Aguaturbia: Medio siglo de psicodelia, amor y libertad Lunes, 08 de Marzo de 2021 (Publicado originalmente en revista #Rockaxis210, diciembre 2020) En 1970, Aguaturbia editaría dos discos totalmente revolucionarios para el rock chileno, joyas inmaculadas que llevarían el blues rock psicodélico a niveles nunca antes explorados por un conjunto nacional. A 50 años de ese hito, Rockaxis se reúne con Fabio Salas, Hugo Chavez Smith, Angelo Pierattini y la misma Denise para analizar los aspectos que llaman la atención de los coleccionistas hasta nuestros días y así entender cómo estas obras remecieron a un país que vivía a años de distancia cultural de lo que pasaba en el resto del mundo. Por Pablo Cerda El 6 de abril de 2017, Angelo Pierattini estaba parado afuera del Teatro Caupolicán y su figura se perdía entre la multitud de poleras negras que llegaban al recinto para ver a Opeth en plena promoción de su duodécimo álbum "Sorceress" (2016). Más que un gusto particular por la música de Mikael Åkerfeldt y compañía, Pierattini esperaba a Denise y Carlos Corales de Aguaturbia, quienes serían los invitados de honor del músico sueco. «A Mikael le gusta mucho la psicodelia latinoamericana y quería conocer a Denise y a Carlos sí o sí. Ellos le llevaron los vinilos de regalo y con dedicatoria. Hablaron de música y Mikael se declaró su fan. Estaba muy contento de conocerlos", expresa el vocalista de Weichafe. ¿Cómo un músico de metal progresivo europeo llega a encantarse con la psicodelia latinoamericana de los setenta? Hoy es entendible gracias a que Internet nos permite escarbar en los baúles culturales de cualquier rincón del mundo sin movernos de nuestra silla, pero si analizamos la obra de Aguaturbia, no tardamos mucho en darnos cuenta de que esto está lejos de ser un fenómeno aislado o reciente. «Si te das una vuelta por el Persa Biobío, muchos turistas buscan discos de Aguaturbia más que de Los Jaivas, Congreso u otros grupos de la época», describe Fabio Salas, académico y escritor pionero en la literatura rock en Chile, que no solo escribió la biografía "Aguaturbia: Una banda de rock", sino que se dedicó a explorar el patrimonio musical del rock nacional e internacional en libros como "El Grito del Amor" o "La Primavera Terrestre: Cartografías del Rock Chileno y la Nueva Canción Chilena". «La gracia de Aguaturbia está en que es un grupo bisagra entre una década –los sesenta– y la siguiente –la de los setenta–, y termina con la estética beat imitativa de The Beatles, dando una visión chilena del hipismo norteamericano y abriendo la puerta para la nueva década con un rock más experimental, eléctrico y receptivo a las influencias de ese minuto», argumenta Salas. Contra todo lo establecido La historia de Aguaturbia parte a mediados de 1969, con Denise en la voz, Carlos Corales en la guitarra, Willy Cavada en batería y Ricardo Briones en el bajo. Corales, quien descubrió el rock a temprana edad en el barrio Matadero del centro sur de Santiago, ya había hecho sus primeras armas como músico profesional en Gina y Los Tickets, conjunto que funcionó al alero de la Nueva Ola, distinguiéndose por su refinado estilo a The Shadows y grabando tres discos con el sello Odeón. Gracias a esta experiencia, Carlos aprendió a tocar una variedad de estilos como guitarrista de acompañamiento y de sesión; eran días en que los músicos hacían pasos de baile y coreografías, mientras mezclaban canciones de la Nueva Ola con melodías de The Beatles o repasos de tangos, boleros y baladas. Según rescata la biografía escrita por Salas, Corales inicia su carrera como brillante guitarrista solista a partir de una anécdota puntual: «durante las giras, una noche en el balneario de Constitución, Los Tickets debieron tocar ante unos turistas alemanes (¡no! no eran los de Villa Baviera). El hecho es que los visitantes solicitaron al grupo la interpretación de ‘Corazón de madera’, un tradicional bávaro (¡y dale!) que