Ranking discos de Metallica Sin detenerse, sin rendirse... Lunes, 17 de Julio de 2023 Metallica es una de las bandas más grandes que ha dado el heavy metal y eso es indiscutible. Alabados y resistidos, no dejan indiferente a nadie, son capaces de reunir a un público transversal que ya escapa de las fronteras de las guitarras pesadas. Son, en sí mismo, un fenómeno cultural. Desde su debut con “Kill ‘Em All” (1983), han forjado un catálogo imbatible que genera discusión en todos los círculos con base en una historia que ha vencido a las adicciones, la muerte, las inseguridades, las batallas legales, las modas y un sin fin de otros factores que quedan sepultados por la grandeza de estos cuatro jinetes del apocalipsis. A continuación, queremos repasar la discografía de Metallica sabiendo que esto es un fierro caliente. Más que con otras bandas, acá hay pasiones que se desatan ante una obra que ha tenido cúspides creativas y fracasos estrepitosos, como en toda buena carrera que se precie de tal. Sin detenerse, sin rendirse, Metallica forjó un legado apasionante que brilla con luz eterna. 12.- Lulu (2011) Escuchar disco Una alianza entre 2 entidades gigantescas fraguada en el Salón de la fama del Rock para producir un álbum inspirado en una ópera alemana; ¿Qué podía salir mal? Honestamente, ‘Brandenburg Gate’ y ‘The View’ no son completamente pavorosas y a ‘Iced Honey’ la rescata su vibra a Danzig. Otro momento destacable podría ser ‘Junior Dad’, que, a pesar de sus interminables 20 minutos, envuelve y suena medianamente coherente, característica despreciada de manera criminal por los responsables del experimento. Eso es relevante porque en “Lulu” no cuaja nada. A ‘Frustration’ casi la salva su riff sabático, pero es asesinada por Reed tratando de cantar con Lars de fondo maltratando la batería. En ‘Pumping Blood’ no se logra descifrar si el ex The Velvet Underground está vivo o está muerto, mientras que ‘Mistress Dread’ obliga a preguntarse si se habrán reunido más de 1 vez a trabajar el material para que no pareciera agua y aceite nadando en una olla de comida perruna. ¿La joya de la corona? Una de las transfiguraciones más horriblemente inexplicables que haya visto la historia de la música: Hetfield convertido en mesa. 11.- St. Anger (2003) Escuchar disco Solo “Lulu” salva a “St. Anger” del fondo de la tabla y no es algo para enorgullecerse. Fraguado en una época turbulenta para el combo norteamericano, este octavo esfuerzo discográfico tiene varios pecados, así que de “santo” nada. Lars se la juega por un sonido de caja bastante peculiar que hasta el día de hoy saca ronchas y hace crecer las burlas, lo que se nota desde la entrada en ‘Frantic’. Malamente se comieron la idea falaz de que los solos de guitarra estaban “pasados de moda” y Kirk Hammett no planta sus características intervenciones en prácticamente ninguna canción, ¡y que bien le hubiesen venido a la parte media de ‘My World’ o ‘Shoot Me Again’!. Igual, con el paso de los años y unas cuantas escuchas hay cosas que podemos rescatar, especialmente en los riffs. El de ‘Invisible Kid’ tiene un aire al Sepultura del “Roots” que no les viene nada mal, ¿pero tenía que durar más de 8 minutos? Claro que no, ahí se cae. El de ‘Some Kind of Monster’ tiene un groove maravilloso que agarra más vuelo con un James Hetfield sacándose toda la rabia y la titular ‘St. Anger’ tiene un gancho melódico que no decepciona. Quizá uno de sus puntos más fuertes es ese single olvidado llamado ‘The Unnamed Feeling’, densa, oscura y torturada, pero con mucha más sangre que varios de los singles que vinieron en sus discos posteriores. Denle otra oportunidad. Al final, lo que “molesta” de “St. Anger” es escuchar a Metallica tratando de encajar en una moda que no les era propia y que no tenían por donde atrapar. Es un disco distinto, demasiado distinto, pero al menos es la foto de un momento de búsqueda y confusión frenética que a veces es bueno volver a visitar. Una especie de monstruo, en todo sentido. 10.