo hace en un momento específico del show. Antes que todo, la música es protagonista, que Café Tacvba posee e interpreta de gran forma. Y lo interpretan los mismos amigos de hace tres décadas.

El regreso de los mexicanos a Santiago contó con un episodio que lo elevó de inmediato a categoría de hito: fue el regreso a los escenarios de Álvaro Henríquez, después del trasplante de hígado en mayo pasado. Fue totalmente sorpresivo -punto para la producción, en una época en que guardar secretos así es toda una proeza, lo lograron cabalmente-, nadie esperaba su presencia y por ese motivo la ovación fue sincera cuando en medio de ‘Déjate caer’, se enciende una luz sobre la tarima para iluminar al líder de Los Tres, guitarra en mano y cantando una parte de la canción. Fue tan escueta su presencia que no da para establecer un juicio sobre su estado de salud, pero ni él ni sus cercanos se arriesgarían a algo así si las condiciones no fueran favorables. Fue una alta cuota de emoción en un concierto que entregó de eso a raudales.

Jean Parraguez
Fotos: Peter Haupt Hillock

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