Dear friend Bob: La huella de Dylan en Chile Miércoles, 12 de Octubre de 2022 (Publicado originalmente en revista #Rockaxis215, mayo de 2021) Qué duda cabe. Dylan es uno de los músicos más influyentes del planeta. Su obra ha impactado en un número importante de cantautores y cantautoras nacionales en los últimos 20 años, pero el peso de su catálogo en sus contemporáneos chilenos ha sido poco abordado por prensa e investigadores. Conversamos con músicos, músicas, comunicadores y periodistas sobre la influencia y relación del también Premio Nobel con Chile, desde los lejanos sesentas a la actualidad. Por Cristofer Rodríguez Uno de los discos más importantes de la primera generación del rock latinoamericano, “Kaleidoscope Men” (1967) de Los Mac’s, incluye un verdadero hito cultural para el provinciano Chile de los años sesenta. Compuesta por la dupla David McIver y Willy Morales (líderes del grupo), más un tercer autor proveniente de una banda amiga, Juan Mateo O’Brien de Los Vidrios Quebrados, la pista cinco fue la primera canción de la historia nacional en invertir un solo de guitarra eléctrica vía utilización del estudio de grabación (gracias a la intuición y talento del ingeniero Luis Torrejón), pariendo la psicodelia nacional. La canción en cuestión es ‘Dear friend Bob’, dedicada a quien, además, motivó el despertar poético de los músicos: Bob Dylan. El suceso dice suficiente sobre el impacto que Dylan tuvo en algunos de los más célebres músicos de los orígenes del rock en Chile. Juan Mateo O’Brien recuerda: «estuve unos meses en Europa y en esa época en Francia ya Simone de Beauvoir había dicho que Dylan merecía el Premio Nobel de Literatura, entonces yo llegué con el disco “The Freewheelin' Bob Dylan” (1963) y se lo mostré a Los Vidrios Quebrados y quedamos fascinados. Siempre tuve una inclinación a las letras, después salieron Los Byrds, entonces tuvimos ahí una influencia radical. ‘We can hear the step’ tiene una influencia directa de ‘The times they are a-changin’». Otro de los músicos que ha declarado su admiración por el cantautor es Eduardo Gatti, fundador de The Apparitions y del grupo de rock progresivo Blops. «A Dylan lo conocí a los 15 años y la verdad es que para mí fue un shock, no solamente las melodías, sino que las letras. Dylan es una motivación, un ejemplo que llegó muy joven de que se podía hacer algo con una guitarra, aunque también tuve otras influencias como Donovan, Joan Baez, Judi Collins. Mis letras no son parecidas a las de Dylan, pero fue una influencia musical. En ‘Los momentos’ se juntan dos cosas, porque la influencia es más local, a los 16 años vi a Violeta Parra y fue una semilla que quedó plantada». Sin embargo, al abrir el foco es fácil rastrear que la presencia de Dylan en los primeros rockeros chilenos, salvo por esos nombres ilustres, fue muy particular e incluso marginal, aún en los círculos de clase más acomodada, lo que por supuesto se acentuaba en los sectores de clase media y popular. «Esto era por correos de amigos, que de repente los papás viajaban a Estados Unidos y traían un disco. En Chile nunca fue editado en esos años y tampoco fue tocado en ninguna radio. Fue muy poco conocido, solo en un grupito muy reducido», agrega Gatti. Otros músicos tienen vagos recuerdos del cantautor y su imagen asoma en su memoria muy lejos de los años sesentas y setentas. Antonio Smith, principal compositor del grupo Congregación, es categórico: «tengo la noción de algunas escuchas en ese período, pero Dylan y sus canciones me parece que llegaba a un grupo reducido de gente. De mi lado nunca tuve un disco suyo, tampoco lo seguí, no obstante, puedo reconocer su calidad como cantautor». Andrés Godoy es otra de las leyendas de los primeros capítulos del rock en Chile. Aunque más joven, ya en los años sesenta cultivó un amor por la música que lo llevó a participar en grupos que circularon entre las peñas y los gimnasios, el más destacado, Andrés, Ernesto y Alejaica. «Yo soy del 53 y mi referencia con Dylan es tardía, diría de mediados de los sesenta, pero a esa altura Dylan ya tenía tres o cuatro discos, era muy prolífico, pero para mí no significaban mucho ni sus letras ni canciones, porque no sabía inglés, no entendía su poética o discurso. Tampoco Dylan sonaba mucho en las radios de la época, era una suerte de fenómeno under o alternativo onda “¿has escuchado a Dylan?”