- Death Magnetic (2008) Escuchar disco Si bien “St. Anger” parecía rescatar la fuerza bruta de sus primeros registros, en realidad era un Frankenstein cuya deformidad provenía del esfuerzo baldío por canalizar ira y adicciones, desorientación y angustia. De hecho, Bob Rock reconoció que “no había canciones de verdad, solo un manojo de riffs”. Comparado con eso, la “muerte magnética” es un opus más coherente y cohesionado, un camino mejor pavimentado en la ruta de vuelta al metal. Es probable que el gran responsable de eso sea Rick Rubin, quien incentivó la creatividad de los californianos pidiéndole que recordaran los buenos viejos días, pero, ¿es realmente una obra destacable? ‘That What Just Your Life’, ‘The Day That Never Comes’ y, sobre todo, ‘All Nightmare Long’ sugieren que sí, lo mismo que ‘My Apocalypse’, que además aparenta confirmar lo que en su minuto se instaló con exceso de entusiasmo: El regreso de la banda al thrash. Pero más allá de pasajes, el disco tiene poco de thrash y es apenas discreto. Es metal, sí, volvieron los solos de Kirk, sí, pero también expele el hedor a pastiche de su antecesor en cortes como ‘The End of the Line’ o ‘Cyanide’ y está intoxicado de confusión y falta de convicción en temas como la innecesaria ‘The Unforgiven III’ o en la anémica ‘Suicide & Redemption’. Termina de hundirlo en el fondo de nuestro conteo su sonido espantoso, tal vez una de las batallas más trágicas en la absurda guerra del volumen. 09.- Hardwired…to Self-Destruct (2016) Escuchar disco El décimo primer registro de los cuatro jinetes es, principalmente, una oda al exceso, a la abundancia en sentido perverso: Álbum doble – triple en su edición de lujo – con casi 80 minutos de duración y cuya estrategia de promoción consideró realizar clips de sus 12 canciones. En la superficie, casi una década de espera hacían parecer ese esfuerzo colosal como una idea razonable, ¿pero ¿cuántas de las composiciones valen realmente la pena? El primer disco es sorprendentemente bueno y, considerando que el grupo no se acercará a hacer algo siquiera parecido a sus clásicos, es lo más macizo, inspirado e interesante en años. Sin embargo, el segundo compacto es francamente débil, casi innecesario. La introducción de ‘ManUNkind’ es bella y, aunque parezca exagerado, el desarrollo del tema conecta en cierto modo con la onda de ‘Lord of this World’ de Black Sabbath y con el Corrosion Of Conformity de “Deliverance”. ‘Spit out the Bone’, en tanto, es un monumento que supera en calidad a, al menos, 1 canción de cada uno de los 5 indestructibles de la banda, pero los 4 cortes restantes son aburridos y agotadores, absolutamente descartables, incluida ‘Murder One’, demasiado pobre para ser un tributo a Lemmy. 08.- Reload (1997) Escuchar disco La historia oficial dice lo siguiente: de vuelta al trabajo compositivo, la banda había creado 27 canciones. Como ninguna de ellas les parecían descartables, imaginaron publicarlas en un álbum doble, pero una invitación a encabezar el Lollapalooza de 1996 obligó a cambiar los planes. Para no apurar la producción, decidieron trabajar con calma todas las piezas que habían quedado fuera de “Load”, editando 1 año y medio después su séptimo disco. Al ser parte del mismo proceso, prácticamente no hay diferencias de enfoque artístico entre un registro y otro, pero “Reload” no tiene tantos buenos cortes como su antecesor. Los sencillos son espectaculares. ‘Fuel’ y ‘The Memory Remains’ se transformaron en clásicos casi instantáneamente, mientras que ‘The Unforgiven II’ logra replicar con éxito la nostalgia e introspección del primer capítulo. ‘Prince Charming’ junto a ‘Attitude’ son intensas y entretenidas, pero ‘Better than You’ es súper repetitiva a pesar del Grammy, ‘Where the Wild Things Are’ es anodina y ‘Low Man’s Lyric’ no está ni cerca de ‘Mama Said’, su símil en quietud, alma reflexiva y vocación acústica. En la época en que fue lanzado, algunos irresponsables promocionaron el opus diciendo que era más metalero que “Load”, lo que muchos auditores parecieron creer. Salvo, quizás, los doble bombos en ‘Bad Seed’, el compacto no es más ni menos que la confirmación del viaje que Metallica hizo por los terrenos del hard rock, el blues y el country. 07.