popularizaron directores orquestales germanos como Bert Kaempfert o James Last, a lo que la banda accedió. Pero Ricardo Morales, que hacía la primera guitarra, se equivocó en las primeras notas de la melodía y se enojó tanto ante su propio bochorno que abandonó el escenario y no volvió en toda la noche. Fue el momento indicado para que Carlos Corales, que sí se sabía el motivo de la melodía, tomara la primera guitarra y no la volviera a abandonar nunca más en su vida. Esa noche, gracias al amable chachareo de unos turistas alemanes, había nacido, en el plano solista, uno de los mejores y más importantes guitarristas de la música popular chilena de todos los tiempos». Por su parte, Climene María Solís Puleghini, nacida en Sao Paulo, Brasil, también se inició a temprana edad en el mundo de la música. Siendo una adolescente, deslumbró al director del sello Odeón, Rubén Nouzeilles, con una versión de Aretha Franklin que lo convenció para ficharla como artista de repertorio. Cambió su nombre a Denise y grabó seis singles con la discográfica, pero tenía la inquietud de seguir la línea de The Beatles, por lo que pidió la asesoría de Ricardo García, discjockey y conductor del famoso programa radial "Discomanía" de Radio Minería. Este, le recomendó que trazara las líneas de su nuevo camino con Nouzeilles. Entusiasmado con la idea, el productor le propuso elegir entre dos bandas de acompañamiento: Los Diablos Azules o Los Tickets. García le recomendó que optara por los segundos, decisión que marcaría el futuro de Denise y Carlos para siempre. Se conocieron y al poco tiempo comenzaron a pololear. El 21 de marzo de 1969 se casaron para continuar en la música, a regañadientes de ambas familias. Un año antes, en el verano del 68, Corales conoció a Willy Cavada, perteneciente a un linaje irrepetible de bateristas chilenos según rescata la profunda investigación de Fabio Salas, estableciendo su lugar junto a contemporáneos como Patricio Salazar (Los Primos, Panal, Latinomusicaviva), Erick Franklin (Los Mac’s, Donna Summer, La Mezcla, Banda Metro, Los Rockmánticos), Sergio “Tilo” González (Los Masters, Congreso) y Gabriel Parra (Los Jaivas), «un verdadero dream team de la percusión rockera chilena», alude el escritor. La alineación fue completada por Ricardo “Pope” Briones, quien entró a Aguaturbia gracias a la recomendación de su tío Jorge “Toscano” Vidal, bajista de Los Twisters. Ya formados, comenzaron a ensayar en septiembre de 1968, dejándose llevar por la influencia de los sonidos más psicodélicos de The Jimi Hendrix Experience y Jefferson Airplane. Los grupos chilenos siempre han tendido a reproducir el sonido del rock inglés, sobre todo en una época en que The Beatles capitalizaba toda la atención, primero gracias a un olfato pop incuestionable para componer canciones cortas y muy accesibles, desde sus álbumes “Please Please Me”(1963) hasta “Help” (1965) y, segundo, por su experimentación instrumental y estilística en el formato de disco completo desde “Rubber Soul” (1965) en adelante. Aguaturbia, sin embargo, miraba hacia la psicodelia norteamericana, y lo materializaron en un primer lanzamiento eléctrico, salvaje y aguerrido. Denise recuerda que todo funcionó de manera muy orgánica, ya habían visto un incremento en su público desde las cincuenta personas que los habían visto debutar hasta las trescientas que se congregaron para ver a una banda desbocada tanto en la parte estética como en la musical. El impacto de ese primer momento, ahora plasmado en un vinilo, fue tan atronador como cualquier riff que Corales sacaba de su Fender Stratocaster. «Fue muy intenso porque era lo que nos representaba en ese momento, era algo muy diferente. La idea era ir contra todo lo establecido en Chile. El productor Camilo Fernández se enteró de nuestro éxito y nos ofreció grabar lo que quisiéramos. En ese tiempo, solo había tres pistas (ríe), si te equivocabas tenías que volver a grabar, pero como nosotros