Adelaida: Este mundo ya está enfermo Sábado, 17 de Julio de 2021 (Publicado originalmente en revista #Rockaxis202, abril de 2020) Exploraciones, adaptaciones y progresos sonoros encontramos en el próximo trabajo del conjunto nacional. Todo eso, interceptado por lo sobrenatural en un mundo que como pocas veces está padeciendo un gran peligro. Por Jean Parraguez Adelaida cumple su primera década en un contexto extraño, el mismo en que estamos todos inmersos actualmente. El riesgo significativo del coronavirus es a escala global, pero más peligroso aún en nuestro país, con todas las autoridades agotando todas las oportunidades existentes para demostrar su actuar defectuoso en el manejo de la crisis. En el caso del conjunto nacional, hablamos de un semestre con gran parte de su agenda modificada, pues los hitos planificados han debido quedar como ilusiones con pasaporte al futuro incierto, debido a la imposibilidad de reunión por temor a un contagio masivo, además de ser una orden emanada desde el gobierno. Pero la ilusión no es apagada totalmente, menos con el nacimiento de un nuevo hijo musical. En días de abril verá la luz “Animita”, el cuarto álbum de este proyecto nacido como una savia del tronco artístico de Jurel Sónico, por aquella época integrante de Lisérgico. Su tozudez implacable lo ha llevado a impulsar esta aventura psicodélica y aguerrida, la cúspide de sus influencias juveniles y las de Gabriel “Lele” Holzapfel, el otro miembro original. Viajes, presentaciones en vivo sobre escenarios modestos y grandes, locales y extranjeros; trabajar con un ídolo y anécdotas por doquier, son probablemente algunos puntos de su historia, llegando a un estado en que la profesionalidad y el compromiso son conceptos que necesitan ir de la mano y cooperar. «Lograr el fiato que tenemos es cosa de trabajo. Ensayamos harto para lograr ese sonido», comenta el guitarrista y cantante sobre lo alcanzado, refrendándolo además con expresiones redondas y aceptadas. Con “Paraíso”, del 2017, se llevaron un Premio Pulsar, llegaron a Lollapalooza y lograron amarrar presentaciones en China y Japón, además de ir tejiendo un circuito de fanáticos, con un nivel siempre en números positivos. «Es como que siento que todos hemos crecido con la banda. Quizás los chicos lo han sentido más porque han estado desde el principio, pero es un trabajo que nunca se detiene. En el fondo, es como que te comprometes, te casas con la banda, y de ahí hasta la muerte», asiente sin dudarlo Naty Lane, bajista con más de tres años en el grupo y una protagonista imprescindible en su progreso artístico. «Hemos pasado por momentos duros como banda, también te conviertes en una familia. Somos seres humanos, entonces es como inevitable que haya peleas, desacuerdos, pero también siento que nunca hemos perdido el norte, nunca hemos perdido nuestro objetivo que es seguir haciendo música, hacer música. Crear», agrega. Esta nueva etapa de Adelaida está marcada por las transformaciones. De partida, el grupo se ha ampliado a una segunda base de operaciones, Concepción. Hacia allá se fue a vivir Jurel a fines del año pasado. Razones artísticas y personales detonaron su resolución. ¿Alarma en el desarrollo? Para nada. «Ha resultado súper bueno en cierto sentido. Por ejemplo, ahora cuando tenemos un show y hay que ensayar, Jurel viene dos días antes y nos pegamos un súper ensayo, y como que la concentración es mucho más, porque hay que aprovechar el tiempo. Hemos sido mucho más efectivos", explica Lele sobre la nueva modalidad. - Ya tampoco son trío. Tienen una nueva integrante. - Jurel: Anke. Vivimos juntos y también tenemos un proyecto que se llama Mowat. Y en Adelaida apoya en vivo con las voces y sintetizadores, y este disco tenía más exigencia para poder tocarlo en vivo. - Por lo que he escuchado de “Animita”, su inclusión fue vital en las expansiones corales y de sonido. - Naty: Se viene trabajando desde el disco “Paraíso” con más intensidad, con la idea de poder jugar un poco con las armonías, darle un poco de dinamismo a las canciones. Es algo que no es fácil de lograr sobre todo en vivo. Hay que ensayar bastante para poder hacerlo bien. Pero es algo que sí se trabaja bien, se logra de una manera muy bonita. Ingresó Anke a la banda, ya que las canciones tienen hartas vocecitas y nos hacía falta una cuarta persona para poder, en el fondo, montar el disco en vivo y lograr el sonido más similar posible. - Este disco se venía cocinando hace un buen tiempo. De hecho, originalmente estaba pensado para salir en noviembre pasado. ¿Cuánto emplean