- Load (1996) Escuchar disco Ninguna banda de metal – ni siquiera Iron Maiden – había alcanzado la relevancia que Metallica logró con el álbum negro: récord de ventas, de audiencia, de críticas favorables y llegada de nuevos seguidores. Después de un éxito tan rotundo y aplastante, ¿qué podía esperar el universo metalero de su exponente más grande y popular? Metallica nunca ofreció una placa igual que otra, así que la continuidad era poco probable, pero el abandono total al género que habían vitalizado y transformado fue una sorpresa exageradamente desagradable. Una jugada insoportable. A mediados de los ’90, el metal duro estaba herido de muerte y una de sus manifestaciones era el desprecio de la industria estadounidense por ese tipo de música. Que uno de sus nombres más rutilantes abrazara el hard rock, el blues y el country agudizaba la hemorragia. Los cortes de pelo, el maquillaje y los trajes eran demasiado para su público más fiel y militante. En vez de salvación, parecía aniquilación. Como Saturno devorando a su hijo. Pero más allá de la nueva dirección musical, la estética y la decepción de los bangers, ¿es “Load” un esfuerzo tan lamentable? Puede que ‘Wasting my Hate’, ‘Thorn Within’ y ‘Ronnie’ le den la razón a los puristas y que ‘Poor Twisted Me’ y ‘Cure’ no sean gemas, pero ‘Until It Sleeps’, ‘Hero of the Day’ y ‘King Nothing’ son excelentes, ‘Mama Said’ es preciosa en su amargura, ‘Ain’t My Bitch’, ‘2 x 4’ y ‘The House Jack Built’ son deliciosas y las monumentales ‘Bleeding Me’ y ‘The Outlaw Torn’ son cumbres no solo en el contexto del larga duración, sino también dentro del catálogo del grupo. En otras palabras, “Load” es un estupendo opus de rock a pesar de la controversia y los reclamos fundamentalistas. 06.- 72 Seasons (2023) Escuchar disco Desde su homónimo, todos los álbumes de Metallica alcanzaron en su primera semana el top 1 en el ranking Billboard, batiendo en su momento un récord que ostentaban divinidades como The Beatles o U2. Su más reciente esfuerzo, sin embargo, es el primero en 32 años que no logra el pináculo. Es posible que ese dato no signifique nada, pero sugiere una pregunta interesante: ¿por qué, desde el punto de vista del rendimiento comercial, “72 Seasons” causó menos impacto que obras polémicas y resistidas como “Load”, “Reload” o “St. Anger”? El Metallica del siglo 21 tiene aciertos – la vuelta al metal es el más significativo – y ha sido responsable de excentricidades – su show en la Antártida es una de ellas - que lo consolidan como uno de los nombres más trascendentes en la historia de la música, pero también exhibe fisuras que, por su recurrencia, parecen vicios: trabajos insoportablemente largos, falta de credibilidad, inconsistencia y canciones repetitivas que, en varias ocasiones, dejan el sabor amargo del autoplagio. Esos factores tal vez incidieron en las ventas, pero en nuestro conteo se ubica en un sorprendente sexto lugar. Ayuda a la valoración que no sea un disco doble interminable, que suene razonablemente bien y que sea la grabación donde mejor se puede apreciar la performance de Robert Trujillo. También aporta que un buen puñado de temas tengan un gancho que parecía irrecuperable y que el desempeño vocal de James – quizás la interpretación individual más destacada – sea audaz y diverso. Pero lo que realmente define la evaluación son 4 cortes energéticos y vitales, frescos y genuinos: ’72 Seasons’, ‘Room of Mirrors’, ‘Inamorata’ y su guiño exquisito a ‘My Friend of Misery’ y ‘Lux Aeterna’, el hitazo del opus gracias a su arsenal de citas a la NWOBHM y al “Kill ‘Em All”. 05.- Metallica (1991) Escuchar disco Para muchos, el último gran disco de Metallica. Editado en un año clave para el rock, Hetfield y compañía rompieron todas las barreras con un quinto disco que no dejó títere con cabeza. Y no hablamos de potencia thrash, el “Black Album” hizo que la banda mudara su piel y se convirtiera en la banda de metal más grande del mundo sacrificando precisamente algunos valores que la comunidad metalera cuida recelosamente. La velocidad de antaño quedaba atrás en favor de cortes llenos de groove como ‘Enter Sandman’, ‘Sad But True’ o ‘Don’t Tread on Me’, se entregaban de lleno a baladas de tomo y lomo como ‘Nothing Else Matters’, siguiendo paso a paso sus esquemas, o sea, inicio lento, clímax en el apasionado solo de guitarra de Kirk Hammet y cierre del círculo tal y como empezó, atrás quedaban los subidones al final como los de ‘Fade to Black’ o ‘One’. Incluso cuando invertían la fórmula - versos con distorsión y coros tranquilos - en ‘The Unforgiven’ salen victoriosos. Por fin se nota a un Jason Newsted hambriento de mostrar sus habilidades en la intro