éramos tan dedicados, ¡hicimos el disco en un día! Mucha gente nos vio entrar a los Estudios Splendid cerca de la Plaza de Armas de Santiago y se amontonó para ver lo que estábamos haciendo. Fue muy lindo». Pero el arrojo del cuarteto no se quedó en lo musical ni en lo legendario de su performance, de nada servía causar tanta conmoción si no lo retrataban en una de las mejores carátulas del rock chileno. «Yo había visto la carátula de “Two Virgins” (1968) de John Lennon y Yoko Ono y dije que también me iba a sacar una foto en pelotas», rememora Denise con un particular tono juguetón. «Carlos, Willy y Ricardo siguieron la idea y nuestro manager nos tomó la foto. Como necesitaban la carátula lo más pronto posible, fuimos a la casa de Roberto Carvajal y lo hicimos. Como buena cabra de mi edad, yo estaba preocupada de mi pelo, de mis lentes y de mis pestañas, ¡no quería verme como una tontona! (ríe). Bromeamos un montón, éramos como hermanos». A los dos días, llevaron las imágenes al escritorio de Fernández con el logo diseñado por el mismo Corales y el productor casi se infartó. «En ese tiempo había una censura de las portadas, entonces el jefe de ventas del sello fue a la hora de almuerzo a pedir la aprobación para todas las carátulas del sello y la de nosotros pasó colada, no la vieron. El día viernes salió la portada en el diario La Segunda y fue todo un suceso», narra Denise. La reacción de la gente no se hizo esperar, mientras los más jóvenes aplaudían, los más conservadores les gritaban “degenerados”. Era parte también de lo que era ser rockero en Chile entre finales de los sesenta y principios de los setenta. «A Carlos le gritaban “maricón” porque llevaba el pelo al estilo de The Beatles. Era terrible, pero como nos teníamos el uno al otro, no nos importaba nada», revela con orgullo la vocalista. Lejos de dejarse doblegar por los comentarios, su siguiente LP “Volumen 2” –que salió a la venta en julio de ese mismo 1970–, volvía a provocar esta vez con Denise crucificada en la portada, emulando el famoso “Cristo de San Juan de la Cruz” del pintor español Salvador Dalí. «Teníamos mucho material, podríamos haberlo hecho solo con temas propios, pero solo pusimos cuatro. Seguimos nuestra intuición», confiesa la rockera cantante. Fabio Salas avala las palabras de Denise con una lectura apropiada del arrinconamiento que vivía el rock chileno en el amanecer de su historia. «Este estilo no era relevante, no tenía una presencia ni televisiva ni radial en comparación con la que sí tenían Los Ángeles Negros, la Nueva Canción Chilena o la cumbia de La Sonora Palacios, por ejemplo. El pelo largo, la marihuana y la promiscuidad sexual hacían ver al rockero chileno de esa época como un ser desadaptado, disociado y nocivo». Mientras la derecha veía a este fenómeno como un atentado a la moral y las buenas costumbres, la izquierda sentía que los rockeros eran personas colonizadas mentalmente por el imperialismo estadounidense, una cosmovisión que nace de este mundo partido en dos a causa de la Guerra Fría. «Aguaturbia sorteó esa dicotomía yéndose a Estados Unidos en 1970 y permaneciendo allá por tres años», complementa Salas. Ricardo Briones volvió a Chile por temas psiquiátricos y luego se retiró. Willy Cavada también regresó y posteriormente partió a Alemania también por asuntos médicos, mientras Denise y Carlos se convertían en padres. Entonces, decidieron hacer las maletas de vuelta a su tierra natal porque, a pesar de haber encontrado trabajo como músicos profesionales después del juicio de residencia en el país del norte, el sindicato de músicos de Estados Unidos solo le aseguraba un permiso de trabajo de cuatro meses que después tenía que renovar entrando y saliendo del país. A mediados de 1973 y ya en Chile, Carlos y Denise colaboraron con el disco de la súperbanda Panal, en agosto de ese año y después grabaron el single de ‘Guitar man’, original de Bread. «El único parón grande