Cecilia: La canción que nunca calla Entrevista con la ícono de la música nacional Martes, 25 de Julio de 2023 A los 79 años murió Cecilia, tras varios días de hospitalización. En honor a uno de los nombres definitivos de la música popular chilena, rescatamos esta conversación, publicada en revista Rockaxis el año 2018. La carrera de Cecilia Pantoja Levi empezó desde muy adolescente. Primero con Los de Tomé, un grupo sin mayor popularidad, pero cuya experiencia le sirvió para darse a conocer. A principios de los 60 ya estaba grabando su primer sencillo como solista –el tango ‘Uno de tantos’ y el rock 'n roll ‘I wanna live’– de la mano del director artístico de EMI Odeón, Rubén Nouzeilles. Desde ahí, no pasó mucho tiempo para llegar a la cima de la música pop nacional: su estilo atrevido, su insuperable voz y su personalidad avasalladora, la convirtieron en una cantante empoderada que incluso hizo amistad con la otra matriarca artística, Violeta Parra. A sus 75 años, sigue siendo referente para todas las artistas mujeres, aunque su último disco editado sea de 1970. «No hace mucho», bromea desde el pasillo de la casa en La Cisterna en donde está alojando desde su última hospitalización, ante la pregunta de su amiga y mánager, Yasmín Bau. Como quien acaricia un piano, Cecilia canta bajo sobre los arreglos de sus canciones. Eran pasadas las 8 de la tarde en el Club Hípico, y sigilosa pero compenetrada en su performance, acompañada de Denisse Malebrán, pimponeó las palabras de la intro de la clásica ‘Baño de mar a medianoche’. Noche, playa, brisa, penas. Ahí, en pleno atardecer estival, se sintió la fuerza de su interpretación, a pesar que ya no puede recorrer el escenario con la elocuencia de antaño tirando besos de taquito, ni menos su voz es la de esa veinteañera que dejaba boquiabiertos a todos. El público joven, unos siete metros más abajo, se enciende cuando estalla la primera estrofa. Graban, bailan, cantan. Lloran. Álvaro España –líder de Fiskales Ad-Hok–, solo atina a decir «Cecilia es la más punk de todas». Ella, en las alturas, sigue siendo gigante sobre el escenario. La muchacha de Tomé que sólo soñaba con cantar, hoy es una de nuestras artistas fundamentales de la patria. «Mi música es la que llega fuerte y siempre la transmito desde lo más profundo de mi corazón. Eso llega. Hay que ser muy verdadera, muy abierta. Eso creo que provoca el llanto espontáneo de la gente como se dio en La Cumbre y en el Caupolicán. Es maravilloso y me motiva bastante. Pero me confunde, también. Me conmueve, y pido a Dios que me de fuerzas para salir adelante. Y paren un poco el llanto, mejor me disfrutan». Cecilia no ha abandonado los escenarios. Es más, sus últimas presentaciones han sido triunfantes, como en la ya mencionada edición pasada de la Cumbre del Rock, y un show hace tan solo unas semanas en el Teatro Caupolicán. Su tono de voz es susurrante, dolido, pero nunca quebrado. «Me tengo que cuidar para no caer otra vez con este principio de neumonía que me altera mucho, aunque no me ha perjudicado las cuerdas vocales. ¡Increíble!», comenta con aire de triunfo y vanidad, como quien gambetea el paso del tiempo con estoicismo. «Ni cagando me muero todavía», recuerda haberle dicho a los médicos en una crisis respiratoria que la aquejó a mediados del 2016, y en donde se encendieron las alarmas por su estado de salud. Desde aquella vez, ha sufrido nuevos y más recurrentes episodios problemáticos, el último el pasado septiembre, en San Antonio, donde se encontraba descansando. «Ahí clotié», confiesa. La forma que ha encontrado el staff de la cantante para seguir perpetuando su legado es el lanzamiento de un nuevo disco en vinilo. “Cecilia, La Incomparable. 60 Años Artísticos”, es un compilatorio con clásicos de su repertorio que incluye hasta ‘Muchacha triste y solitaria’, su primera canción grabada con Los de Tomé, entre otros éxitos incombustibles como ‘Un compromiso’ o ‘Aleluya’. «Lo escuché y encontré que está muy bien hecha la masterización doble que hicieron (Jean Herrera). Todas las canciones en un primer plano, y todo más destacado que en mis primeros discos», dice mientras contempla el arte del vinilo, con un diseño ilustrado de uno de sus retratos de joven, en tonos púrpuras, realizado por Claudio Bau. La intérprete de ‘Dilo calladito’ recuerda que fue en 1970 la última vez que editó un álbum en vinilo de 12”. «¡Fue un boom! Empezó a crecer y crecer hasta que vino el