de ‘My Friend of Misery’, los detalles de ‘Wherever I May Roam’ o incluso acompañando a un contundente Lars Ulrich en ‘The God That Failed’. De hecho, el baterista prueba su versatilidad también en el dinamismo de ‘Of Wolf And Man’ y el coro exquisito de ‘The Struggle Within’, además prueba que aún quedaba gasolina en el estanque para crear trallazos como ‘Through The Never’ o ‘Holier Than Thou’, todo abrochado con un Hetfield preciso en las segundas guitarras y enfocado en cantar mejor. Al escucharlo el día de hoy, siguen asombrando sus valores de producción, su contundencia y su madurez, llegando a un punto de perfección solo permitido para grandes del rock como The Beatles, Pink Floyd, Iron Maiden o Led Zeppelin. Con el álbum negro, Metallica entró en esa liga, perdiendo a menos fanáticos de los que lograron ganar en la jugada. Al final la serpiente logró el objetivo, el veneno de Metallica terminó por hipnotizar al mundo con un disco que ganó apuesta. Después de eso, nada más importa. 04.- ...And Justice For All (1988) Escuchar disco Se ha escrito muchas veces, pero nunca está demás repetirlo. “...And Justice For All” es el disco de Lars Ulrich. No es que lo haya compuesto todo él, sino que es el esférico en que más destaca su labor como motor de Metallica. A diferencia de lo que pasa hoy en día con sus canciones de extenso minutaje, ningún track de este cuarto registro se siente como un “pegoteo de riffs”, acá hay fluidez en las transiciones que Ulrich marca en el tema titular, en la musculosa ‘The Frayed Ends of Sanity’ y en el exquisito homenaje a Cliff Burton ‘To Live is To Die’. Su punto máximo es ‘Dyers Eve’, alcanzando un nivel de precisión y locura que jamás le vimos otra vez. El sonido de las guitarras se recrudece a más no poder en ‘Eye of Beholder’, ‘The Shortest Straw’ y, especialmente, en ‘Blackened’, con ese inicio a doble guitarras que se salta las instrucciones en guitarra acústica de antaño para entregarnos un inicio lleno de magia. Con un Hetfield soberbio en las voces, los riffs lucen mucho más intrincados junto a solos rápidos y bien posicionados, lo que marca una evolución compositiva que después resumirían en el “Black Album” para llegar a las masas. Pero el germen de todo eso es ‘One’, el ticket de entrada a la transversalidad, una balada que despega para acabar en una suerte de thrash progresivo que se ganó la inmortalidad gracias a su teatralidad. Menos elogios se lleva el desaire a los bajos de Jason Newsted, que tuvo la compleja labor de llegar a un grupo destrozado emocionalmente por la pérdida de una figura tan gigante como Cliff Burton, pero que a puro corazón supo ganarse el amor de los fanáticos incluso con una injusticia -palabra nunca mejor usada- así de mayúscula. “...And Justice For All” es un disco más sombrío, pero es tan auténtico, tan real, que aplastó con su infalible martillo a todas las adversidades. 03.- Kill ‘Em All (1983) Escuchar disco Las comparaciones son odiosas, pero ya saben que en la prensa musical nos caracterizamos por ser odiosos. Si ponemos a “Kill ‘Em All” al lado de cualquier disco de thrash de la época, el debut de Metallica es infinitamente superior. Editado por la inmortal Megaforce records, esta afilada carta de presentación auguraba que lo de Hetfield y compañía iba a ser más grande, hay un hambre que se percibe desde ‘Hit The Lights’ hasta ‘Metal Militia’. Más allá de su instrumentación aguerrida en ‘The Four Horsemen’ y del desparpajo con el que Hetfield te grita en la cara en ‘Motorbreath’, las canciones son memorables, hay coros que puedes seguir fácilmente y te invitan a formar parte de una comunidad. El aporte de Mustaine, al menos en términos de composición, es indiscutible, hay una alquimia en términos estructurales que se rastrea fácilmente en “Killing Is My Business... And Business Is Good” de Megadeth, es cosa de colocar un disco detrás del otro para ver sus puntos en común. Lo que pasa es que Metallica aprieta el acelerador con himnos como ‘Seek And Destroy’ y ‘Whiplash’, se convirtieron tempranamente en un punto de referencia gracias a una química infalible entre Hammet, Burton, Ulrich y Hetfield. Y desde ahí, la promesa que hicieron en la nombrada ‘Whiplash’ se hizo carne: Nunca se detuvieron, nunca se rindieron porque son Metallica. 02.