Dead Lord

2020. Century Media Records

 

Dead Lord es una de esas bandas que desearía tener una máquina del tiempo. Su desapego con la música del presente es total, por lo que definitivamente se sentirían más cómodos en 1976 compartiendo el mismo espacio con "Jailbreak" de Thin Lizzy, "Agents Of Fortune" de Blue Öyster Cult o "Rock And Roll Over" de Kiss. Cómo esa tecnología no se ha inventado aún, están atrapados en la época de las redes sociales, de la post verdad, de Trump en el poder y de una pandemia latente, pero también de discos como "Lucifer III" de Lucifer o "Sudden Death" de Horisont, compañeros de ruta que han decidido agregar un toque distinto a sus recetas en sus últimos lanzamientos. Si bien ninguna de las agrupaciones muestra un cambio brusco de dirección, la balanza inclinada hacia el occult rock de los primeros y el contacto más cercano con el soft rock de los segundos hablan de una búsqueda evolutiva que de seguro será más palpable en sus próximos registros. No es el caso de Dead Lord.

 

Desde los primeros segundos en que la batería de Adam Lindmark ataca los oídos en 'Distance Over Time', es notorio que Mr. Krim y los suyos no dan su brazo a torcer cuando se trata de entregar Rock and roll de la cepa más pura. Sí, son absolutamente conservadores en su propuesta, pero la materializan de una forma tan vibrante que los cuestionamientos pueden quedar de lado. ¿Cómo resistirse ante los solos electrizantes de 'Letter From Allen St.', a los riffs picantes de 'Authority' o a los coros titánicos de 'Evil Always Wins'? Dicen que el tiempo pasa volando cuando te diviertes y eso es lo que ocurre con esta primera mitad del registro grabado en el estudio Humbucker de Estocolmo bajo la tutela de Robert Pehrsson. Goza de un ritmo que no da respiros y entra de sopetón para sorprender con ese pedigree escandinavo que encanta desde los días en que The Hellacopters y sus secuaces se tomaron el mundo por asalto.

 

Justo en el meridiano de la placa está la bella 'Messin' Up', quizá la evidencia más palpable de la influencia de Thin Lizzy tanto por la línea vocal de Mr. Krim como por la amplia guitarra acústica que recuerda al Phil Lynott de 'Running Back' o 'Fight or Fall'. Su dulzura funciona como el puente perfecto para transitar hacia 'Dark End Of The Rainbow', que asciende desde una solitaria figura en las seis cuerdas y se convierte en otra gigante demostración del cautivador poder melódico de la banda, 'Bridges', una furiosa arremetida comandada por las guitarras gemelas de Martin Nordin y Mr. Krim corriendo a toda velocidad, y 'The Loner's Way', con acordes mayores y segundas voces infecciosas que combinan de manera grandiosa los célebres ganchos del rock sueco y el armazón sónico del rock sureño estadounidense. 

 

Llegando al final de manera salvaje y libre, 'Gonna Get Me' deja entrever un poco más el bajo, instrumento que carece de protagonismo en todo el disco, pero que acá aporta el tono preciso para remarcar el canto fugitivo de una tonada que está al límite en todo momento. Ante la imposibilidad de que Ryan Kemp pudiera integrarse a la grabación, Krim tuvo que grabar el bajo, por lo que el aporte de Kemp solo es audible en los bonus track de la edición limitada en cd que incluye los covers 'Hands Down' de Moon Martin, 'Moonchild' de Rory Gallagher y una versión en sueco de 'Letter From Allen St.' llamada 'I staden som aldrig slumrar till'. Por su parte, 'Dystopia' es un epílogo que se toma del pasamanos del NWOBHM entre los redobles espasmódicos de un Lindmark que quema todos sus cartuchos y el talento bestial del dúo Nordin-Krim para incendiar la pradera con riffs fogosos que en lo lírico entrega una ácida reflexión sobre los complejos tiempos en que estamos viviendo. En síntesis, "Surrender" (2020) aborda los problemas del mundo moderno valiéndose de los códigos rockeros del pasado.       

 

Para bien o para mal, la cuarta aventura discográfica de los suecos profundiza el estilo que han hecho propio durante toda su discografía. Si el auditor esperaba un giro en 180 grados, este disco no se lo va a entregar, pero si en cambio busca una dosis de Rock and Roll cañero, divertido y sin tapujos, se lo va a devorar de principio a fin porque no tiene puntos bajos. Se erige sin dudas como una de las mejores obras de su carrera superando en dinamismo a "In Ignorance We Trust" (2017) y apaga las voces que reclamaban un desgaste en su fórmula. Si la idea de Krim y los suyos era ponernos de rodillas y derretir nuestras cabezas con su desmadrada horda de riffs, "Surrender" (2020) cumple el objetivo a cabalidad y para eso no necesitan máquinas del tiempo ni desvíos estilísticos. Menos mal que vivimos en una época en la que simplemente podemos rendirnos ante la supremacía sónica de Dead Lord.              .

 

Pablo Cerda