Air: la música ambiental también puede ser cool Una apología a "Moon Safari" Viernes, 20 de Septiembre de 2024 En 1998, la música mainstream estaba pasando por un período de mucha experimentación y de transición. Ad portas del nuevo milenio, aún se escuchaban las lejanas reverberaciones del Britpop por allá en Inglaterra, mientras que en Estados Unidos, el Grunge, tras su explosión en los primeros años de la década, luchaba por mantenerse vigente, mutando en Rock Alternativo y Nu-Metal. Simultáneamente, las boybands y las popstars se preparaban para tomar el control total de las listas, marcando así el inicio de una era Pop controlada por nombres como Britney Spears y NSYNC. En el resto de Europa, la escena electrónica ganaba terreno; el Techno alemán y el House sonaban a todo dar en las pistas de baile, alimentando a la juventud raver sedienta de ritmos en trance y futuristas. En medio de una panorámica tan heterogénea es que en 1995, en la ciudad de Versalles, nace Air, conformado por Nicolas Godin y Jean-Benoît Dunckel y que, sin tanto ruido y con mucha más sutileza, le dieron al mundo un nuevo entramado a los sonidos preponderantes de a finales de la época, complementando así la senda en que sus compatriotas de Daft Punk recién comenzaban a incurrir. “Moon Safari” (1998) fue el nombre de su álbum debut, el cual no solo significó el punto de partida de su carrera, sino que, de paso, revolucionó la percepción que se tenía del Pop galo. Aunque todavía eran jóvenes y solo habían grabado un EP, Godin y Dunckel parecían tener en sus manos el don para componer la canción electrónica perfecta. Por lo mismo, es que encausaron su formación universitaria en astrofísica y arquitectura hacia el arte, creando la maqueta de su propio universo musical con la seguridad y la destreza de veteranos consolidados. Se inspiraron en todos los artistas que manejaban en su estantería, desde Jean Michel Jarre, Pink Floyd, Kraftwerk, Tangerine Dream y Serge Gainsbourg, hasta las bandas sonoras de Ennio Morricone, logrando transmutar la magia contemplativa de todas estas ondas mediante sintetizadores como el Korg MS20, Wurlitzer, Vocoder y el Moog modular. Este amplio rango de influencias se dejó entrever en su primer EP “Premiers Symptômes”, lanzado en agosto de 1997, el que de alguna manera sirvió como carta de presentación y preludio de lo que sería su primer LP el siguiente año. Entonces fue que en marzo de 1998 “Moon Safari” apareció bajando del cielo en alguna nave espacial cuan rareza extraterrestre que encandiló a todos. No era Techno ni Pop exactamente; era Downtempo, y Air estaba listo para esparcirlo al resto del globo en forma de una pandemia de sinfonías celestiales y relajadas, que les vinieron como anillo al dedo a quienes buscaban lo diferente, instaurando la idea de que la electrónica también podía ser íntima y emotiva sin saturar los sentidos. Fue una especie de alineación precisa con las tendencias culturales más outsiders de finales de los 90, como el resurgimiento del Loungecore, el New Age y el redescubrimiento del Easy Listening, por lo que, en ese contexto, el carácter atmosférico de “Moon Safari" resultó irresistible. De buenas a primeras, “Moon Safari” ya llamaba la atención por su portada retro y minimalista, la cual fue diseñada por Mike Mills, un colaborador frecuente del grupo que dirigió también algunos de sus videos. Esta fue la primera declaración de sus intenciones estilísticas, donde se pueden ver las versiones caricaturizadas del dueto en acuarela con un estilo muy sesentero, junto a la frase "French band", un guiño irónico a su procedencia dedicado al mercado internacional que aún se mostraba reticente al Pop francés. Pero Air rompió esa primera barrera. Mientras que en Francia las ventas fueron modestas, alcanzando apenas 100.000 copias, en el Reino Unido y Estados Unidos la historia fue distinta: el álbum logró doble platino en Inglaterra y superó las 400.000 copias en Estados Unidos, apuntalando rápidamente a Air como los instrumentistas franceses más influyentes de su generación sin siquiera haberlo previsto. Así lo recuerda el mismo Jean-Benoît Dunckel: "Éramos solo un dúo haciendo música electrónica, soñando con vender 10.000 copias y con que otros músicos nos vieran como tipos cool. Pero de repente, conocimos el mundo”. Nada habría sido posible sin una buena producción, y el sonido de “Moon Safari” resultó ser algo impresionante: se escuchaba caro, casi cinematográfico. Los sintetizadores, en capas suaves y mullidas, se mezclaban con instrumentos físicos como guitarras acústicas, bajos y baterías, instaurando una experiencia auditiva multiforme rematada con el clásico humor europeo. Desde sus primeros compases, es casi improbable que no te atrape entre sus redes la hermosa ‘La Femme d'Argent’, con su apertura jazzística y progresiva, o los innegables himnos de masas que fueron ‘Sexy Boy’ y ‘Kelly Watch The Stars’ con esas melodías sintéticas influenciadas por el estilo Disco, tan pegajosas que te obligan a bailar, o al menos hacer el intento de mover la cabeza al son de ella gracias a la voz robótica que emula el vocoder. O también con el primer contacto con la Tierra que hacen con la voz de Beth Hirsch en los temas ‘All I Need’ y ‘You Make it Easy’, añadiendo humanidad a este paisaje lunar. En otras partes, incluso, se puede escuchar el homenaje a Burt Bacharach, en tracks como ‘Ce Matin La’ y ‘New Star In the Sky’ dado a esos instrumentales nostálgicos. Mientras que en otras, se asoman sutiles compases de Trip-Hop que despiertan la misma calma de una noche estrellada, tal como en ‘Le Voyage de Pénélope’. Aun cuando hay muchos álbumes que se dicen que pasan la prueba del tiempo, este sería el primer ejemplo en la lista. Basta con solo escucharlo. Los sintetizadores siguen siendo tan frescos y etéreos y los ritmos tan cuidadosamente orquestados, que es fácil olvidar que “Moon Safari” tiene poco más de 25 años, hasta que te fijas en la fecha. Ese es el encanto de los discos atemporales. Como bien dijo Dunckel, "el álbum tiene un hechizo profundo y universal, lleno de amor y misterio", y no podría haberlo expresado mejor. Al escucharlo, uno comprende que lo que lograron fue trascendental, y en su propio plano, sin pares. Ahora, la última interrogante que nos queda: ¿consiguió Air entonces que el Pop francés fuera tomado en serio? Quizás la respuesta no sea un sí rotundo, pero no se puede pasar por alto su función clave en oponerse a actitudes que por mucho tiempo habían minimizado la cultura del país, luchando ahí en primera fila. Como casi un efecto dominó, su éxito de 1998 abrió las puertas para que otros artistas franceses pudieran incursionar en las ondas radiales con proyectos como Stardust, Daft Punk, Modjo y Justice. Incluso poco después Madonna se unió al boom, colaborando con el productor galo Mirwais. Y cómo culparla: era la primera bocanada de aire fresco de los 00’, la vanguardia de la French Wave en lo que alguna vez fue la cuna de la ilustración. Lo que siguió después, como dicen, fue una historia que sin “Moon Safari” habría sido radicalmente distinta. Bárbara Henríquez Air estará en Fauna Primavera, presentando "Moon Safari" en vivo el viernes 8 de noviembre, en Parque Ciudad Empresarial. Entradas disponibles en LiveTicket. Tags #Air #Moon Safari #Fauna Primavera #Primavera Fauna #Nicolas Godin #Jean Benoit Dunckel Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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