Charly García

1995. Sony Music

La década de 1990 fue demasiado volátil para Charly García. Durante esa época asumió una vida convulsionada y extrema, donde los conciertos destructivos y las polémicas eran la tónica de casi todos los días. Por entonces, era un tipo lentamente tragado por sus monstruos internos que al mismo tiempo no solo cargaba con una carrera que atravesó diversos arcos evolutivos, sino que fue el responsable de cambiar la forma de mirar y ver el rock desde este lado del mundo. En medio de esas polémicas y esas actitudes erráticas, fue cuando MTV le ofreció hacer uno de los primeros conciertos de la versión latina de los ''Unplugged'', desde su círculo íntimo no solo dudaron sobre el éxito del proyecto, sino que también les costó convencerlo, pues en principio no le interesó, ya que consideró que era algo que ya hizo en su época de Sui Generis.

Tras varios dimes y diretes, Charly terminó aceptando, siempre y cuando los mandamases de la cadena se amoldaran a sus exigencias y decisiones. De más está decir que esos ejecutivos accedieron a regañadientes, pues de él podían esperar cualquier cosa. Si García se motivó fue por razones más prácticas, pues el eventual éxito del show le confirmaría si aún seguía vigente, considerando la música más vanguardista que hacía por entonces - como la ópera rock ''La hija de la lágrima'' (1994) - y que había alejado a sus fans más veteranos. Por eso, supo que debía ser perfecto de principio a fin. Y cumplió. En una hora resumió su extenso catálogo a través de magníficas versiones acústicas de sus éxitos en un set completo. Por supuesto, eso no hubiese sido posible sin una afiatada banda de acompañamiento, formada por sus compañeros de entonces Fernando Salamea (batería y bandoneón), Fabián Quintiero (órgano y bajo acústico) y la irremplazable María Gabriela Epumer (guitarras), además de un set de cuerdas integrado por Erika y Ulises Di Salvo. Bajo la producción de Joe Blaney, Charly presentó aquí tanto su esfera lúcida y virtuosa, como la del caos y la improvisación. Ese 4 de mayo de 1995 entró al set con el pelo teñido de rubio, y se sentó frente al piano mientras jugaba con un personaje omnipresente a lo largo del show: una muñeca parlante que cada cierto tiempo reproducía frases sin sentido.

El programa tuvo una introducción a la altura; una trilogía compuesta por 'Yendo de la cama al Living', 'Rezo por vos' y 'Fanky'. Un potente resumen de esos años '80 donde desbordó tanta genialidad. Siguiendo con el show, en 'Pasajera en transe', la banda recreó de forma compacta y precisa las nebulosas de sintetizadores del original. El medley de Serú Girán ('Eiti Leda' y 'Viernes 3 A.M.') es perfecto, con bellísimas intervenciones de las cuerdas y una espléndida participación de Epumer en las segundas voces. El bajo de Pedro Aznar era la marca del grupo y, con ingeniosos arreglos, los violines los reproducen perfectamente, al igual que el solo de 'Cerca de la revolución' es genialmente traducido por María Gabriela en guitarra acústica.

Los aires nostálgicos de ''Clics Modernos'' (1983) aparecen en 'No soy un extraño', aportados por un genial solo de piano e intervenciones tangueros del bandoneón. En 'Los Dinosaurios' Charly retoma la intimidad que tenía originalmente, pues por entonces solía aumentarle el voltaje en sus shows en vivo. Tanto la unión de voces entre Epumer y García como las cuerdas que crecen lentamente hasta explotar son hermosos. La experimentación de los '90 aparece recién en 'Chipi-Chipi', que se presenta como una balada escueta, con mayores arreglos en el piano y una escala de guitarra que tampoco tiene desperdicio. Por el contrario, 'La sal no sala' tiene una impronta más salvaje que la original. Aquí, Charly se enfunda una guitarra y hace una zapada con Epumer que exuda rock. 'Nos siguen pegando abajo' era otro clásico que no podía faltar. Las cuerdas suplen con maestría sus inconfundibles riffs de sintetizador, mientras que García suelta la mano y añade rellenos geniales con el piano. Los violines asumen además una segunda voz que no suena forzada y armoniza de manera eficaz. Charly baja las revoluciones para 'Ojos de Videotape'. Con el paso de los años su voz ya sonaba muy gastada, por lo que María Gabriela realiza gran parte de la voz solista, de manera angelical. En el solo de piano, García presenta variaciones interesantes – incluyendo referencias a sus temas 'Peperina' y 'Piano Bar' – y pasa rápidamente a 'Demoliendo hoteles', donde los violines reemplazan el riff inicial y el bandoneón emula el solo que se usa en sus interpretaciones en vivo.

Para el final, hay un tema inédito llamado 'Fifteen Forever'. Esta es una suite instrumental corta y muy bella con citas al tema 'Goodnight' de The Beatles, a quienes suele citar como la banda que lo empujó a ser músico. Mientras las cuerdas interpretan un arreglo bastante prístino, el piano parece flotar con arreglos muy psicodélicos. Finalmente, los asistentes no escatimaron en aplausos ante esa clausura, donde Charly expresa mucho, sin decir una palabra.

Tras los vitoreos, García agradeció al público y se retiró triunfante. No sólo se dio el lujo de callar a los incrédulos, si no también cumplió las expectativas de los ejecutivos de MTV, quienes sudaron la gota gorda con él: se sabe que repitió canciones con las que no quedó conforme – algo poco habitual en estos conciertos, pues se solían graban de corrido, sin pausas - y cuando pidió permiso para ir al baño, se perdió por 30 minutos. Era la cuota del vertiginoso rock & roll que se debía pagar para que la velada fuese histórica. En definitiva, ''Hello! MTV Unplugged'' fue perfecto porque aquí Charly logró algo que parecía imposible: glorificar canciones que ya eran inmejorables obras de arte.

Giordano Antonelli Villavicencio