Katatonia + Samael: Ceremonia colosal

Domingo 10 de noviembre de 2024, Blondie.

 

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La cancelación del CL Rock pegó fuerte en el entorno metalero nacional. Era la oportunidad ideal de disfrutar de un cartel soñado en el que se encontraran las distintas tendencias de la música pesada, muy en línea con lo que se vive en festivales extranjeros que tanto decimos admirar. El distanciamiento entre la productora mexicana Cacique y su contraparte chilena Spider hizo imposible la materialización de un evento con más de 30 agrupaciones, lo que puso las giras de varias bandas en la cuerda floja, con todo lo que eso implica. Afortunadamente, la rápida acción de productoras como Chargola, Chamuco y Atenea, en el caso que nos convoca, lograron darles curso a encuentros más pequeños para salir del entuerto, lo que derivó en interesantes reuniones como la de Samael y Katatonia en Blondie. 

 

Sin actos chilenos de por medio, lo cual llama la atención porque Weight of Emptiness hubiese caído parado acá, Samael dio inicio a su tercera pasada en suelo nacional con el público rendido a sus pies. A diferencia de las otras dos venidas, esta no se enfocó en un disco en particular como sí pasó el 2022 con “Passage” (1996) y el 2020 con “Ceremony of Opposites” (1994), lo que dejó la puerta abierta para un setlist un poco más equilibrado, pero siempre con un ojo puesto en el vital “Passage” (1996) que acaparó los primeros momentos del show con ‘Rain’ y ‘Shining Kingdom’. Lo primero que llama la atención desde el escenario es la ímpetu de la banda, especialmente de un Xy que no por estar rodeado de máquinas se limita a permanecer inmóvil, todo lo contrario, sus saltos llenan la tarima de dinamismo mientras las ondas de ‘Slavocracy’ cubren la Blondie de oscuridad industrial. Verlo pasar entre la batería y los teclados en ‘Son of Earth’ es un espectáculo en sí mismo, sobre todo cuando se asocia con el sólido Ales Campanelli, quien hace temblar su bajo sin piedad y lo levanta mientras espera empaparse de la química de sus fieles. 

 

Una de las interacciones más kinéticas se vivió en ‘Jupiterian Vibe’, un mazazo que requería la atención plena del público y la tuvo, fue un buen entremés para recibir a ‘The Ones Who Came Before’, en la que Thomas “Drop” Betrisey quedó a cargo de la guitarra solista mientras Vorph se dedicó solo a cantar y orquestar la misa industrial con todas las de la ley. Los riffs de Drop desfilaron con gran prestancia mientras conectó con el público haciendo suyo el rincón derecho mirando al escenario, pero cuando Vorph se colgó de nuevo a las seis cuerdas en ‘Ceremony of Opposites’ y ‘Samael’, volvemos a la pesadez riffera en plena forma, ambos frente a frente ostentando máxima complicidad con sus hachas. ‘Infra Galaxia’ nos devolvió al Vorph en formato frontman y vaya que es llamativo verlo así porque sus movimientos te mantienen enganchado cien por ciento a su performance, con esas gesticulaciones dramáticas en las que acapara todo el foco.

 

 

Cuando abren las fauces de su black metal industrial en ‘Reign of Light’ y puntualmente en ‘Baphomet's Throne’, esta última con el escenario en rojo y las pantallas luciendo primero a Baphomet y, luego, un pentagramas en llamas, nos confirma la importancia del juego de luces, un elemento tan central como el atronador despliegue de los suizos, el relato del setlist y la participación de sus devotos que repasamos en este análisis. El final con ‘Black Trip’ y ‘Black Supremacy’ fue brutal, un torbellino que logró contagiar a una pequeña sección de público más joven al medio de la pista que se animó a un par de empujones, pero no más que eso. Los demás preferían mantenerse en su lugar con los brazos arriba recibiendo el devastador torrente de energía que parecía caer con más fuerza a cada segundo. 

 

Así las cosas, la tercera manifestación de Samael fue arrolladora y su aguerrido espectáculo se perfiló como el complemento perfecto para la introspección que nos esperaba con Katatonia, quienes no se quedaron atrás cuando hablamos de altas cotas de emoción. En el caso de los suecos, esta visita también se enmarca dentro del tour de presentación de “Sky Void of Stars” (2023), al igual que en su pasada de marzo del 2023 que ya se inscribía como una de las mejores que les hemos presenciado. Estableciendo los puntos en común con dicha jornada, la reciente publicación volvió a acaparar un alto porcentaje del setlist, lo cual no viene nada mal. De hecho, el público volvió a responder de manera positiva al arranque con ‘Austerity’ y ‘Colossal Shade’, y después se exhibieron grandes muestras de cariño en ‘Opaline’, con las palmas del público siguiendo la percusión, y especialmente en ‘Birds’, que debería quedarse en sus futuros setlists como una de las sobrevivientes a este período. 

