Sumo

1987. CBS

Sumo fue quizás la banda más innovadora de la historia del rock en Argentina, gracias a la inserción de influencias musicales que en ese entonces todavía eran novedosas dentro del rock de ese país, como el reggae o el post punk y que terminó dándole vida a un sonido único y difícil de encasillar. Su primer álbum, ''Divididos por la felicidad'' (1985) no solo fue una bomba impensada, sino que además, permitió ser un refresco para una escena donde no habían más opciones que el rock estiloso y a veces exagerado de Soda Stereo y Virus o la excesiva seriedad e intelectualidad de las obras de Charly García y Spinetta.

En ese sentido, Sumo hizo un rock más directo, donde no importaba que un tema no sonara bien: la idea era ir y dejarlo todo en el escenario. Podían ser descarados y desaliñados, pero al mismo tiempo eran plenamente auténticos. Si bien en ese primer disco bebían casi exclusivamente de reggae, no fue hasta ''Llegando los monos'' (1986) donde empiezan a presentar composiciones más diversas, pero que aun así no eran tan marcadas, principalmente porque entonces solían trabajar bajo la lógica de hacer canciones que sonaran en la radio. Sin embargo, este segundo disco hizo que llegaran cada vez más gente a sus recitales, a tener hits en la radio y a demostrar que no eran un fenómeno pasajero.

Si ''After Chabón'' difiere de los anteriores fue porque para este álbum la banda quiso jugar mucho más con su propuesta instrumental, lo que les liberó de hacer éxitos y simplemente dejar su energía fluir. Aquí no solo demuestran un alto nivel compositivo sino que también manifiestan su costado más experimental, teniendo una mayor presencia de arreglos y detalles sofisticados, haciendo además una mescolanza con las cosas que venían haciendo con ritmos como el World beat y el funk. El disco en sí es muy difícil de definir, porque hay cosas tan surrealistas como oscuras, destacando el buen nivel musical que tenían los integrantes de Sumo, curtidos por años de instensas jam sessions y recitales salvajes.

La bienvenida es la imponente 'Crua Chan', inspirado en la monumental batalla de Culloden, en la cual se enfrentaron escoceses e ingleses en 1746. La canción presenta una intro con unos redobles de batería y gaitas. Luca se pone en la piel de un escocés y entona el grito de guerra que le da el nombre al tema. La intro crece con efervescencia hasta el punto que explota y da paso a una base heroica y espectacular, con guitarras sobrecargadas y un bajo que retumba a todo lo que da. 'Tan distintos' es indudablemente, un sucesor natural para 'La rubia tarada' o 'Los viejos vinagres', ya que entre tanto caos, debe ser la única canción realmente radiable del material. Pese a ser un reggae, la canción es muy oscura. La pieza musical es impecable en su ejecución, con arreglos de saxo que nos llevan a lugares inhóspitos, guitarras crepitantes y una línea de bajo que da mucho hipnotismo. Su letra tampoco de ser profética. ¿Acaso Luca hablaba de la caída del Muro de Berlín? 'Banderitas y globos' resume muy bien todos los mundos sonoros de la banda, donde conviven guitarras rockeras, percusiones skas y vientos sumamente reggae, creando una bomba bailable y cuya música parece crecer en espiral. 'Mañana en el Abasto' es un tema sumamente nostálgico, que narra la zona del Abasto, símil porteño de nuestra Vega Central. Aquí Luca habla sobre la gente que lo habita, el mundo proletario que lo rodea y tambien, la pena de que ese lugar sería desmantelado a favor de la industrialización. Tampoco deja de tener una carga autobiográfica, pues cuando Prodan llegó a Buenos Aires se instaló a vivir en el barrio adyacente de ese lugar. El tema se mantiene con un arpegio de guitarra que si bien no cambia nunca genera gran dramatismo. A veces esa abulia se rompe por tintineos de saxo y sintetizadores.

Tanto 'Hola Frank' como 'El cieguito volador' son improvisaciones demasiado bizarras. Puede que no se entienda nada a nivel armónico, pero si prestas atención te encontraras con el mejor solo de Ricardo Mollo dentro del disco en la primera, o una envolvente línea de saxo en la segunda. Pero claro, todo suena muy despacio, justo detrás de las galimatías ininteligibles de Prodan. Para el final, 'Noche de paz' es una versión bilingüe y punketa de ese villancico y 'Percussion Baby' tiene una onda muy playera, pero no se dejen engañar, porque es sumamente intimidante.

''After Chabón'' está formado por canciones que de ninguna forma serían éxitos explosivos, pero que al mismo tiempo no se pierden en la intrascendencia. El álbum tiene muchas joyas escondidas, pero Sumo no te la deja fácil y tienes que tú mismo encontrarlas y lograr asimilarlas. La banda sin duda hizo lo que quiso y lo logró. Y pese a ser el último disco que grabaron con Luca, no se siente para nada una despedida. Muy por el contrario, aquí está la esencia de Sumo de principio a fin, sin máscaras ni ánimos de caerle bien a todo el mundo.

Giordano Antonelli Villavicencio