Depeche Mode

2023. Columbia

La muerte no es un término inédito en la discografía de Depeche Mode. Desde ‘I Sometimes Wish I Was Dead’, encontrado en su álbum debut (“Speak & Spell”, 1981), son varios los ejemplos en que la figura de la Parca hace su aparición. Además de ser un elemento inspirador, también ha proyectado su sombra en los músicos a lo largo de su historia, siendo la prueba palpable más reciente la partida de Andrew Fletcher, uno de los fundadores del conjunto.

La muerte no representa necesariamente el término de algo. Lo anterior se puede aplicar al presente de Depeche Mode: con Martin Gore y Dave Gahan como miembros sobrevivientes, ambos transformaron su relación -distante como ellos mismos han revelado- a un lazo más cercano. El legado les pertenece y hay mucho orgullo sobre la mesa como para retirarse. Situemos un paralelo: tal como Deftones, anímicamente en el suelo por la suerte de Chi Cheng, sacando fuerzas y entregar el brillante “Diamond Eyes” (2010), de la misma forma los británicos demostraron la resiliencia necesaria para levantarse y entregar “Memento Mori”, un trabajo sombrío, oscuro y lúgubre. Es también su mejor título en años, muchos años.

Esta nueva etapa en la carrera de la agrupación trae consigo nuevas maneras de enfrentar el estudio y composición. Martin Gore, por ejemplo, por primera vez entrega una composición escrita junto a alguien fuera del entorno Depeche Mode, como es Richard Butler de The Psychedelic Furs. Una de ellas es, precisamente, el track que abrió la promoción: ‘Ghosts Again’. De una melodía capaz de quedar incrustada en la memoria de inmediato, reminiscente de los 80, este single es al mismo tiempo una trampa porque no es un resumen de “Memento Mori”, el menú sonoro es más intrincado. En ‘My Cosmos Is Mine’ Gahan entrega un mantra desafiante ("No juegues con mi mundo, no te metas con mi mente, no cuestiones mi espacio-tiempo") en medio de paisajes agobiantes deudoras del krautrock. ‘My Favourite Stranger’ y 'People Are Good' parecen producir una ramificación hacia discos “Music for the Masses” (1987) y “Violator” (1980)

Una de las características asomadas a la primera escucha es que no parece existir momentos que sobren, algo que sí ha ocurrido en anteriores entregas -especialmente en las de este siglo. ‘Never Let Me Go’ presenta una guitarra con el veneno del industrial, en medio de pesados beats que, en manos del grupo, pueden llevarte también a la pista de baile. ‘Always You’ es por lejos uno de los mejores momentos de Dave Gahan en el álbum. ‘Before We Drown’ guarda cierta tensión, pero también denota un dejo de esperanza (“Tenemos que avanzar antes de ahogarnos”).

Gore también brilla en “Memento Mori”, su cometido en la balada ‘Soul With Me’ es espléndido. Arropado por una suite que va en busca de la épica, el músico y compositor se sumerge en la muerte, cantando que busca “la eternidad, dejando mis problemas y los desastres del mundo. Me dirijo al cielo abierto”; Gahan hace lo propio en ‘Wagging Tongues’, cantando en plan siniestro sobre “Mirar a otro ángel morir” en medio de un arpegio de sintetizador, una receta clásica en el repertorio Depeche Mode. ‘Speak to Me’, el track que cierra, ofrece un in crescendo musical de sintetizadores que de a poco va asfixiando el track, mientras el frontman va en su particular camino a la redención y la eternidad, uno de los grandes temas en la discografía de la banda (“Hay un mensaje que sé puede ser encontrado. Estoy escuchando, te escucho, tu sonido”).

“Todo lo que hacemos sin Fletch es por primera vez”, comentó Dave Gahan en una reciente entrevista, quizás explicando una de las muchas formas en que parece actuar la muerte; en este caso, que dos personas (Gore y Gahan) en sus 60, puedan encontrar un lienzo en blanco y catalizar el duelo, el encierro, la pena y la rabia, en algo nuevo. Quizás ahí radica la genialidad de “Memento Mori”, en que anidan dualidades. Es un réquiem y un saludo al mismo tiempo, tal como la muerte: cierra puertas, pero también abre otras.

Jean Parraguez