en componer, decidir y maquetear el material? - J: La preproducción es súper importante para un disco. Grabar y contemplar la música en sus distintas fases, cuando van mutando y tomando más sentido, sobre todo cuando te detienes a escucharlo y estás como «¿qué me pide esta canción? ¿Qué es lo que me pide y qué tiene de más?». Entonces vamos a otra etapa, se vuelve a grabar, hasta que el disco esté completo. Así lo hicimos en “Animita”, “Paraíso” y “Madre Culebra”. Esta configuración 2020 le saca provecho a la necesidad de esparcir sus posibilidades, prácticas y expectativas para ellos. De esta manera, fue posible el atrevimiento de incluir un track predominantemente acústico, o que la batería imaginativa y resuelta de Holzapfel esté completamente ausente en dos pistas. «Este disco también se atreve harto a cosas nuevas. Pensamos las canciones y todos los temas son diferentes, tienen su rollo», complementa Jurel sobre aquello. Las voces repuntan en una dimensión más allá. Su ADN está ahí, la mixtura entre el grunge y el dream pop con un toque postpunk, pero también con el misterio. «Nos gustaba lo que evoca esa palabra. Animita es como un diminutivo, lo remites a las ánimas, al alma, como un alma en pena o un santo, pero está ligado a algo trágico. Y la palabra suena tan como naif, como tierna, como una cosita chiquitita. Es como una palabra linda pero que significa algo terrible. Esa dicotomía me parecía interesante. Además, el primer disco de la banda se llama Monolito y también es como un diminutivo», dijo el baterista al momento de explicar el nombre escogido. Y tiene razón, las canciones suenan poderosas, imbatibles y reforzadas. Aunque también gozan de un aura espiritual, factor presente en todo el proceso. «Jurel tenía esta historia con Émile Dubois, y la tenía media secreta», comenta Lele, otorgando una pizca de misterio en torno al disco. Y la historia es demasiado sabrosa como para no contarla. Sobrenadando el sonido Claudio Manríquez es el nombre real de Jurel Sónico. Productor itinerante –con su estudio móvil Hiss–, cantante poderoso y guitarrista de técnica urgente pero que sabe alargar su sonido hasta la deformación. Nirvana y Sonic Youth asoman seguro dentro de los nombres que lo iniciaron. Siempre en la pesquisa de sacar detalles nuevos a sus instrumentos, otro color a su identidad. Generoso, comparte un dato a la mesa: «las guitarras han ido cambiando, el equipamiento de la banda igual, constantemente. En este disco, por ejemplo, incluí un pedal Shimmer que tiene un delay como armonizador», devela. - Pero “Animita” no solo se trata del sonido. El concepto va de la mano con una historia personal con alcance a la agrupación. - J: Se pagó una manda. Lo que pasa es que en un momento estábamos en la banda con cosas inciertas pero muy atractivas a la vez. Estábamos nominados a los Premios Pulsar y todavía no concretábamos la gira a China. Entonces, un día paseando por Las Torpederas, subí al cementerio y fui a la tumba de Émile Dubois y le pedí algo, si nos cumplía esos favores nosotros íbamos a hablar de él y de su historia de alguna forma. Y pasó que nos ganamos el Pulsar y fuimos a China. Entonces, cuando llegamos de vuelta y empezamos a concretar este disco, porque las canciones ya estaban casi listas, al hacer la preproducción salió la idea del nombre, empezamos a hablar de las ánimas. Primero, la historia. Émile Dubois fue un ciudadano francés cuya notoriedad se originó desde el lado policial. Acusado de asesinar a prominentes miembros de la alta sociedad chilena, todos de origen europeo, entre 1905 y 1906, pleno amanecer del siglo XX. Fusilado, fue enterrado en Valparaíso. Su figura se revistió casi de leyenda con este hecho, pues su serenidad evidenciada en el paredón sorprendió a la sociedad porteña, pero también con cierto trasfondo en la historia: las personas fallecidas eran, a vista popular, usureros y prestamistas. Por lo tanto, encarnaría una sensación de justicia. - ¿Cómo conociste la historia de Dubois? Igual en Valparaíso es parte del canon popular. - J: Fue tratado como un ladrón, pero lo que hacía él, en verdad, era como una especie de Robin Hood. Asesinó a los viejos negreros, usureros, que venían de Europa a buscar mano de obra barata y eran millonarios. Mató a seis personas y por eso lo condenaron, fue fusilado. También tenía un rollo místico que decían que cumplía milagros a las personas, a bandidos, cosas así. - De todas formas, “Animita” no se puede encasillar solamente bajo esa inspiración. Además del progreso en lo musical, se encara un viaje