Natalia Molina

2023. Independiente

Ha pasado más de una década desde que Natalia Molina aterrizó en la escena musical chilena. Entonces asomaba como una tímida voz en medio de una generación que entregó algunos de los nombres fundamentales el último periplo de música nacional. Eran tiempos de cantautores y cantautoras: dominaban los pocos espacios radiales que se abrían para las nuevas generaciones, enfilaban en carteles de importantes festivales y completaban páginas impresas y digitales como favoritos de la prensa especializada. Y aunque la fórmula comenzó a agotarse entre la sobre exposición y la reconversión estética de algunas y algunos de sus cultores, la música de Natalia quedó como un vestigio de una época en que las guitarras acústicas, el soft rock y las canciones de inspiración Beatle aun tenían espacio para donde crecer en la música chilena.

Tras largos años de pausa, Natalia Molina regresó a editar un largaduración en un momento en que también los nombres individuales perfilan como los más exitosos de la industria, pero con algunas diferencias. Ya no es el sonido pop con arraigo en la canción del siglo XX, ni la trova tradicional latinoamericana lo que concentra la atención del público. El pop postmoderno, un extraño revival del shoegaze y el irrebatible cetro de la música urbana componen el hábitat en que Natalia entregó “Solo un reflejo”, el disco que la trae de vuelta. En ella, en cambio, la canción de impronta sesentera continúa marcando el paso de su creación. A priori, entonces, el ejercicio suena fuera de época. Nueve canciones que inician con la sensible ‘Ya no es vida’, en que la cantautora persigue con su voz cálida a una guitarra acústica que mezcla su timbre con los efectos de deelay de una guitarra eléctrica de inspiración clásica. Es la canción Beatle en su forma más canónica, robustecida con la madurez de Natalia en su voz, que se acerca a la impronta folclórica de las cantoras chilenas (Violeta Parra entre ellas, sin duda). La formula electroacústica se repite en ‘Niño salvaje’ y ‘Tu estrella’, que recuerdan a las composiciones de otras cantautoras femeninas como Javiera Parra y Christina Rosenvinge. Esta mirada a The Hollies, Los Mac’s y Marianne Faithfull, adquiere cierto tono lúdico (y cuasilisérgico) en el twee pop de ‘Esta tormenta pasará’, ‘Evita ese desastre’ y ‘Ya sé’, que recuerdan el estilo Henriquezco de hacer canciones con letras tristes, pero música alegre y luminosa.

Dos de las mejores canciones del disco son ‘No escuchas’, con aire dream pop y folki, como salida de un curso dictado por el John Lennon de Mind Games y ‘Eres’, que oscura y de cadencias folk, muestran a la cantautora en una forma creativa más madura y una interpretación correcta, alcanzando una performance punzante y dulce en la voz. ‘Eres’ debe ser de las mejores canciones compuestas por un cantautor o cantaura el año 2023 en Chile.

“Solo un reflejo” es un disco íntimo cuyo ánimo transita entre la nostalgia, la alegría y la soledad. Un disco reposado que funciona como cobijo sonoro, tanto para la autora y el auditor. Tal vez la apertura que provocó el exitoso regreso de Los Bunkers y Los Tres generen nuevos espacios para el desarrollo de un pop rock de inspiración clásica, ese que mira a la Nueva Ola, la Invasión Británica, La Nueva Canción Chilena y el pop iberoamericano. Un espacio que Natalia podría comenzar a habitar con este álbum.

Cristofer Rodríguez