golpe, ahí jodimos». Con orgullo, menciona también que es en ese disco donde realizó un cruce improbable en nuestra música pop, grabando ‘Gracias a la vida’ de Violeta Parra y ‘Plegaria a un Labrador’ de Víctor Jara. Primer y último track, respectivamente. Folclore, Nueva Canción, baroque pop y rock sinfónico fusionados y grabados gracias a la ayuda del maestro Valentín Trujillo. «Eso lo hice directo, con 45 músicos en el estudio de grabación. Muy bonita esa experiencia». En aquel álbum, refleja su inquietud musical en constante movimiento, y que casi le cuesta algo más que su carrera tras el inicio de la dictadura. «Para el 73 seguí haciendo mis shows, porque no pertenecía a ningún partido político, aunque sí me postergaron y vetaron. Como había grabado estos temas, los militares creyeron que era comunista, mirista o qué sé yo. Entonces, me tomaron presa y me torturaron; me pegaron con un palo en un riñón». 45 años han pasado desde entonces y se ha mantenido inflamable, con la capacidad para enredarse y mutar con todo. Cantando tangos italianos o rock lento (como ella etiquetaba algunas de sus canciones, como la conocidísima ‘Puré de papas’), estilos que ella refundó en los 60, pues los conocía bien desde que era una adolescente tomecina fanática de Astor Piazzolla –«me gusta mucho, era caperuzo»– y Elvis Presley, el artista que la motivó a cantar. «Me gustaba todo el rock de la década del 50. Por ejemplo, íbamos al cine a ver una película de rock ‘n roll y cuando apagaban las luces del teatro ¡nos largábamos a bailar en los pasillos! Eso era maravilloso. Me encantaban también las solistas mujeres como Brenda Lee, Wanda Jackson o Aretha Franklin… ¡Uf, esa mujer, por Dios! Tenía una fuerza para cantar divina. Era fantástica, y aunque está fallecida su música siempre estará latente. En fin, me encantaba el rock, pero no mucho esas experiencias de grupos como Los Beatles. Para mí, eran como cuatro Elvis Presley juntos, no me llenaban. Hay algunos temas que son muy buenos, pero me gustaron más cuando estuvieron en forma individual, John Lennon solo, por ejemplo. Sí me gustaban los conjuntos corales, como Los Platters o Los 4 Ases, que si no los conoces, escucha ‘El amor es algo esplendoroso’». Cecilia se emociona cuando habla de música, y no tarda en marcar la diferencia cuando se le liga a la Nueva Ola. «Fui paralela a todo eso, estaba en otra, en mi ambiente propio: de quien me diera la mano o me abriera las puertas, ahí estaba yo. La Nueva Ola abrió unas cuántas, sí; la Violeta con su rollo abrió otras también. Y ahí al medio estaba yo». Su vínculo con Parra no es azaroso pero tampoco obvio. Si bien Cecilia provenía de una ciudad sureña, no era muy afín a las músicas de raíz. «No tuve un mayor encuentro con el folclore, aunque siempre cantaba una cueca con mis amigos de ese entonces, ‘La rosa y el clavel’ –recita los primeros versos– pero para tararear nomás, como juego». Con la de San Fabián se toparon incontables veces en peñas y carpas, según cuenta, y se fueron haciendo amigas a pesar de la diferencia de edad. Otras cosas más sustanciales las unían. Ambas encarnaban un tipo de mujer impensada en esa época: empoderadas y talentosas, soñadoras y libres, que se escapaban del modelo femenino impuesto por el patriarcado imperante del siglo XX. ¿Cómo habría sido un dueto entre ambas? Difícil saberlo. Parra admiraba a Cecilia, al punto de ponerla como ejemplo ante sus propios hijos, Ángel e Isabel. «Les decía que tenían que cantar como yo», cuenta además de recordar otro hito algo conocido: «la Violeta me escribió en un pergamino con lápiz rojo: “anda a la peña, te espero. Te tengo tres canciones”. Y bueno, no fui, no pude ir, y después pasó lo que pasó». En efecto, la autora de ‘Gracias a la vida’ se suicidó en la Carpa de La Reina en 1967, dejando solo para la fantasía el cruce artístico. Pero un par de años más tarde, en un impulso visceral, Cecilia decide grabar aquella canción que Violeta dejó como despedida. «Nunca pensé grabar un tema de ella pero, un día escuchándola en casa, empecé a hacer algunos arreglos», recuerda, dejando entrever una beta artística poco conocida, un camino propio en la música donde transitó a su manera. «Todos los arreglos musicales los hacía yo. Elegía al director artístico y listo, les iba diciendo los detalles y todo. Aprendí a puro oído, autodidacta, aunque después estudié Dirección Orquestal con Don Luis Mella, creador de varias bandas de