Dokken

1984. Elektra

Al comienzo de la década de los 80, el vocalista norteamericano de origen noruego Don Dokken, vivió algún tiempo en Europa. En Alemania conoció a los promisorios productores Dieter Dierks (Scorpions) y Michael Wagener (Accept, Metallica, Ozzy), con quienes forjó una gran amistad. De regreso en los Estados Unidos, Don recomendó a varias bandas jóvenes de Los Angeles que trabajaran con Dierks y Wagener, quienes poco a poco se fueron haciendo de una gran reputación en los States.

Como “una vuelta de mano” por la difusión que Don les había hecho en Estados Unidos, Dieter Dierks le regaló a Don 18 días en su estudio de grabación en Alemania para que grabara un disco. Don Dokken que era por entonces vocalista y guitarrista, llamó a su amigo baterista “Wild” Mick Brown para contarle la noticia. Mick entonces le sugerió a Don que invitaran al guitarrista George Lynch a participar de la grabación. Don conocía a Lynch y lo había visto tocar en algunos clubes de Los Angeles. A pesar de que Lynch era un tremendo guitarrista, Don tenía sus reparos ya que no se llevaba muy bien con él. Finalmente Don cedió a la presión de “Wild” Mick e invitó a George Lynch a la grabación. Los tres viajaron a Alemania y como no tenían bajista, Dieter Dierks consiguió que Peter Baltes, bajista de Accept grabara el disco. Así nació la banda Dokken, prácticamente en el estudio y junto a Peter Baltes como invitado grabaron lo que fue “Breaking the chains” en 1982. En la foto del disco sale Juan Croucier quien se había unido al grupo como bajista, pero poco tiempo después se fue para integrarse a Ratt. El álbum lanzado por el sello francés Carrere, tuvo una repercusión importante en Europa, sobre todo por la canción ‘Breaking the chains’. Esto llamó la atención del sello Elektra de Estados Unidos quien fichó a la banda y relanzó el disco al año siguiente con el bonus track de ‘Paris is burning’ en vivo, que incluía un gran solo de guitarra inicial de Geoge Lynch. El disco “pegó” en la radio en USA asi que rápidamente el sello decidió que la banda debía grabar su segundo disco. Para la ocasión, se unió al grupo el bajista proveniente de San Francisco, Jeff Pilson y el grupo encontró su line up definitivo.

Bajo la tutela de los afamados productores Tom Werman (Motley Crue, Stryper, Poison) y Roy Thomas Baker (Queen), el grupo dio rienda suelta a toda su furia compositiva y talento musical, y germinó un disco que desde el vamos sonaba imperdible: la introducción guitarrera ‘Without warning’, dejaba claro de entrada que el joven George Lynch era un auténtico guitar hero, por algo había sido el candidato escogido por Ozzy para sustituir al tristemente fallecido Randy Rhoads, aunque fue finalmente Jake E Lee quien se quedó con el puesto.

Con este disco, Dokken fusionó el gran talento vocal de Don Dokken, con el fuego guitarrero de Lynch, contando además con una base ritmica sólida e inspirada, ya que tanto Pilson como Brown además de tocar sus instrumentos, realizaban estupendas armonías vocales tal como sus ídolos de The Beatles. La química que emanaba de estos 4 músicos era realmente enorme, la que se potenciaba por las contantes peleas entre Don Dokken y George Lynch quienes luchaban por asumir el liderazgo de la banda. Así canciones como la rápida ‘Tooth and nail’, la agresiva y punzante ‘When heaven comes down’ y la potentísima ‘Turn on the action’ quedaron como las favoritas de los fans al lado de los mega-hits que germinó el disco, como la melódica ‘Just got lucky’, la hímnica ‘Into the fire’ y la maravilosa balada ‘Alone again’, uno de las grandes power ballads de todos los tiempos, cuyos videos eran rotados a todas horas por la naciente MTV.

La voz superlativa de Don Dokken, alta, aguda, pero con un gran feeling melódico, y la rutilante guitarra de Lynch, un músico innovador, con un estilo único y personal y una técnica de los mil demonios, ecilpsaron no sólo la escena de Los  Angeles, sino del metal mundial, ya que Dokken siempre fue una banda que se concentró y preocupó sólo de la música; de las canciones y nunca se preocuparon de explotar una imagen glam exacerbada como unos Poison o Ratt, ni de realizar shows pirotécnicos como Motley y Kiss. Lo que hablaba por Dokken era sus grandes canciones y el talento innato de sus músicos, incluso Jeff Pilson que cultivaba un bajo perfil, era fundamental en el sonido de Dokken, por sus notables arreglos de bajo, piano y teclados, y una segunda voz de primera línea con la cual perfectamente podría haber sido el cantante principal en cualquier gran banda de la época.

Quizás las constantes fricciones y peleas entre Don Dokken y George Lynch potenciaron aún más la explosiva creatividad musical del cuarteto y su lanzamientos posteriores como ‘Under lock and key’ (’85) y ‘Back for the attack’ (’87), siguieron demostrando una banda realmente inspirada y talentosa y rápidamente se convirtieron en discos de platino al igual que este ‘Tooth and nail’, un trabajo con el cual Dokken patentó con “dientes y uñas” su legado entre los grandes de la historia del metal y en un clásico imperdible de los 80.

Cristián Pavez