 

Y si la respuesta ante las nuevas canciones fue increíble a lo largo del show, cuando aparecieron ‘Lethean’, ‘Deliberation’ y ‘Forsaker’, el público se entregó de lleno. Cada palabra de Jonas Renkse era coreada a todo pulmón por el respetable y cómo no si esos coros llegan al alma y la poseen para envolverte en una catarsis infinita. En estos términos, ‘Leaders’ dejó una de las mejores postales, no solo por la avasalladora respuesta de una Blondie repleta, sino porque ese riff mastodóntico vio al trío de cuerdas dejar el alma completa en el escenario. 

 

 

Es que se notaba que cada corte era entregado con el máximo de goce por parte de la escuadra sueca, el headbanging era al unísono, cada movimiento del bajista Niklas Sandin sumado a los guitarristas Nico Elgstrand y Sebastian Svalland estaba calculado. En el análisis hombre por hombre, ‘Behind the Blood’ sirvió para detenerse en un Svalland en llamas que provocaba la mayor acción en la parte derecha mirando hacia el escenario, mientras que las fluctuaciones de ‘Soil's Song’ permitían que Daniel Moilanen entregara una de sus interpretaciones más vigorosas, fue milimétrico en cada golpe y certero con un bombo que te agitaba el corazón. Por su parte, ‘Old Heart Falls’ fue el momento perfecto para apreciar a Niklas Sandin, quién era el hilo conductor de un track solemne e intenso, de hecho, se acercó a Daniel en una parte para hacer gala de su funcionamiento como base rítmica junto a un concentrado Nico Elgstrand en la guitarra y, luego, en ‘Criminals’ cuando fue a acompañar a Svalland. 

 

Verlos en formato quinteto fue una de las grandes diferencias entre su visita del 2023 y del 2024. De hecho, esto hizo que la potencia desmedida de ‘Onward Into Battle’ y ‘My Twin’ se sintiera mucho más orgánica a fin de montar el telón de fondo perfecto para que Jonas Renkse disfrutara a concho de su conexión irrefutable con los chilenos. Momentos para el bronce como “Ustedes deberían participar en el siguiente disco” y el “chi chi chi le le le” se empalman con el círculo que hizo junto a sus compañeros en ‘July’ después del encore y la explosión interpretativa de la siempre magnífica ‘Evidence’, que dejó a todos con ganas de más. 

 

Si hablamos de perlas sónicas, no podemos dejar pasar la inclusión de ‘For My Demons’ más al medio en el set, ya que no se escuchaba en suelo chileno desde el debut de la banda en 2011. Sabemos que, en general, los suecos son bien cautos con su material noventero y, por lo que se ve, fue la escogida para representar esta etapa en vez de ‘Teargas’, que se venía viendo en los setlists de la gira. Sin lugar a dudas, fue uno de los momentos decisivos del concierto, con el solo hecho de que Renkse nombrara al “Tonight’s Decision” (1999) ocasionaba una ovación estruendosa de parte de una fanaticada que se mostró agradecida en todo momento, lo que hace pensar una y otra vez que deberían echar mano más seguido a esa parte de su discografía para mejorar aún más una experiencia que ya de por sí es satisfactoria, pese a la ausencia del querido Anders Nyström. 

 

 

Aprovechando no solo a un público bastante similar, sino que también a ese espíritu explorador que les ha permitido correr los cercos del metal buscando la constante evolución, el encuentro de los liderados por Vorph y por Renkse fue una de las mejores soluciones surgidas a partir de un momento de crisis. Los suizos y los suecos midieron sus fuerzas de igual a igual conformando un show redondo en el que ninguna de las bandas se sintió ni ajena, al contrario, fue un espectáculo exquisito que, como se escuchaba en las conversaciones en los pasillos de la Blondie, a lo mejor no hubiera tenido el mismo efecto inserto en la batahola de un festival grande. Lo importante es que la gente no solo respondió en términos sinergia con ambos grupos, tal y como se destacó ampliamente en todo este comentario, sino que lo hizo en la convocatoria llenando la mítica discoteque capitalina. Muchos asistentes sortearon las barreras financieras y la sobrepoblación de conciertos a raíz de la cancelación del CL Rock para entregarse de lleno a una ceremonia colosal que se anota una medalla tanto en la historia de Samael como de Katatonia acá en Chile y que esperemos que tenga muchos capítulos más en los años venideros. 

 

Pablo Cerda

Fotos: Lilith Fernández