. No todos podíamos escucharlo en el Chile de principios de los sesentas porque no todas las familias de trabajadores y obreros de aquel tiempo tenían radio y menos aún tocadiscos, eso era de la clase rica», recuerda. Las grietas para llegar a Dylan eran profundas. Idioma, clase y poca presencia en las radios (posiblemente por su musicalidad alejada del pop y el rock más comercial de la época). Pero los entrevistados coinciden en que una de las razones claves para entender por qué Dylan no alcanzó los niveles de idolatría e influencia que ejerció sobre los contemporáneos anglosajones, además de las causas mencionadas, es que en Chile tuvimos un movimiento de cantautoría folclórica lo suficientemente poderoso para prescindir de la figura del mesías del folk. Para el director de Radio Futuro y fanático de Bob Dylan, Rainiero Guerrero, la figura del estadounidense no logró penetrar en la cartografía estética de los músicos chilenos y mucho menos ser determinante en la conformación de las escenas musicales de la época. En sus palabras: «No logro conectar con la figura de un chileno que tenga la impronta de Bob Dylan. La figura de Víctor Jara es tan potente en sí misma, tan propia, que creo que se erige por derecho y sentido propio. Probablemente Víctor sí conectó y supo que existía Dylan y ahí debe haber una conexión, pero no sé cuánto de eso influyó en la canción protesta chilena, que viene de Violeta Parra y de ahí para adelante. Me parece que acá hay una historia bastante desarrollada y bastante propia donde Bob Dylan puede pasar perfectamente desapercibido». La periodista especializada en música Bárbara Alcántara tiene una opinión similar. «Creo que sí influyó, pero lo que estaba pasando en Chile era súper potente y el discurso de la Nueva Canción Chilena también era súper potente”. Sin embargo, reconocen que en otros países de habla hispana hubo una presencia mucho más notoria. Mientras para Guerrero «Argentina fabricó su propio Dylan» en la figura de León Gieco, para Alcántara «Andrés Calamaro y Joaquín Sabina son inseparables a la estética dylanesca». Algo que no ocurrió en Chile sino hasta el siglo XXI. You walk into the room 1 de Agosto, 1971, Madison Square Garden, Nueva York. La crisis humanitaria en Bangladesh motivó el primer gran evento benéfico del rock. Organizado por George Harrison y Ravi Shankar, el histórico recinto recibió una suma nunca antes vista de artistas congregados por una causa social, entre quienes destacaron Ringo Starr, Badfinger, Eric Clapton, Leon Russell, Billy Preston y Bob Dylan. «Yo estuve 15 minutos aplaudiendo a Dylan cuando apareció en el escenario, con su temperamento y una actitud bastante despectiva, pero no porque no quisiera estar ahí, sino porque él es así. Ya habían salido varias figuras y sale este muchacho medio crespo, chaqueta de jeans, con una guitarra y una armónica y el público comienza a gritar “¡Bob! ¡Bob!”. Eran verdaderos alaridos por esta persona solita en un rincón cantando. Entre alaridos de algunos y lágrimas de otros, empecé a sentir el magnetismo de este ser único. No tenía nada de lo que yo estaba acostumbrada en el rock. Tremendo, tremendo, importante poeta». Denisse quedó impactada con la sola presencia física de Bob Dylan. Si bien conocía al cantautor desde fines de los sesenta, no fue sino hasta verlo en vivo en que comprendió el fenómeno. A partir de ese momento, se fraguó en ella un amor incondicional por la obra del compositor mayor. En los años setenta, otros chilenos van a tener un contacto con Dylan que marcaron su destino como artistas y productores. Peculiarmente, todos en el extranjero. Hernán Rojas recuerda un hecho crucial en su carrera: «trabajé muchos años en el Village Recorder, que era como la casa de Bob Dylan, donde también estaba The Band. Cuando me tocó trabajar en el último disco de ello antes de separarse, “Islands” (1977), Dylan andaba ahí, pero no era posible hablar. Cuando hicimos “The Last Walz” (1978), era segundo ingeniero y también aparecía Dylan y eso era alucinante por toda la implicancia que tuvo ese concierto, con la película de Scorsese. Mi conexión con Dylan es profunda, era impresionante verlo». El caso de Mauricio Redolés es diferente. Su primer contacto consciente con Dylan fue en la Cárcel de Valparaíso, donde leyó su libro de poemas “Tarántula” (1971). Sin embargo, es en los años de exilio cuando su