que tuvimos fue cuando no se podía hacer rock en Chile», confiesa Denise. «Podríamos habernos ido al extranjero, pero no quisimos por la familia y nos quedamos acá trabajando en la música», complementa. Identidad, aprendizaje y desmadre El hecho de volver a Chile no significó que pasaran desapercibidos para el mundo. «Aguaturbia se conoció en Europa a finales de los ochenta y principios de los noventa gracias a la labor difusora y empresarial de Hugo Chávez Smith, un empresario chileno que hizo una valiosa actividad de difusión para muchos rockeros clásicos latinos. El ha patrocinado reediciones con su sello Background, primero en CD y luego, en vinilo», puntualiza Fabio Salas. Chávez se declara un fanático acérrimo del grupo, y confiesa que lo sigue desde sus días de adolescencia. «Iba a los recitales del Teatro Marconi los domingos a las 11 de la mañana. Ahí escuché a los Blops cantar ‘Los momentos’ antes de que saliera publicada en cualquier parte y Los Jaivas tocaron ahí cuando nadie los conocía. Entre esas bandas, una de mis regalonas siempre fue Aguaturbia. Discutíamos con mis amigos sobre quién era el mejor guitarrista: Sergio del Río, que había tocado en Los Jockers y después formó Largo y Tendido o Carlos Corales. Para mí, Corales siempre fue el mejor». En los ochenta, Chávez se radicó en Inglaterra y se dedicó a rescatar lo que se había hecho entre 1964 y 1975, siguiendo una tendencia de arqueología musical que se estaba dando en Europa, algunas partes de Estados Unidos y Asia. Todos los países tienen su nicho de discos raros que nadie había escuchado nunca y a él justo le tocó estar en ese momento. Chávez expone que “Aguaturbia” y sobre todo “Volumen 2” representan un sonido familiar para el oyente extranjero, pero con el sabor único del sur del mundo. «Un día estaba en la casa de campo de John Du Cann, mítico guitarrista y vocalista de Atomic Rooster, y puse el primer disco de Aguaturbia. Se fijó en Corales, lo encontró muy buen guitarrista y dijo que era una pena que no hubiera nacido en Inglaterra». Chávez se contactó con la banda y con Camilo Fernández para reeditar el material y todos los involucrados accedieron inmediatamente. «Me la jugué por su música y no me equivoqué, sus discos se vendieron de inmediato», indica Chávez. «Era lo que los coleccionistas del mundo andaban buscando. Este es un mercado muy serio, hablamos de discos que valen millones. Aguaturbia y otras bandas chilenas, peruanas y bolivianas están a un nivel de culto», enfatiza el empresario. En ese contexto, Chávez valoriza lo que lograron con su sophomore. «Mucha gente busca el primer disco, pero hay muchas versiones, en cambio, el segundo tiene un sonido mucho más propio. Por ejemplo, en ‘E.V.O.L’ o ‘Waterfall’, no tienen que pedirle permiso a nadie porque no están haciendo un cover, dan cuenta de que en alguna parte de Sudamérica se estaba haciendo algo bueno y con identidad». Con el pasar de los años, el legado de Aguaturbia ha ganado más y más valoración, incluso hasta de los artistas que ellos han versionado. «Mark Farner (líder de Grand Funk) ha sido maravilloso con nosotros. Nuestra versión de ‘Heartbreaker’ le fascina», alucina Denise. Desde que rompieron todos los esquemas posibles con sus obras, los músicos chilenos han podido aprender de ellos porque han puesto el alma en cada uno de los espacios en que juega la música, dejando una huella profunda que se mantiene en el tiempo. Angelo Pierattini fue aprendiz de Carlos Corales y tuvo la oportunidad de devolverles la mano en su disco más reciente “Fe, Amor y Libertad” (2017). «Trabajando con ellos como productor musical, entendí aún más la apertura que tienen, la capacidad de interpretar diversas dinámicas, entenderse muy bien en el contexto de la improvisación y de cuando una canción debe transmitir algo en particular. Aguaturbia es un aprendizaje constante, tienen mucho escenario y grabaciones, son espontáneos y no pierden un