Amenra: La tristeza será eterna

18 de octubre de 2023

Sala Metrónomo

 

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Al caer la tarde del silente 18 de octubre, lo que brotaría desde Sala Metrónomo sería un oasis entre la tensa calma del ambiente. Un denso portal de sonido capaz de convertir en cenizas todo lo que lo rodea, tragando luz y escupiendo oscuridad. La cita, que juntaba a los locales de Dejalosangrar, los daneses de Hexis y los belgas de Amenra, prometía y cumplía con creces las expectativas de los amantes del post metal y sus variantes.

 

Desde un inicio, el acertado cambio a Sala Metrónomo permitió que el show se desarrollada de primera con el recinto a toda capacidad. Puntuales, los nacionales de Dejalosangrar se reencontraban en vivo y sin inmutarse dar una clase magistral de ruido. El veterano trío se entrampaba en sus melodías mecánicas y profundas, repetitivas y absolutamente saturadas para dar espacio a pequeños momentos de claridad y textura. Con oficio, la banda dejó el escenario para perderse entre sus toneladas de distorsión y preparar el ritual.

 

 

Entre penumbras y apoyados sin más que luces blancas y estroboscópicas aparecía Hexis. Absolutamente virulentos, los daneses que mezclan en su propuesta elementos de black metal, sludge y hasta hardcore, demolieron el ambiente con intensos dobles bombos y veloces riffs. Hexis, con más potencia y profundidad, logran penetrar sin ser estridentes y brillantes. Su idea, lejos de estar en los márgenes del estilo, se compensa con una solidez casi monolítica y extremadamente violenta y ruidosa. Eso se traduce en una batería que no se detenía y que mantenía el ritmo constante casi como una tronadura y una impecable demostración vocal. Los daneses se imponen como una banda con actitud, capaz de desmantelar cualquier ocasión con su punzante sonido.

 

 

Ante todos y sin más luz que lo proyectado en el telón, Amenra cerraba la jornada presentando parte de su último trabajo “De Doorn” (2021) y centrándose en los clásicos de “Mass” III IIII y VI. El quinteto, apoyado de un trabajo visual alucinante en blanco y negro, rompió el silencio con los primeros acordes de 'The Pain It Is Shapeless' y los alaridos de Colin H. van Eeckhout retumbaban en la sala. Como es de costumbre, el vocalista -siempre de espaldas al público- se retorcía al ritmo de 'Plus Près De Toi' y 'Razoreater'. Amenra, dentro de su extenso rango para pasar de riffs pesados oscuros a interludios cargados a la atmósfera crea un ambiente y una sensación única en quienes sí buscan refugio y disfrutar de los cambios que ofrece la banda. Lamentablemente, ese ambiente se disipaba a ratos interrumpido por gritos y una actitud displicente de cierto sector del público. La banda, imperturbable y sumida en lo suyo, lograba retomar esa línea y al mismo tiempo fragmentar los intervalos con riffs y baterías que entraban y salían.

 

De ahí en adelante la banda arrojaba y recibía. Por pequeños intervalos Colin se dejaba ver, se quitaba prendas y compartía voces con De Gieter al bajo. Ya hacia el final, el epílogo más ritualesco de la banda involucró canciones como 'Nowena', la disonante y áspera 'Am Kreuz' y el hit 'A Solitary Reign'. De espaldas y sin polera, Colin mostraba el símbolo de la banda tatuado en su espalda, las vigas de una horca en sentido contrario. De fondo, las proyecciones y el apoyo visual que complementaban una experiencia más allá de lo sónico. Amenra, con sus penetrantes argumentos sobre el escenario regresaba a alinear o desalinear a cualquiera que se expusiera a sus interpretaciones.

 

 

Instancias como este triple encuentro entre exponentes de diversas corrientes de un género cada vez más popular en el circuito local es tremendamente saludable para la escena, considerando el acercamiento de bandas locales como La Bestia de Gevaudan o Baikonur a la escena europea del Dunk! Fest o ArcTanGent y el ejemplo de Luxferre o colectivos como FeRal. Bandas y ocasiones que observan al metal desde una perspectiva más etérea pero intensa, donde no se vale sólo hacer ruido, sino que dotar de contenido y filosofía, alimentando al circuito.

 

Matías Muñoz

Fotos: Mario Miranda