aproximación al cantante adquiere interesantes ribetes personales. «Una amiga inglesa me grabó un casete de Leonard Cohen y varios años después supe que la mitad del casete era Bob Dylan. Después, en el año 81, en una librería encontré la biografía de Dylan de Tony Scaduto (1971) y me apasionó enormemente cuando supe de su vida. Hubo cosas que me marcaron, como el hecho que era un tipo muy joven, muy famoso, que seguía viviendo en un departamento sin muebles y un puro colchón en el suelo. Además, merodeaba por clubes cantando desafinado y con la guitarra desafinada, que es una huevá que me pasaba a mí, además que él es serpiente y géminis, igual que yo. Me identificaba mucho como Joan Báez veía a Dylan, como un tipo que necesitaba protección, igual que yo en el exilio que sentí que necesitaba protegerme. Después fui a cuidar la casa de una amiga una vez y tenía el disco “Desire” (1976) y fue el que más escuché allá. Otra vez toqué e invité a una chica de la que estaba enamorado, pero ella fue a ver a Bob Dylan. Me dio rabia». Nunca quedas mal con nadie Los relatos de Denisse, Rojas y Redolés abordan a Dylan en otro nivel, más humano que musical. La conexión con su figura se vuelve más íntima y se advierten rasgos peculiares del autor. Físicamente escuálido y desalineado, anímicamente arisco y reservado, pero con un aura incandescente, mesiánica. Estas características también han jugado en contra de la fama del cantante, acusándolo de frívolo y artísticamente poco estimulante, tensión que toma forma en un episodio en particular, que cruza su nombre con nuestra historia. Famosa es la historia del recital organizado por Pete Seeger y Joan Báez en solidaridad con las víctimas de la dictadura chilena. El 9 de mayo de 1974, en el Felt Forum del Madison Square Garden, se desarrolló el acto “An evening with Salvador Allende: The friends of Chile benefit”, con artistas como Arlo Guthrie, Dennis Hopper, Mike Love y la presencia de Joan Jara en el público. Dylan era un invitado de honor, pero las cosas no salieron como se esperaba. Un Dylan borracho, que actuó por pocos minutos y no se refirió a los sucesos ocurridos en el país, fue el saldo de un recuerdo amargo para algunos de los asistentes. «Creo que Dylan nunca se involucró realmente, pero no lo culpo, fue un personaje que se movió a su pinta siempre y no sé cuánto le interesó la historia política chilena», afirma Rainiero Guerrero, quien acentúa que, en ese caso, Joan Báez fue un personaje que sí tuvo gestos de solidaridad con Chile, incluso viniendo al país en 1981. Bárbara Alcántara complementa este relato. «Su discurso también empezó a cambiar, dejó de ser tan político, fue evolucionando, se puso más romántico incluso». Este acontecimiento no se conoció masivamente en Chile y quedó como una anécdota, sin embargo, su figura comienza a ganar un poco más terreno que en la década anterior. Para varios artistas chilenos, Dylan es una figura conocida, respetable, pero difícil de abordar en tanto a su compromiso político. Célebres son las actuaciones de Los Prisioneros donde se escucha a Jorge González cambiar la letra de ‘Nunca quedas mal con nadie’, recitando «Me aburrió tu postura intelectual / Eres una mala copia de Bob Dylan». El nexo que González hace entre el Canto Nuevo y Dylan es curioso e impreciso. Gatti no recuerda que Dylan haya sido un nombre central en la movida de cantautores del Café del Cerro, y autores como Marisol García y Fabio Salas reconocen que la figura de Silvio Rodríguez fue, sin dudas, la más determinante para esa generación. Pese a esto, el nombre no es totalmente ajeno. El periodista y músico Gonzalo Planet señala que, en general, «Dylan sí estuvo presente en el Canto Nuevo, aparecía en la revista La Bicicleta que fue muy influyente para todo el movimiento, casi como un articulador, lo que además se cruza con la visita de Joan Báez». Efectivamente, la figura de cantor político que inspiró a John Lennon a escribir letras más inteligentes y contribuyó al movimiento pro derechos civiles de los años sesenta es muy diferente a la estrella de rock recluida que representaba Dylan desde los setentas y ochentas. Un Dylan que pasó por una conversión y reconversión religiosa, desafiliado del papel de activista del cual renegaba. Si los cantautores chilenos buscaron referentes, el cantautor parecía un ejemplo lejano y poco familiar en aquellos