- Ride The Lightning (1984) Escuchar disco Hay bastante claridad en que “Master of Puppets” es el mejor disco de Metallica, pero no por eso “Ride the Lightning” deja de ser un favorito de varios fanáticos. Es que, más que tomarla de donde la dejaron en “Kill ‘Em All”, la crecida que se pegan en este sophomore es gigante, fuera de la media de cualquier banda de su generación. La intro acústica de ‘Fight Fire With Fire’, con esa solemnidad casi medieval que le da la guitarra de 12 cuerdas tocada por Burton, sienta el precedente para varias bandas de thrash hasta el día de hoy. ‘Ride The Lightning’, ‘For Whom The Bell Tolls’, ‘Creeping Death’ y la primera balada de su historia ‘Fade To Black’ se convierten en clásicos del porte de una catedral, caen como un rayo y nos electrifican gracias a una demostración soberbia de parte de Hetfield, Hammet, Ulrich y Burton. De hecho, es este último el que esconde bajos imaginativos en la opulenta ‘The Call Of Ktulu’, un gélido monumento a la épica extraída de la música docta que el bajista incrustaba entre los discos de Misfits, Diamond Head y Motörhead que sus compañeros devoraban con fervor maniaco. ‘Escape’ y ‘Trapped Under The Ice’ no se quedan atrás con coros que demuestran que son una banda de thrash con una profundidad lírica, dinámica e instrumental que toma distancia de la agresión juvenil de su predecesor y toma por asalto gracias a su ambición sin límites. Como apunta sabiamente el libro de Matías Recis y Daniel Gaguine “Metallica: Furia, Sonido y Velocidad”: “en menos de dos años, Metallica había trastocado la historia del heavy metal con tan solo dos álbumes”. Y no solo eso, “mientras su popularidad eclipsaba al resto de las bandas, este cuarteto consolidaba su identidad musical y marcaba tendencia sobre las nuevas bandas”. Si así está escrito, que así se haga. 01.- Master Of Puppets (1986) Escuchar disco La obra maestra de Metallica, así, sin anestesia. Imitado muchas veces, pero jamás igualado, el impacto de una obra tan fundamental todavía es difícil de condensar. En sí, 1986 fue un año capicúa para el metal, ahí estaba Iron Maiden con la genialidad de “Somewhere In Time”, Candlemass sentaba las bases del doom con “Epicus Doomicus Metallicus”, King Diamond debutaba con “Fatal Portrait” y Sepultura traducía el metal extremo al código latinoamericano con “Morbid Visions”, mientras la arremetida del thrash llegaba nada más ni nada menos que con los incomparables “Reign in Blood” de Slayer, “Peace Sells…But Who’s Buying?” de Megadeth, “Pleasure To Kill” de Kreator y “Darkness Descends” de Dark Angel. Todas obras fundamentales, pero, como siempre, lo de Metallica dejó la vara alta con un disco de oro, el beneplácito de los críticos y las masas estadounidenses consumiendo quinientas mil copias sin tener un solo video en MTV. La agresividad de “Kill ‘Em All” se engrosa en ‘Disposable Heroes’ y ‘Damage, Inc.’ con las muñecas de Hetfield y Hammett exigiéndose al máximo, la sofisticación de “Ride The Lightning” se afina en ‘Battery’, ‘Master of Puppets’, ‘Welcome Home (Sanitarium)’ y ‘Orion’, con un binomio compuesto por Ulrich y Burton totalmente compenetrados. The Thing That Should Not Be’ y ‘Lepper Messiah’ demuestran que pueden ofrecer dinamismo con un groove envidiable. Baja la velocidad, pero nunca la intensidad. Y luego, la tragedia. Cliff Burton muere en Kronoberg, Suecia, un 27 de septiembre de 1986 a causa de un accidente automovilístico y se convirtió en una leyenda sin precedentes, recordado siempre por su inspirador carisma y su arrolladora técnica. La banda siguió adelante a pesar del luto y siguió escalando en su camino a la dominación mundial con el respaldo de un registro poderoso, inmortal y vibrante. Es la cúspide de la banda y, al final, un recordatorio de que la muerte puede transformar todo en un segundo, que a veces solo somos marionetas y el destino es nuestro amo. Lo importante es que ahí está el legado para que pase de generación en generación. “Master Of Puppets” no solo es el mejor disco de Metallica, sino que también está fácilmente en el top 3 de los mejores discos de la historia de todo el heavy metal. Por Mauricio Salazar y Pablo Cerda Tags #Metallica # Ranking de discos Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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