Paul Di'Anno: Una demostración de amor al arte

Sábado 18 de marzo - Club Subterráneo 

Santiago – Chile

 

Quedan pocos artistas que lo que hacen es netamente por el cariño a su oficio. Paul Di’Anno se cuenta como uno de ellos, quien a pesar de tener una reciente operación en su rodilla tras sufrir de una sepsis que puso en riesgo su vida, remeció a todos los asistentes de Club Subterráneo este sábado con un repertorio infalible y más que memorable, en esta, la primera de 3 fechas en Chile. La jornada se basó en un exitoso y nostálgico repaso por los primeros discos de Iron Maiden, en los cuales tuvo no solo participación vocal, sino que también fue encargado de darle vida a verdaderos himnos como ‘Remember Tomorrow’, ‘Running Free’, y ‘Killers’ codo a codo con la pluma de Steve Harris, rememorando así sus mejores años en la agrupación antes de su salida en 1981. Placas que ningún fanático pondría en duda que fueron sus años formativos más importantes y decisivos del quinteto inglés.

 

Di’Anno no es ajeno al territorio chileno. Sus venidas al país siempre terminan siendo algo caóticas y polémicas, pero de culto, muy a su manera, y quienes han estado allí bien saben que el inconveniente siempre termina siendo el mismo: su fuerte carácter. Pero la quinta es la vencida, complicaciones en su salud han pasado y ya con cerca de medio siglo sobre los escenarios cualquiera pensaría que ha dejado atrás su actitud punk y rebelde, pero como dicen por ahí, el punk nunca muere. 

 

A las 21:00 horas en punto, y como si fuera cronometrado, hizo presencia la silla de ruedas del cantante y todo el recinto se volvió un solo grito clamando por su esperado regreso tras 8 años. No es para menos, viene de un complicado periodo personal y volver a verlo se siente más emotivo que las veces anteriores, porque ahora está en medio de su tratamiento a la rodilla gracias a la ayuda de la recaudación de fondos sus fanáticos de todo el mundo, y el apoyo oficial de la banda que una vez le vio triunfar, y todo esto lo hace en medio de giras que parecieran aportarle a Di’Anno su vitalidad entrañable y darle ánimos de seguir adelante en el proceso. Los años no le pasaron en vano, se le ve más viejo, cansado, pero más repuesto tras su operación en septiembre del pasado 2022. Sin embargo, hay cosas que en Paul Di’Anno y su actitud punk no cambian. En su mesa de apoyo se le es servida una jarra de cerveza, dos botellas de agua, una botella entera de tequila y una cajetilla de cigarros, como si estos elementos fuesen todo lo que bastaran para poner en marcha su máquina de artillería pesada, y antes de empezar a cantar se bebe un shot entero de tequila a salud del público.

 

La encargada de abrir el repertorio fue ‘The Ides Of March’, el clásico instrumental de 1981. La responsable de su ejecución fue la camaradería nacional, Genghis Khan, una banda tributo que cuenta de renombre y es bien conocida entre los seguidores del territorio por llevar ya 17 años rindiendo honores a la Doncella de Hierro. Agrupación que cuenta con Gonzalo Carrère y Heraldo Lizama como guitarristas, Francisco Valenzuela en bajo, José Luis Cayón en batería y Osvaldo Donoso como vocalista, todos más que experimentados en la materia, y eso quedó demostrado a lo largo de toda la velada. Sonando impecable, como solo lo puede hacer una conjunto con semejante experiencia, los chilenos le aportaron ese toque sólido, crudo y pesado como solo podían sonar los primeros discos de antaño de Maiden. El desplante de las guitarras gemelas de Carrère y Lizama se compenetraron y fueron uno de los puntos más altos de esa noche con canciones iniciales como ‘Wrathchild’, ‘Sanctuary’, ‘Drifter’ y ‘Murders in the Rue Morgue’ que bastaron para prender a la concurrencia y hacerla reencantarse con los viejos pasajes de adoración a la Doncella. 

 

 

Repasando en lo absoluto y exclusivamente las primeras placas de Iron Maiden, “Iron Maiden” (1980) y “Killers” (1981) destaco las palabras en dedicatoria a la memoria de su ex compañero de banda, Clive Burr, fallecido en 2013, que dieron paso así a la emotiva y lujo de canción que es ‘Remember Tomorrow’. La audiencia cantó e hizo headbang cada una de las estrofas como si se tratara de un poema del heavy, y la emoción y fascinación por tal nivel de locura se hizo tan evidente el rostro del cantante que no pudo evitar confesar que esta venida había sido de las mejores y más especiales, igualando así su amor por Chile casi tanto como lo tiene por Brasil. En medio de ‘Killers’ fue él mismo quien confirmó que somos un país metalero por excelencia al dar cuenta cómo la gente volaba por los aires al escuchar aquel infeccioso coro. 

 

En donde la multitud enardeció aún más fue con ‘Running Free’. Con el apoyo vocal de Osvaldo Donoso, para llegar a las notas más elevadas fue que a ratos parecía reproducir de manera bastante fiel las grabaciones originales, mérito en gran parte de sus discípulos de Genghis Khan. La oda a la libertad, fue en donde coronó sin dudas, pero ‘Phantom Of The Opera’ era de las más esperadas y escucharla en vivo se siente casi como una realización, sobre todo porque son obras como esas las que raramente Iron Maiden toca en vivo, por lo que escucharla desde su voz originaria siempre será toda una experiencia tanto para los más experimentados como para las nuevas generaciones que se podían vislumbrar entre la concurrencia. 

 

El show cerró con broche de oro con ‘Iron Maiden’, y esta fue cantada como un himno nacional del Metal con la misma entrega que la que fue interpretada por primera vez en 1980. Áspera y contestataria como el cantante mismo, concluyó así una hora y media de nostalgia y devoción, en donde no se guardó ningún tipo de comentario. En más de una ocasión, el inglés expresó su rechazo por el cliché del típico rockstar y mantuvo en todo momento una actitud humilde, e incluso mostró su lado más humorístico soltando más de alguna broma al público, y señaló lo “cool” que era con que Chile tuviera un presidente metalero. Sin embargo, con las palabras que me quedo son con que la mejor parte de su recuperación es ver a todo el público junto a él, y eso no es más que una pura demostración de amor por el arte. ¿Si aún llega a los altos o conserva su calidad vocal? Quizás no con la precisión de 40 años atrás, pero en actitud y pasión no se quedó atrás, y Di’Anno es precisamente eso.

 

Lo cierto es que el ambiente eufórico y electrizado jamás se perdió ni por un segundo, y todo eso lo logró desde su silla de ruedas, algo no menor. Por ahí es bien criticado que haga giras en su estado, y quizás tienen razón en ese punto, eso habla del descenso de quien alguna vez logró tocar lo más alto de la cima del Metal y es reflejo de una turbulenta carrera musical, pero los verdaderos motivos de sus conciertos solo los sabrá Di’Anno. Lo que me dejó en claro es que todo eso también se logra con amor sincero por la música y por tu público, y por las ganas de seguir acercando el Heavy Metal a sus fieles entusiastas que no tuvieron la oportunidad de ver ni escuchar los primeros temas que formaron a una de las más grandes bandas a nivel mundial desde su sepa primaria.

 

Bárbara Henríquez

Fotos: Alejandro Parra