años. Andrés Godoy lo sintetiza de la siguiente manera: «en ese mismo tiempo tenían más impacto y relevancia en la onda folk de protesta Pete Seeger o Woody Guthrie. De hecho, respecto de este último, me impresionó en ese tiempo saber que escribió sobre su guitarra la frase “esta máquina mata fascistas”. No tengo mayores antecedentes de un interés o participación más comprometida de Dylan con la dictadura o los derechos humanos en Chile de aquel tiempo, al revés de Pete Seeger y el mismo Phil Ochs, quienes sí realizaron varias acciones». Redolés también se refiere al Dylan político. «En esa época, para mí la Unión Soviética era un esfuerzo que hacía el Partido Comunista soviético por construir un nuevo tipo de sociedad, independiente del desastre posterior, pero el esfuerzo era legítimo. Que hablara contra los rusos me cayó como las huevas». May you stay forever young Tuvieron que pasar años para que Dylan adquiriera la estatura de personaje universal en el público chileno. Con el retorno a la democracia, la globalización de la cultura, la velocidad de la información gracias al internet y el renacimiento del músico tras el aclamado álbum “Time Out of Mind” (1997), una nueva generación de artistas locales percibe al compositor como referente. Casos hay muchos, con nombres como Leo Quinteros, Chinoy, Angelo Pierattini, Javier Barría y Felipe Cadenasso. También pueden contarse ciertos hitos relevantes en una historia más estrecha con el país, como la aprobación que Nicanor Parra hiciera para su primera postulación al Nobel, al recitar el estribillo de ‘Tombstone blues’ el año 2000. «“My father is in the factory and he has no shoes / My mother is in the alley looking for food / And I'm in the kitchen with the thumb stone blues”. Con esos tres versos se hace acreedor a todo. Son tres versos kilométricos». Dos años antes, en 1998, el cantautor debutó en Chile con un concierto en el Teatro Caupolicán, para luego repetir los años 2008 y 2012 en el Movistar Arena. Hernán Rojas asistió a los tres recitales. «Estuve en todos. Como trabajaba en Radio Futuro, siempre intenté poder tener algún contacto con él, pero siempre fue imposible. Tiene mucho que ver con esta cosa de Dylan de siempre mirar para adelante, como su Never Ending Tour, los cambios musicales, los cambios estilísticos, pero sigue siendo Dylan. En todos hubo gente de varias generaciones y esperaban que cantara sus hits, pero él interpretaba sin anunciar y con unos cambios que hacían difícil percibir cuál era cuál, pero en forma muy encriptada y muy en su estilo rebelde. A él no le interesa vivir de la nostalgia, toca le salga como le salga, a su manera, dándole la espalda a parte del público, sin hablar. A su manera es uno de los más grandes». Redolés también recuerda la oportunidad en que lo vio por primera vez en vivo en suelo nacional. «Me pasó algo que nunca me había dado antes. Había visto a Leonard Cohen, había visto a Paul McCartney, había visto a Los Lobos, pero nunca me había ocurrido que al ver entrar al personaje, este chico que empieza con su voz gangosa [lo imita] “How many roads…” y decir “¡ahí está el conchesumadre, hueón!”. Vi el halo sagrado que destruye la reproducción mecánica de la obra de arte». Un impacto que en 1971 experimentó Denisse al verlo más joven, prácticamente solo con sus letras sobre canciones de melodía escueta y voz delgada, pero con una impronta de leyenda que pocas veces volvió a experimentar. La secreta presencia de Bob Dylan en el rock chileno. Tags #Bob Dylan #Chile #Los Mac's #Juan Mateo O'Brien #Denise Corales #Eduardo Gatti #Mauricio Redolés #Gonzalo Planet Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. Ultimos Contenidos Rock Shows Divididos: potencia telúrica directo al corazón Sábado, 27 de Mayo de 2023 Rock Noticias El rock se lució en la Semana de la Educación Artística Viernes, 26 de Mayo de 2023 Rock Noticias Celebramos el regreso de The Mars Volta a Chile con pack imperdible Viernes, 26 de Mayo de 2023 Rock Noticias Royal Blood anuncia su cuarto álbum con el single 'Mountains at Midnight' Viernes, 26 de Mayo de 2023 Rock Noticias Carlos Cabezas estrena video con La Banda del Dolor Viernes, 26 de Mayo de 2023 Rock Clásicos Europe Viernes, 26 de Mayo de 2023 Rock Galerias Kraftwerk Viernes, 26 de Mayo de 2023 Rock Noticias 'Devil in Disguise': Rancid presenta nueva canción Jueves, 25 de Mayo de 2023