segundo en darlo todo para que las canciones contengan esa energía tan fresca que siempre transmiten», relata el músico nacional. «La idea psicodélica de Aguaturbia está presente en la música de Pierattini y Weichafe, pero también hay algo de ellos en Yajaira y Hielo Negro. Son bandas con un sonido crudo y lisérgico que se dieron el trabajo de escuchar obras pioneras del rock chileno y extrajeron algo de esa raíz para llevarla a su propuesta actual», indica Salas. El hecho de tener a una mujer al frente de una banda de rock en una época en la que no era común también ha permitido que Denise se establezca como una referente importante para nuestra identidad cultural, hecho que no pasa desapercibido para ella. «Soy un poco arremetedora, tengo una personalidad que pensé que no era tan común, pero ahora me siento acompañada por miles de mujeres que se empoderan. Salió un libro que se llama “Las Primeras: Mujeres que abrieron el camino en Chile” y yo aparecí como una de las más vanguardistas. Estoy ahí junto a damas maravillosas como Violeta Parra, Sor Teresa de los Andes o Elena Caffarena. Fue una gran emoción». Son tantas las enseñanzas y el aprendizaje que han transcurrido en este medio siglo de psicodelia, amor y libertad que no es extraño que un músico como Mikael Åkerfeldt se haya visto cautivado por el batazo del combo chileno. Para Fabio Salas, esto se explica porque los festejados están un peldaño más arriba de sus contemporáneos: «en 1970 aparecieron el único disco Kissing Spell y el primero de los Blops, pero ninguno de esos registros, sumando a otros como Escombros, tenían el sonido, el poderío electrónico o el desmadre musical psicodélico que tenía Aguaturbia». Y es que sus dos señeros LP son fundamentales para entender el rock latinoamericano en una época en que Woodstock se convertía en una postal, el trágico concierto de Rolling Stones en Baltimore manchaba de negro los sueños rebeldes de la juventud americana y la muerte rondaba a los próceres de la contracultura estadounidense. Justo en ese momento, en esta larga y angosta faja de tierra, florecía una historia que se convirtió en un objeto de culto y que se niega a desaparecer. Aguaturbia pasó de compartir con los Blops o Los Jaivas en el Teatro Marconi durante los setenta, a mezclarse en la actualidad con bandas independientes como The Ganjas o compositoras nacionales de renombre como Pascuala Ilabaca en Woodstaco, lo que demuestra que Denise y Carlos –corazón y músculo de la banda–, no se detiene y son capaces de ir por 50 años más si fuese necesario. La primera dama del rock chileno es la primera en firmar esta sentencia: «le dije a mi abuelo a los nueve años que iba a ser artista y así ha sido toda la vida. Cuando canto ‘Aguaturbia’, me emociono porque representa todo lo que nosotros luchamos. Nada nos ha detenido. El rock es algo increíble, es una vibración, nunca se va a terminar». Como ella misma canta con tanta emoción, son hijos ilustres de esta tierra, forjadores de esta nación. Aguaturbia es su nombre, oscuro y turbio es su color. Tags #Aguaturbia # Opeth # Ángelo Pierattini # Angelo Pierattini # Denise # Carlos Corales Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. Ultimos Contenidos Rock Articulos La pasión del fútbol chileno junto a Betano Viernes, 31 de Marzo de 2023 Rock Noticias Paramore recuerda su tour sudamericano con nuevo video Viernes, 31 de Marzo de 2023 Rock Shows Tesseract: Técnica, precisión y atmósfera Viernes, 31 de Marzo de 2023 Rock Discos Philip Selway Viernes, 31 de Marzo de 2023 Rock Noticias Rockaxis te invita al regreso de Pierce the Veil a Chile Viernes, 31 de Marzo de 2023 Rock Noticias Ganadores: Attack on Titan en el Teatro Caupolicán Viernes, 31 de Marzo de 2023 Rock Noticias 2 Minutos recrea uno de sus éxitos con Los Fabulosos Cadillacs Viernes, 31 de Marzo de 2023 Rock Noticias Soen grabará parte de su show en Chile para nuevo videoclip Viernes, 31 de Marzo de 2023