No hables con extraños: cuando la cortesía se convierte en pesadilla

El género del thriller psicológico ha generado grandes éxitos en los últimos años, con historias que exploran los oscuros recovecos de las relaciones humanas y las convenciones sociales. Películas como "Déjame salir" y "Hereditary" han demostrado el poder de contar historias donde el miedo se cuece a fuego lento. "No hables con extraños" (2024), dirigida por James Watkins y presentada en Chile gracias a Andes Films, se une a esta tradición con un enfoque que, aunque efectivo en gran parte, deja algunos cabos sueltos.

Esta producción es un remake de la película danesa "Speak No Evil" (2022), que sorprendió a los espectadores con su comentario mordaz sobre el conformismo europeo. En esta nueva versión, Watkins mantiene muchos de los elementos clave de la original, pero introduce giros que buscan adaptarse a la mentalidad anglosajona. La historia sigue a una familia estadounidense, recientemente instalada en Londres, que acepta una invitación para pasar un fin de semana en la campiña británica. Lo que comienza como una tranquila escapada pronto se transforma en una pesadilla inquietante, llena de tensión psicológica. Watkins, conocido por su trabajo en "La mujer de negro" y "Eden Lake", maneja con destreza la tensión en espacios confinados. La atmósfera claustrofóbica de la granja británica, donde se desarrolla gran parte de la acción, se siente inquietante desde el primer momento. La fotografía de Tim Maurice-Jones, acompañada de la música perturbadora de Danny Bensi y Saunder Jurriaans, contribuye a crear una sensación de incomodidad constante, sin abusar de los sustos fáciles. La narración avanza con ritmo, aprovechando bien cada rincón de la casa para aumentar la sensación de peligro inminente.

Si bien el reparto incluye nombres sólidos como Mackenzie Davis y Scoot McNairy, el verdadero protagonista de la película es James McAvoy. Su interpretación de Paddy, un personaje carismático y peligroso, es absolutamente magnética. McAvoy logra convertir a su personaje en una presencia amenazante, pero también extrañamente empática, lo que añade capas de complejidad a la historia. La química entre los personajes es palpable, especialmente cuando Aisling Franciosi, en el papel de la esposa de McAvoy, entra en escena con su interpretación sutil pero escalofriante. Sin embargo, no todo el peso de la película recae sobre McAvoy. Mackenzie Davis y Scoot McNairy logran humanizar a sus personajes, permitiendo que el espectador se conecte con su creciente paranoia y ansiedad mientras el guion introduce nuevas tensiones. La actuación de Alix West Lefler, en el rol de la hija, también es destacable, aportando una inocencia perturbadora en medio de los oscuros giros que va tomando la trama.

Un tercer acto divisivo: ¿Un cambio necesario o un paso en falso?

Donde "No hables con extraños" divide opiniones es en su tercer acto. Mientras que la película original era implacable en su conclusión, la versión de Watkins opta por un enfoque más complaciente, quizás en un intento de atraer a un público más amplio. Los cambios que se introducen hacia el final son sorprendentes, pero no necesariamente para bien. La sensación de derrota moral que definía la película danesa se diluye, dando paso a una resolución que, aunque efectiva en términos comerciales, no alcanza la contundencia que muchos esperarían de una historia tan inquietante.

Conclusión: Una experiencia que invita a la reflexión

"No hables con extraños" es una experiencia inmersiva que, aunque imperfecta, logra mantener al espectador al borde de su asiento. Watkins entrega una película visualmente atractiva y psicológicamente perturbadora, aunque su intento de sorprender al público que conoce la original puede resultar divisivo. Sin embargo, con un elenco de primer nivel y una atmósfera cargada de tensión, este thriller merece ser visto en la gran pantalla. ¡No te pierdas la oportunidad de disfrutar de esta retorcida fábula social, que llega hoy a los mejores cines de Chile!

Matias Arteaga S.