Korn

The Nothing

Martes, 17 de Septiembre de 2019

2019. Roadrunner

En el pasado, cada vez que Korn iba a sacar un disco nuevo le decía a sus fans que sería el más pesado de su carrera o que volverían a sus raíces. Realmente, ello nunca ocurrió. Lo que pasó fue que el quinteto volvió su sonido más amable, electrónico y con uno que otro guiño al metal.

Hoy sería errado esperar que los de Bakersfield lanzaran un disco con algún vestigio del Korn que dominó la escena a fines de los noventa. Ese que incluía cantos guturales angustiantes y riffs que parecían la embestida de un dinosaurio. Han pasado 25 años de eso y mucha agua bajo el puente, pero Korn sigue ahí. Con la misma categoría de líder que tuvo en el último gran movimiento rockero, conocido como aggro metal. Y también con la misma cantidad de discos buenos como insufribles, para qué vamos a andar con cosas. Muchos fans dieron vuelta la página y otros siguieron atentos, casi por cariño a la nostalgia adolescente. Y los que decidieron permanecer haciendo el aguante puede que en esta pasada estén esbozando una sonrisa.

En viernes 13 el conjunto lanzó su decimotercera placa, "The Nothing", disco marcado por la muerte de Deven, la esposa de Jonathan Davis por una sobredosis accidental en 2018. Buena parte del registro toma la idea de la pérdida, donde el frontman transmite su desolación. Como al inicio con 'The End Begins', tema que abre con gaitas (marca registrada del conjunto) y que termina con el cantante sollozando, tal como en 'Daddy', del debut (1994). "¿Por qué me dejaste?", se pregunta Davis de entrada.

Esa será la tónica de todo el álbum. 'Cold' presenta parte del metal sofocante del quinteto, aderezado con secciones suavizadas para el coro. Es una buena mezcla del ayer y hoy del quinteto, con Davis retomando el canto gutural. 'You'll Never Find Me' es otra de las duras, que trae de vuelta la clásica pregunta y respuesta en guitarras, a cargo de James "Munky" Shaffer y Brian "Head" Welch (otra marca registrada). El golpeteo característico de Reginald "Fieldy" Arvizu en el bajo sigue presente, con su peculiar ejecución que se acerca más a lo percutido, aunque quizás a veces se va diluyendo. ¿Funcionaría un bajo distinto en Korn? De ninguna manera. En esa línea, se suma el baterista Ray Luzier, quien toma con solidez los complejos ritmos que el grupo demanda sin mostrar puntos bajos.

Para no perder la costumbre del Korn de esta década, el disco decae a medio camino y el buen sabor inicial se va esfumando. Es indudable que el álbum necesita un tema con la explosión característica del conjunto, cosa que nunca llega. En 'Finally Free', Davis continúa con su lamento: "¿Dónde estás ahora?/ Traté de comunicarme contigo,/ nada te salva./ ¿Cómo podría fallar?/ Esta vida te traicionó y finalmente eres libre". Para 'Can You Hear Me' asestaron una oscura y tétrica melodía inicial, que suena a clásico. Otra de las destacadas. 'This Loss' y 'Surrender to Failure' retoman con la emotividad y desazón de Davis por su fallecida esposa. En la última, una canción corta y punzante, canta con voz limpia: "Por cada cosa buena que he hecho hay un precio que pagar / Y ese precio me dejó horrorizado, Dios lo intenté / Ahora soy yo quien nunca eligió esto / Ahora soy yo quien caminó una línea estrecha/ Haría cualquier cosa para devolverte a mí". Cuando toma líneas con voz limpia alcanza notables momentos de emotividad. La canción termina de forma abrupta, casi como una metáfora de la repentina partida de Deven.

En "The Nothing" Korn valida sus credenciales de banda oscura, angustiada, y de buenos ritmos. Hay temas que sobran y se hace necesario algo más de fuerza. Davis tomó su pena y la transformó en una bonita obra, bastante mejor que los discos anteriores. Pero Korn en su minuto fue demasiado grande como para conformarse con un "casi buen disco".

Juan Pablo Andrews