Jeff Buckley: cuando extrañas a alguien Recordando al estadounidense en un aniversario de su nacimiento Jueves, 17 de Noviembre de 2022 No es fácil escribir sobre uno de los músicos, aunque no de los más recordados, más importantes de los noventa, que dejara un legado tan trascendente como escueto. Poseedor de una de las voces más privilegiadas del rock y de una sensibilidad que conmueve, su leyenda es aumentada por su repentina muerte y por la incertidumbre de un potencial abruptamente interrumpido, cuando, en una tarde de mayo de 1997, decidió lanzarse a nadar en el río Mississippi, del que salió sin vida cinco días después. Muchas discusiones se generan en torno a qué es lo que hace a un gran artista. Hay quienes abogan por las capacidades técnicas, otros por la originalidad y la innovación, y algunos que apelan a la expresividad y la capacidad de transmitir emociones y estados anímicos. Dichas discusiones generalmente quedan en nada, pues cada uno termina manteniendo su posición original. Una disputa sobre Jeff Buckley carece de sentido, pues él tenía todas esas características y más: una voz cristalina, un registro amplísimo, capaz de abarcar desde oscuros susurros hasta los tonos más altos de una soprano, una calidad compositiva indiscutible y sobretodo, una gran capacidad de comunicar con cada nota que cantaba y salía de su guitarra. El legado de Tim Buckley y el ascenso de Jeff Si el componente genético cuenta, vale la pena mencionar que su madre era una concertista de piano y violoncello, y su padre fue nada menos que Tim Buckley, un cantante y compositor que tuvo relativo éxito a fines de los sesenta y principios de los setenta, y que incursionó en estilos como folk, jazz y funk. Lamentablemente, como el talento, la tragedia también parecía ser hereditaria, pues Tim fallecería a los 28 años a causa de una sobredosis de heroína. Aunque Jeff vio a su padre sólo una vez a los ocho años, el efecto de su presencia fue suficiente para adoptar su apellido, hasta ese momento había sido criado como Scott Moorehead, con el apellido de su padrastro. Pero el cambio de nombre no fue el único evento relacionado con Tim Buckley que marcó su vida. Tras cursar dos años en el Instituto de Música de Los Ángeles y de probar suerte en varias bandas, vino su primera actuación en público. El 21 de abril de 1991 se presentó en un tributo a Tim realizado en Nueva York, donde cantó las canciones ‘I Never Asked to be Your Mountain’ y ‘Once I Was’, ambas compuestas por su padre. A partir de este momento, Jeff empezó a presentarse regularmente en el café neoyorquino Sin-è (donde fue registrado el imperdible directo “Live at Sin-è”), primero tocando solo, pero progresivamente incorporando material propio. Fue en esos momentos cuando comenzó a tener una base de seguidores y cuando los ejecutivos de sellos discográficos comenzaron a interesarse en él. Finalmente firmó con Columbia un acuerdo de un millón de dólares por tres discos. Se pavimentaba así el camino para la creación de una de las grandes obras del rock. "Grace" Para la creación de este disco, Jeff reclutó a Mick Grondahl en bajo, Matt Johnson en batería y a Michael Tighe, quien se uniría un poco más tarde resto para ocupar el puesto de guitarrista rítmico. Así, con Andy Wallace en la producción, Buckley y compañía dieron vida a siete canciones originales y tres covers que se lanzarían el 23 de agosto de 1994 bajo el nombre de “Grace”. Sus canciones, según el mismo Buckley, hablaban sobre amor, drogas, sexo, sueños, rabia, excesos, autodestrucción y conocimiento personal. Aunque el disco tuvo inicialmente un éxito moderado, la crítica lo aclamó de inmediato, y tanto especialistas como colegas músicos se deshicieron en innumerables elogios. Finalmente, apoyado por extensas giras por Estados Unidos, Europa y Australia, “Grace” vendió cientos de miles de copias y terminó siendo un exitoso debut. Aunque satisfecho por el resultado, la aceptación de la crítica y los medios siempre desconcertó y hasta incomodó a Buckley. Abrumado por el éxito, Jeff intentó reclamar su anonimato y comenzó a presentarse en solitario, volviendo a tocar en pequeños cafés, sin anuncios ni publicidad, usando los nombres de The Crackrobats, Father Demo, The Halfspeeds, entre varios otros. Sus últimos días y su legado Hacia el final de 1996, Jeff empezaba a preparar el que sería su siguiente disco. Descrito como “un manual para perdedores enamorados”, Buckley se refería a su nuevo trabajo como “una evolución radical desde Grace, simplemente porque llevamos mucho más tiempo tocando. En Grace, habíamos estado juntos por cinco semanas o algo así, y Michael [Tighe] ni siquiera estaba en la banda. Ahora todos juegan un rol fundamental en cómo la música se está haciendo. Será mucho mejor”. Lamentablemente, la desgracia tocaba la puerta de Jeff y llegaba para reclamar su vida. El 29 de mayo de 1997, Buckley estaba en la orilla del Mississippi con la roadie Keithi Foti, cuando, en una actitud jovial se lanza al río cantando ‘Whole Lotta Love’ de Led Zeppelin. A los pocos minutos fue perdido de vista y cinco días después, su cuerpo sin vida era encontrado a kilómetros del lugar donde se le vio por última vez. La versión oficial habló de un ahogo involuntario causado por la ola de un bote que pasó cerca. Jamás se encontraron indicios de alcohol, drogas o ni nada que hiciera pensar que se trataba de un suicidio. Según sus últimas entrevistas, Jeff estaba sumamente feliz y disfrutando del momento por el que pasaba. Así, a los 30 años, terminaba la vida de una de las figuras más prometedoras del rock. Las tomas no terminadas fueron lanzadas en 1998 en “Sketches for My Sweetheart the Drunk”. En la actualidad, los derechos sobre la obra de Jeff están en manos de su madre, Mary Guibert, quien ha intentado mantener vivo el legado de su hijo con lanzamientos periódicos de material en vivo, rarezas, dvds y documentales. Además, músicos como Jimmy Page, Thom Yorke y Chris Cornell han reconocido el talento y la importancia de su obra. Pocas trayectorias en el rock han tenido un brillo tan intenso y efímero como la de Jeff Buckley. Comparable a las muertes de Jimi Hendrix y Janis Joplin, resulta imposible no preguntarse ¿qué hubiera pasado si...? ¿Qué tan lejos habría llegado su música? ¿Cómo sería su obra hoy, cuando cumpliera 44 años? Son interrogantes que jamás tendrán una respuesta, pero que encuentran alivio en la posibilidad de refugiarse en, aunque sea, un álbum, grandioso, infinito, que permite descubrir algo nuevo cada vez y que es más que suficiente para mantener viva su leyenda por generaciones. Sobre su muerte, una amiga cercana de Jeff dijo una vez: “tengo esta imagen, lo veo de espaldas en el agua, cantando y pensando ‘ojalá este segundo durara para siempre’ y así fue”. Sin duda, así fue. Álvaro Rojas Tags #Jeff Buckley # JeffBuckley # Tim Buckley Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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