Periphery + Monuments: Sincronía perfecta

Viernes 7 de junio, 2019
Club Blondie

Al alero de dos excelentes producciones recientes, Monuments y Periphery se dieron cita para debutar en Chile a lo grande. La fecha en modo co-headliner sorprendió a varios desde su anuncio, augurando un encuentro histórico que generaría la sincronía perfecta entre las bandas y su público. Fue una noche soñada, ya que ambas agrupaciones llegaron en un gran momento creativo que tomó forma en el “Phronesis” (2018) de los británicos y en el “Periphery IV: Hail Stan” (2019) de los estadounidenses. Esos registros dibujan las señas inequívocas de una maduración que respaldó sólidamente el directo y, a su vez, funcionó como caldo de cultivo para una jornada sudorosa, energética y vertiginosa que superó las expectativas con creces.

Y es que el magnetismo proyectado por Monuments terminó por convencer hasta al más escéptico. Los primeros acordes de  ‘A.W.O.L’ dejaron en claro que se ganaron el cariño de la audiencia al instante, ya que la masa de personas se movió como las olas de un agitado mar durante toda la presentación. De hecho, la intensidad solo subía de nivel a medida que desfilaban cortes como ‘I, The Creator’, ‘Leviathan’ y ‘Stygian Blue’, con un recinto enardecido que respondía a cada movimiento que los guitarristas John Browne y Olly Steele expresaban en el escenario. Las composiciones de alto calibre marcaron la ejecución de la cuadrilla completada por el bajista Adam Swan y el baterista Daniel Lang, quienes trabajaron como verdaderas máquinas en ‘Mirror Image’, ‘Atlas’, ‘Doxa’ y ‘Empty Vessels Make the Most Noise’ para mantener el flujo natural de una actuación que de a poco se iba encaminando hacia su clímax.

Respaldado en lo aceitado de sus instrumentistas, el hiperquinético Chris Barretto tuvo toda la libertad para montar una puesta en escena envidiable. Recorrió el escenario de cabo a rabo, chocó puños constantemente con las primeras filas y les cantó en la cara, mostrando plena comodidad y derrochando una felicidad que convertía a todos en cómplices de sus locuras. “Quiero que se agachen y exploten como una bomba cuando yo les diga”, ordenó a viva voz antes de empezar ‘Regenerate’ y toda la Blondie quedó de cuclillas en tensa calma para luego estallar salvajemente en saltos y empujones, lo que motivó el lanzamiento del vocalista a la cancha. Se dejó llevar por la onda expansiva de manos que lo sostuvo en estado de levitación hasta que volvió a la tarima para abrochar la primera parte de su espectáculo. Tras el encore llegó ‘Origin of Escape’, en la que nuevamente Barretto se tiró de piquero hacia el respetable y dio la vuelta completa a la cancha en un forcejeo que sin duda regaló una de las mejores postales de la noche. Todo acabó con ‘Hollow King’, dedicada a Donald Trump, y ‘Degenerate’, tramo en que se formó un letal wall of death para poner punto final al periplo de los ingleses, estableciendo así las bases para pensar desde ya en lo exitosa que sería una próxima vuelta a nuestro país.

Tras la machacante desempeño de Monuments, que estuvo lejos de ser un mero acto de apertura, los miembros de Periphery se apropiaron del escenario como verdaderos dueños de casa. Aunque la falta de un miembro tan esencial como el bajista Nolly puede ser difícil de masticar para los más exigentes, el triunvirato de guitarras comandado por Misha "Bulb" Mansoor, Jake Bowen y Mark Holcomb se encargó de mantener la contundencia sin afectar la maciza estructura de ‘The Bad Thing’, la dulzura rítmica de ‘Remain Indoors’, la efectividad melódica de ‘Garden in the Bones’ y la brutalidad sanguinaria de ‘Graveless’. Ver cómo el trío recorrió sus instrumentos en ‘The Way the News Goes…’ fue toda una aventura, las figuras eran complejas y los riffs rebosaban una agudeza al borde de lo criminal cuando se mezclaban con los blast beats del baterista Matt Halpern. Fue tanto el relajo y la disposición a pasarlo bien que Misha y Mark chocaron manos mientras saltaban en ‘Marigold’, dejando que el júbilo se hiciera sentir tan fuerte como sus acordes. Por su parte, Jake Bowen se despachó un solo increíble en ‘Mile Zero’, y ayudó en las voces al todopoderoso Spencer Sotelo, patrono de un carisma inigualable capaz de dominar al público como si fuera una orquesta en ‘Blood Eagle’, jugando con sus armonías entre lo limpio y lo gutural.

Antes de encaminarse hacia el cierre, el concierto alcanzó su apogeo con la incorporación de Chris Barretto para cantar a dúo la incombustible ‘Icarus Lives!’, instancia de antología que de seguro se incrustara en los recuerdos de los presentes gracias al guiño que hicieron a su propia historia, invitando al escenario a un miembro que fue parte de su recorrido en el pasado y que hoy los acompaña afectuosamente en una sublime colaboración. Por supuesto, esta no podía terminar sin Barretto por tercera vez nadando entre la gente y gozando cada instante de la siguiente ‘Masamune’.

Como muestra de cariño, el quinteto salió al escenario después del encore interpretando un “olé, olé, olé, olé, Santiago” a lo que los fanáticos respondieron con un fervoroso “olé, olé, olé, olé, Periphery”, muestra de fraternidad que antecedió a ‘Lune’, pieza oscura y ecléctica, pero de una carga emocional grandilocuente para un público que dejó la hiperactividad de los moshpits y entró de lleno en las planicies sonoras de la despedida elevando sus brazos mientras el coro trepaba hasta el techo.

Volviendo a lo que se planteó al principio, la palabra sincronía es la que mejor describe el debut de Monuments y Periphery en Blondie. Si definimos el concepto como una “coincidencia en el tiempo de dos o más hechos, fenómenos o circunstancias, especialmente cuando el ritmo de uno es adecuado al de otro”, encontraremos ahí una explicación lógica que materializa en palabras una demostración musical opulenta, magistral y sin concesiones que seguramente todos los involucrados querrán volver a repetir en un futuro cercano.

Pablo Cerda
Fotos: Peter Haupt

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