a las creencias y características de sus lugares u hogares. - N: Todo eso se fue mezclando con lo que es el concepto del disco, en el cual se trabaja con este mito, pero también en torno a lo que es el tema de los muertos, el tema de ver la muerte no solamente como una pérdida, sino también como una renovación, un resurgimiento, un cambio. También tenemos lo que son los elementos de nuestra propia ciudad, como por ejemplo el mar, con que se pueden hacer bastantes analogías. - Lele: Ya por el hecho de haber nacido en esta tierra te da una carga, una creencia o múltiples creencias, o una especie de sustento que se debate entre la fe, la mitología y las creencias populares. Yo soy de Puerto Montt, vivía al lado de Chiloé, imagínate la cantidad de cuentos que hay allá. Jurel me contaba que cuando chico creían en el Cuero, un ser que salía de las lagunas; el Tué Tué, que es como un pájaro/cabeza que te viene a buscar para la muerte. Hay una serie de cosas que uno lógicamente sabe que son cuentos populares o que se inventan para explicar ciertas cosas que no se puede o derechamente no se quieren explicar, como el Trauco, que al final era un violador culiao. De valorar también el patrimonio inmaterial de los lugares donde crecimos, donde aprendimos tantas cosas. - N: Nosotros siempre hemos tratado de, en el fondo, reflejar a través de nuestro trabajo nuestra música, todo lo que es Valparaíso, del cotidiano vivir hasta las escaleras, los ascensores, la geografía de la ciudad, y también por supuesto nos interesa ayudar a mantener vivo todo lo que son mitos y leyendas del Puerto. Holzapfel, desde siempre relacionado con el mundo del arte, se encargó desde un principio cómo sería la cara de esta nueva etapa. «Teníamos un acuerdo en ese sentido. Para mí es más fácil trabajar desde el nombre del disco, darte la mano con sus conceptos», recuerda, entregando detalles también de cómo lograr la imagen que calzara perfectamente con lo que se aspiraba a comunicar. «Me puse a visitar animitas en Valparaíso», comenta muy serio. - Seguro pudiste conocer y estudiar varios modelos y motivos de animitas, porque es un patrimonio tácito de la sociedad. Está en todas partes, tanto en la urbanidad como en el campo. Digamos que es un concepto que todos podemos entender. - La que más me gusta es una que está al lado del Hospital Van Buuren. Entonces, me fui a ver estas mandas o los agradecimientos. Y el material que más me gustó fue el mármol, lo encontré muy fúnebre y duro. Es básicamente un pedazo de piedra. Fui a unas marmolerías muy bacanes de Santiago, a buscar distintos tipos. Ahí encontré el mármol negro con vetas doradas. Conocí a alguien que las trabaja, las cala. Fue todo un trabajo de investigación, hasta que logramos imprimir el diseño, con una letra especial. La esencia de la muerte acechante inunda varios recovecos de este álbum. Y su enlace con el elemento reinante en Valparaíso –el mar– se escucha y se siente en algunos títulos: la frenética ‘Kraken’, la indie ‘Coral’ y la placidez de ‘Estrellas de mar’, esta última muy cercana a los Babasónicos de este siglo. Pero la muerte es una presencia persistente. «Una herida abierta atrajo al viento que secó las palabras muertas y los ojos pálidos», canta Jurel en la musculosa ‘Valhalla’, una referencia también al paraíso de la mitología nórdica, en que Odín compartía con los dioses y los guerreros que lograban llegar a sus salones. La elocuente ‘La manda’, transformada en un quiebre instrumental y ‘Fantasma’, esta última con algunas modificaciones al single original, lanzado el 2018 y que tuvo al ilustre Jack Endino en la producción. - ¿Qué los lleva a pensar en modificar una canción que ya había sido publicada? Se agregaron algunos elementos, pero el esqueleto es el mismo. - L: Es un tema que nos gusta mucho, pero que a la larga nos dimos cuenta que habían cosas que había que mejorar y que esta era la oportunidad para, valga la redundancia, darle una nueva oportunidad a la canción, porque si bien grabamos la canción con Jack Endino, que es un tesoro, la canción tenía algunos detalles de producción, que también son súper ínfimos, pero cada vez que los escuchábamos era como «Puta la hueá, ¿por qué hicimos esto así?». Así que quisimos grabarla de nuevo, para retomarla y darle una nueva oportunidad. Se puede matar sin dañar «Que nunca se nos acaben las ganas de hacer esto», dice Naty Lane en un momento de la conversación. Su entusiasmo es comprensible, pues “Animita” es el primer álbum en que su injerencia está presente (si bien su debut fue en “Paraíso”, el