Prince Purple Rain Martes, 25 de Junio de 2024 1984. Warner Bros. Los primeros flechazos musicales son algo que difícilmente se olvidan, sobre todo cuando marcan un hito en el soundtrack de tu vida, por lo que me gusta pensar que a todos cuando nos llega Prince por primera vez quedamos cautivados -y un tanto intrigados- por su magnetismo, talento y hechizados por sus hipnóticos ritmos de terciopelo y lentejuelas. Si es que de ahí enganchas, lo segundo es empezar a escuchar más y más canciones, ver más videos y entre esta investigación, toparte con la gran pregunta: ¿en serio tocaba todos esos instrumentos, componía, producía, bailaba y además actuaba? Para encontrarte con la grata respuesta de que: sí, todas las anteriores. El nombre de Prince no era un simple adorno; el príncipe y posiblemente el máximo showman de la música no conocía límites cuando se trataba de arte. Con un impresionante currículum, su virtuosismo y creatividad no solo le permitieron ser un intérprete sin igual, sino también un visionario con un fuerte sentido de identidad que moldeaba cada aspecto de su obra a su imagen y semejanza. Y es que Prince vivía como cantaba y cantaba como vivía. Durante los primeros años de su carrera, había creado de sí mismo la personificación de una superestrella groovy obsesionada con el hedonismo, la vida nocturna y parecía ser tocado por la mano de las deidades del cielo del funk que le concibieron el don de ser el artista completo que la nueva década necesitaba. Desde entonces, no hizo más que crear verdaderos universos en forma de sinfonías escarchadas púrpura que vieron el cenit de su gloria con “Purple Rain" en 1984, banda sonora de la película del mismo nombre en la que lo tenía como protagonista. El álbum se convirtió en un éxito instantáneo, convirtiéndose en su primer disco en alcanzar el número uno en el ranking Billboard, manteniéndose durante veinticuatro semanas consecutivas en ese puesto, generando una importante recaudación para ambos productos, batiendo récords y siendo multipremiado hasta la fecha. “Dearly beloved, we have gathered here today, to get through this thing called life”. Con esta solemne oratoria nos inmiscuye dentro de esta obra maestra con quizás una de las introducciones más citadas del último siglo. ‘Let's Go Crazy’ es una inyección de energía pura, donde el cantante, a cargo de los sintetizadores y la guitarra eléctrica, compone una melodía que te invita a la pista de baile. Para el final, nos deleita con un esperado y superior solo de guitarra al estilo Prince. Luego es el turno de ‘Take Me with U’, que inicia con sonidos ligeramente dramáticos para luego agregar bases poperas más simples. La presencia de Apollonia en esta canción, quien interpreta el papel de su novia en la película, aporta mayor suavidad haciendo un dúo perfecto. Como contraste, ‘The Beautiful Ones’ se mete en subtonos morados mucho más oscuros, similares a los que se encuentran en su anterior “1999” (1982). Sin embargo, esta balada tiene un nuevo sentido de madurez, puesto que en un real esfuerzo de Prince, contorsiona su voz desde un dulce falsete hasta un grito desgarrador en el clímax que te vuela la mente. ‘Computer Blue’ fue originalmente pensada como una pista en vivo, pero fue reelaborada y regrabada en el estudio, alejándola de ser un asunto de banda completa y orientándola más hacia un track en solitario, exceptuando la participación de la guitarrista Wendy Melvoin y la tecladista Lisa Coleman, componentes clave de la banda que lo acompañan en esta ocasión, The Revolution. Con una duración inicial de 14 minutos, la pista fue recortada para el lanzamiento final después de la inclusión tardía de ‘Take Me With U’, en un corte que ayudó a enfocar la canción y a concentrar su energía rockera y synth. Ahora es el turno de hablar de ‘Darling Nikki’. Tal vez su composición más controversial debido a su contenido sexual explícito que escandalizó a un grupo de padres en los ochenta, que debido a esto, fundaron el Parents Music Resource Center que abogó por que se colocaran advertencias en el disco. Esto llevó a que las discográficas adoptaran las famosísimas etiquetas “Parental Advisory: Explicit Content” que perduran hasta el día de hoy. Musicalmente, es una indiscutible genialidad. El single ‘When Doves Cry’ es quizás el punto más sobresaliente de este perfecto álbum, y eso ya es mucho decir. La melodía como tal no lleva línea de bajo, y en su lugar la adorna un drum machine reproducido en un simple patrón repetitivo de dobles que la hacen destacar entre sus contrapartes. En cuanto a la letra -que es autobiográfica-, podemos apreciar un drama lleno de dolorosa nostalgia y traumas en medio de una lucha por convertirse en lo que sueña, y eso la hace ser simplemente sublime. Ese es otro aspecto súper destacable del disco, porque aquí encontramos la presencia de sus raíces R&B, pero también mucho pop, experimental, dance, psicodelia y una influencia innegable del rock. ‘I Would Die 4 U’ cumple con la cuota romántica y pop, haciéndola demasiado pegajosa. Su habilidad como compositor a estas alturas del trayecto es evidente, por lo que quisiera resaltar el primer párrafo: “I'm not a woman / I'm not a man / I am something that you'll never understand”, frase que automáticamente nos lleva de vuelta al personaje que encarnó Prince, este irresistible ser andrógino que mediante sus diferentes estilos rompió las barreras de género y del amor. Bajo este mismo paradigma de medición recae ‘Baby I'm a Star’, aunque con ánimos más fiesteros y ritmos más funky que se disfrutan mucho. Para finalizar, por supuesto que tenemos al golpe maestro, el himno definitivo y track que da nombre a la obra: ‘Purple Rain’. A primera escucha, es fácil ver por qué la canción ha llegado a tanta gente; es inquietante, cruda, cautivadora, emotiva, y eso en gran parte se debe a los arreglos tipo góspel con esos tonos bajos y voz sosegada. Pero esto es hasta que explota en la desesperación de la historia que se está narrando. Esta mezcla de arrepentimiento, consuelo y deseo se fusiona en una de las canciones de amor -o desamor- más bellamente arregladas jamás escritas. El mismo Prince explicó su significado: “Cuando hay sangre en el cielo, rojo y azul da igual a púrpura. La lluvia púrpura pertenece al fin del mundo, a estar con la persona que amas y dejar que tu fe te guíe a través de la lluvia púrpura”. ¿Se puede decir más? “Purple Rain” en sí es una ópera de nueve arias sobre las aventuras y desventuras de la vida, una especie de elegía a los amores perdidos y rutas no tomadas que tienen como fin último una transformación sobrenatural. Trasformación que, en el caso de Prince, lo alzó hasta el pináculo de la supremacía pop. Y aunque muchos aseguran que su verdadero magnum opus llegaría tres años después con "Sign O' The Times" (1987), lo cierto es que para muchos de nosotros, siempre será recordado primeramente por este álbum que estableció una marca registrada en el mercado mundial y en nuestros corazones. Bárbara Henríquez Castro Tags #Prince #Purple Rain #Prince and the Revolution Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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