Cómo Asesinar a Felipes

Naturaleza muerta

Martes, 06 de Agosto de 2019

2019. Koolarrow

“Si tuviera expectativas de una banda como esta, me mataría”. Las palabras de Billy Gould, entregadas a Rockaxis durante su visita a Chile en el verano pasado, no pueden graficar mejor cuando nuestros oídos se aprestan a escuchar un nuevo álbum de Cómo Asesinar a Felipes. “Naturaleza muerta” es otra muestra de la inexistencia de fronteras al interior del quinteto. El eclecticismo figura como el único estado posible de desenvolvimiento. ‘La verdad fundamental’ es el puntapié inicial de un lienzo sin límites de colores. Todos sirven, todos aportan a ensamblar una pintura musical que maravilla, seguro, pero también impacta, desconcierta y deja una pregunta en el aire: “¿Cómo se pueden tomar tantos rumbos y mezclarlos de manera tan sabia?”. Posiblemente las respuestas son muchas.

Al escuchar cada surco de este nuevo crimen del conjunto se huele una cierta continuidad con “Elipse”, pero -si se puede decir- con movimientos menos complejos y bien delineados: ya no es todo una larga canción. Claro, es el segundo esfuerzo con Cristián Gallardo y las estructuras conservan un poco ese rumbo, con sus intervenciones más acostumbradas a proveer un aroma, un bosquejo, un camino paralelo con sus propias curvaturas. A modo de ejemplo, la flauta traversa en ‘Ha vuelto a pasar’ es deliciosa, ondeando de contrapunto a la marcha seca batería-bajo -deudora del krautrock- entregada por Felipe Salas y Sebastián Muñoz. Esta canción es el ejemplo vivo del espíritu colaborativo que inunda los recovecos del disco, hacia el final suenan unas percusiones afrolatinas, cortesía de AvalanchA, grupo cuya música es creada mediante las señas. Todo muy orgánico, al igual que la presentación de Mapurbe, poeta nacional dueño de una obra que rescata las vivencias de ser mapuche en la periferia, ser un migrante en la gran ciudad. “La cueva del Pillán ruge a balazos por la pobla”, recita

Si de colaboraciones se trata, “Naturaleza muerta” ofreció un bocado irresistible el año pasado, con el lanzamiento de ‘Disparan (Fill the Skies)’, destacando la sorpresiva aparición de Chino Moreno en las voces. El tono etéreo y sensual del frontman de Deftones calza con absoluta llaneza en la capa sonora del grupo, que juega con retazos jazz y motorik, y la voz de Koala Contreras, de flow severo y urgente. La ecuación es completada por un histórico de la banda: Marcos Meza, quien aporta unos toques psicodélicos de sintetizador. El canto del MC sigue siendo oscuro, pero de una identidad insoslayablemente unida al grupo. Es protagonista pero también sabe cuándo ceder el rol principal. Sus palabras escupen verdades amargas que alcanzan una repercusión. No entregan una respuesta, pero empujan a buscar una. “La amabilidad cuando el hambre es capaz de hacerte rodar por el acantilado” es un notable pasaje de ‘Busca la paz’. ‘Días oscuros’ es otra colaboración destacada. Camila Moreno y Cómo Asesinar a Felipes se identifican en la inquietud, la rebelión que significa la búsqueda de un nuevo espacio. La voz de la cantante baña de un sabor que huele a Bristol, mientras que el conjunto zigzaguean por un jazz informal, muy cercano al David Bowie de “Blackstar”, con un Gallardo sacando fuego en un solo de saxo endemoniado y sugerente. Una joya.

“Siempre nuestra motivación ha sido mantener la creatividad”, afirmó Felipe Salas a inicios de año, cuando nos recibió en los estudios CHT mientras se mezclaba “Naturaleza muerta”, proceso a cargo de Billy Gould (Faith No More, The Talking Book). No debería sorprendernos, pues ha sido la premisa desde la concepción de este proyecto, por lejos el más interesante en la música chilena de la última década. En constante desafío y cuestionamiento de sus posibilidades. Cómo Asesinar a Felipes es una bestia indomable y hambrienta de todo: sensaciones, experiencias y sabores. En la pintura, el nombre del álbum se asocia con el bodegón, género que proporciona al artista una mayor libertad al abordar su obra, empleando diversas técnicas que apelan a lo simbólico. Si ese es el caso, el título para su séptimo trabajo no pudo ser mejor elegido.

Jean Parraguez