la Marina –además de compositor del himno oficial de la Armada de Chile– y que también fue profesor de Horacio Saavedra y Valentín Trujillo», dice con una seguridad eléctrica tan característica de su espíritu. El dato, por su parte, no deja de ser menor, ya que habla de una incursión en el mundo de la música docta, dominada por hombres. Y quizás esa fue la razón para que la industria siempre respetara su visión. «A pesar de mi condición de mujer, en una industria machista, no me fue difícil entrometerme. Los varones fueron bastante accesibles. Siempre que propuse una idea se me respetó. Don Rubén Nouzeilles admiraba mucho mis ideas, como yo respetabas las suyas. Por eso era mi director artístico». Ese espíritu por tener el control de todo ha sido la esencia de Cecilia. Tan solo bastan unos minutos para buscar alguna de sus performances y ver las emociones que lograba provocar. «En el escenario, un artista tiene que dominar y elevar esas expresiones a través del canto. Calmarlas y provocarlas, pero de forma innata. Así es mi personalidad, por eso el discjockey de Radio Nuevo Mundo, Luis Jara, me presentaba como “la incomparable Cecilia”. Algo muy potente, porque hay que hacer méritos para mantener eso, y creo que los hice». Independiente, sincera y sin filtro, hasta nuestros días, a sus 75 años no deja de estar vigente incluso en temas sobre la coyuntura ciudadana. Su apoyo a las demandas del movimiento feminista fueron la confirmación de una de las primeras músicas empoderadas de nuestra escena. «Tenemos que seguir adelante, lógico. Las mujeres también tenemos derechos. Por ejemplo, en una familia la mujer debe tener tanto derecho como el hombre, frente a todas las situaciones, respetando sus valores mutuamente. Yo estoy a favor del aborto, porque hay que aceptar esas cosas que son algo tan personal para las mujeres, porque cada uno sabe qué hacer con su vida. Si una mujer no se encuentra bien o no está preparada para tener un hijo, debería poder decidir abortar libremente, sin problemas, al igual que si decide tener tres o cinco hijos. ¿Cómo en una violación vas a tener que aceptar un hijo? No, no se puede». Transcurre la conversación, y en un momento vemos y escuchamos algo del nuevo vinilo (que aún no estaba a la venta). En ese minuto, volvemos a una edición de su primer disco que había llevado a la entrevista, “Cecilia” de 1964, una joya de la discoteca musical popular. «Bendita juventud», dice al ver las cuatro hermosas fotos que aparecen en la carátula. En ese instante de reencuentro con su juventud, aprovecha de aconsejar a las nuevas generaciones de artistas. «Lo principal es que nunca dejen de estudiar y que toquen con humildad, con intensidad y con mucha creación. Dentro de la cuadratura, hay que salirse un poquito y ser uno mismo». Además, reconoce con certeza quienes son los músicos actuales que siguen ese camino que profesa: «me gustan mucho la Anita Tijoux y el Rorro (de Sinergia), porque mezclan el rap con canto, algo muy raro pero que es su estilo propio, y son muy buenos haciéndolo. También le he dado algunos consejos y le he tirado las orejas por ahí a la Mon Laferte, desde que estaba en Rojo y ahora a veces que nos whatsappeamos. Ella ha dicho que he sido su mentora, así que olvídate, ¡es fantástico! Un privilegio que mis raíces estén dando frutos estando viva». Volvemos al vinilo más antiguo. También escuchamos algo. Cecilia tararea sus primeras canciones, pero no le preocupa quedarse en la nostalgia. -¿Te gustaría reeditar estos primeros vinilos, descatalogados y muy escasos en estos días? -No. Mira, aquí está el vinilo nuevo, que quedó muy bueno. Esos déjalos en el pasado. Me gusta mirar hacia el futuro. Por César Tudela Tags #Cecilia # Cecilia, la incomparable # Cecilia Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. Ultimos Contenidos Rock Clásicos Steely Dan Sábado, 23 de Septiembre de 2023 Rock Clásicos Blondie Sábado, 23 de Septiembre de 2023 Rock Clásicos The Allman Brothers Band Sábado, 23 de Septiembre de 2023 Rock Clásicos Primal Scream Sábado, 23 de Septiembre de 2023 Rock Galerias Louder Than Life 2023 - Día 2 Sábado, 23 de Septiembre de 2023 Rock Noticias ''La Vida es Eterna'': gana la biografía de Víctor Jara Viernes, 22 de Septiembre de 2023 Rock Noticias Concurso: M.O.D.A. fija su debut en Chile Viernes, 22 de Septiembre de 2023 Rock Entrevistas Anneke van Giersbergen: Bajo cielos brillantes Viernes, 22 de Septiembre de 2023