ingreso se produjo casi en la puerta del estudio). Tan inquieta como creativa, sus preferencias artísticas transitan también por la literatura, pues el año pasado editó “Primavera Salvaje”, libro de relatos. Sin embargo, la banda fue para ella una escuela que la llevó un paso más adelante. «Es bueno sentir que esto es un trabajo, tomarlo así, con la tremenda responsabilidad de lo que significa estar realizando una actividad que es parte de tu vida, de tu día a día, en un 100%. Uno se despierta pensando en la banda, y se acuesta pensando en la banda, en especial cuando estai realizando actividades cercanas a un hito importante, como el lanzamiento de un disco, o de un video. Es un momento en que necesitai estar súper conectado con la otra persona», afirma la ex Fatiga de Material. «Hemos pasado como banda por hartas cosas, buenas y malas, y si todavía estamos juntos haciendo música después de todo eso es porque tenemos claro para dónde vamos, lo que queremos hacer, y que eso nos hace muy felices”, agrega, en una demostración de compromiso, un pacto que ella y sus compañeros adhieren. - ¿Cómo fue la experiencia de tocar en Asia? - N: Un choque cultural súper heavy, pero lindo al mismo tiempo, porque te permite interactuar con las personas a través de un lenguaje que es universal. Fue súper enriquecedor en el tema de la técnica, del sonido, de la amplificación, de cómo funciona todo eso en un nivel impresionantemente bueno. Un nivel en que te demoras 15 minutos en hacer una prueba de sonido y quedas completamente conforme, y después te subes a tocar y estás sonando exactamente igual a tu prueba. Eso se agradece y es genial, es súper bueno porque te permite poder solamente concentrarte en lo que estás haciendo, en lo que estás entregando. De momento, la bitácora promocional de Adelaida tiene sus hojas en blanco, pero guardan el deseo de recorrer Chile y viajar al extranjero. Con el coronavirus, la situación se torna prácticamente imposible de materializar, pero también hay otra situación subyacente en el país, con un estallido social en una tregua obligada, con una rabia incubándose por las erráticas políticas del gobierno. «A mí me duele que haya gente que lo esté pasando mal, que haya ciertos daños colaterales y sacrificios que estamos haciendo todos. Y siento que era necesario que a Chile le pasara esta huevá, es lo que mejor nos ha pasado en mucho tiempo. Poder despertar, poder hacer que la gente común, que el ciudadano de a pie que no se interesa en la política lo vuelva a hacer, que las personas y los cabros que están en otra entiendan que la necesidad y la importancia de votar, de ponerse la camiseta con algo colectivo y no estar siempre mirándonos el ombligo», asevera Lele, destacando la impronta colectiva de todas las personas. - Para ustedes, como ciudadanos artistas, ¿de qué forma canalizan todas las sensaciones que dejan las manifestaciones y protestas en el ambiente? - N: Espero que el movimiento artístico musical del país se pueda ver potenciado con todas estas cosas que han pasado, con esta tristeza, esta rabia, esta injusticia; para después cuando todo esto, ojalá pronto, se recupere y vuelva a la normalidad, podamos mostrarnos con mucha más fuerza que antes. - J: El estallido social siento que fue algo súper favorable para el país. Y seguimos en esa lucha, pero con el coronavirus se opacó un poco. - L: Es súper sano como país que haya ese despertar. Y espero, de todo corazón, que una vez que nos mejoremos de este coronavirus, que es más sospechoso que la chucha pero no implica que no sea real, mantengamos abierta la puerta que abrimos, que es la instancia histórica de cambiar la constitución tramposa que nos impusieron, a eliminar el legado vergonzoso de Pinochet, de los Chicago Boys. Y ahí yo creo que todos tenemos una responsabilidad, más allá de que los artistas gocen de una vitrina especial. Siento que hay una responsabilidad como ciudadano de ir a votar, de exigir. - Terminando con “Animita”, ¿qué harán con la placa que hicieron como portada del disco? - J: Le conté la historia de la manda a los cabros y fue como «Oh, qué loco». Entonces, entre todos dijimos que el disco va a ser el pago de la manda y la carátula la vamos a poner en la tumba de Émile Dubois. Estará físicamente en ese lugar del Cementerio N°3 en Playa Ancha como agradecimiento, como si fuera una placa de 'favor concedido'. Tags #Adelaida #Jurel Sónico #Émile Dubois #Naty Lane #Lele Holzapfel Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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