Led Zeppelin

Celebration Day

Domingo, 31 de Mayo de 2020

(Publicado originalmente en 2012)

2012. Atlantic

Led Zeppelin es la banda de rock más grande de la historia. Por lo mismo, cualquier cosa que lleve su nombre mueve masas, sea bueno o sea malo. Algunos creen que ante semejante escena, los músicos tienen todas las de ganar, expuestos a la siempre peligrosa complacencia. Así pasó, por ejemplo, en 1985 con Live Aid, donde presentaron un mini-set desastroso pero que pasaron décadas para que alguien hiciera hincapié en ello.

En 2007 Zeppelin se reunió para alejar esos fantasmas, para homenajear a Ahmet Ertegun (difunta cabeza de Atlantic Records e impulsor de la banda desde su primer día) y limpiar su honra recordándose a sí mismos que el grupo es hoy parte del recuerdo porque así lo eligieron y no por incapacidad propia.

Ese show hace ya cinco años dejó a millones, literalmente, con ganas de comprar un boleto para la ocasión. El boca a boca inició pronto y aquella actuación en el O2 Arena adquirió carácter de legendaria en cosa de horas. Nos sorprendimos todos con el anuncio de la salida de “Celebration Day”, el film/CD/DVD/Blu Ray que haría de testimonio final del último baile zeppeliano.

Pasó por cines, conocimos el audio y el DVD se cotizó como debía. Nadie quedó insatisfecho y cerrando el 2012 no tenemos dudas de que el valor de “Celebration Day” es mucho más que el de cerrar el catálogo de Led Zeppelin. La performance fue verdaderamente espectacular.

John Paul Jones todavía mete miedo con su bajo. Y Robert Plant le patea el cráneo a cualquier que crea que no puede volver a ser el dios de los setenta: no sólo canta todo lo que tiene que cantar (infinitamente mejor que sus contemporáneos de aullidos), sino que recupera su agresividad y empuña su mano envalentonado por la máquina que fueron sus compañeros aquella noche.

El sonido es impecable. Quizás Jimmy Page no suena tan grueso como en los setenta, pero sigue siendo el corazón de esta banda. Los ojos de Plant, Page y Jones estaban sobre Jason Bonham, quien hace un buen trabajo, tal vez sin descollar pero con la propiedad para sentarse en el banquillo de Zeppelin.

¿Hablamos de las canciones? El sacudón de ‘Good Times Bad Times’ abre sin errores. Cierren los ojos y no podrán distinguir esta interpretación de ‘In My Time of Dying’ de la del Zep de 1975. ‘For Your Life’ hacía su debut en vivo y vaya que sonó bien. En ‘Nobody’s Fault But Mine’ se olfatea una complicidad entre los tres más viejos que pone los pelos de punta. ‘Dazed and Confused’ suena más madura, más que nada porque Plant ya no tiene 25 años, pero quienes hemos escuchado una y otra vez las versiones en las distintas etapas de Zeppelin, comprendemos que ese fuego sigue intacto, lo cual emociona.

‘Stairway to Heaven’ tenía que estar. Y qué valentía de ponerse a prueba con ‘The Song Remains the Same’, aquel batallón de guitarras acá correctamente sintetizado. Aunque probablemente lo que primero haya que recomendar es la aplastante ‘Kashmir’. El show no fue perfecto, como se ve en ‘Whole Lotta Love’. Pero a esta altura, eso resulta más ser un plus que un contra.

Había pasado mucho tiempos desde el rock and roll profundo y sin excusas como el de Led Zeppelin. Todo indica que esta es la última oferta que tendremos de ellos y qué mejor manera de cerrar una carrera inigualable. Dicen que soñar no cuesta nada como para ilusionarse con una chance de ver a Plant, Page, Jones y Bonham Jr. en vivo, pero no seamos injustos: nunca una banda de su altura cerró su carrera de este modo. Bravo por eso.

Juan Ignacio Cornejo K.