Gary Numan: La cinética advertencia de "Intruder"

(Publicado originalmente en revista #Rockaxis219, septiembre de 2021)

Gary Numan nos tiene bien acostumbrados a trabajos de altísima calidad y el nuevo “Intruder” no es la excepción. Conmovido por la temática climática, el sucesor del también alucinante “Savage (Songs from a Broken World)” (2017) enfatiza el sonido distópico, furioso e imponente que el inglés exhibe con naturalidad y que siempre tiene algo que decir en términos estilísticos y visuales. «Estamos en guerra con nuestra principal herramienta de supervivencia. Sin el planeta no hay humanidad y pareciera que lo único que nos importa es destruirlo lo más rápido posible», advierte el músico.

Por Pablo Cerda

A Gary Numan casi se le olvida su entrevista virtual con Rockaxis. «Disculpen el atraso, pensé que iba a estar en Los Ángeles al momento de la entrevista, pero estoy en Londres y me confundí con el huso horario», nos dice animadamente, pero con un dejo de vergüenza. El hombre es muy diplomático, lo que se nota en su forma de hablar y en su lenguaje corporal. Estaba ocupado con la promoción de “Intruder”, disco número 21 de su extensa carrera y que enfatiza sus preocupaciones por la situación medio ambiental de nuestro planeta, un tema que estaba mucho más presente en la agenda antes de la pandemia. De hecho, se muestra positivo frente a la reactivación de la música en vivo (después del parón por la emergencia sanitaria), volvió a ensayar con su banda y reconoce la necesidad de juntarse en persona con la gente, a pesar de que las reuniones virtuales no le parecen una mala opción. Aún así, tiene sus reparos. «Igual es un poco aterrador. La gira por Estados Unidos comienza en septiembre y estoy preocupado porque algunos estados han tomado las medidas de prevención y la vacuna ha sido exitosa, pero otros no lo han hecho tan bien, tienen a muy poca gente vacunada y su actitud frente al proceso es mala, muy de la era Trump. Te expones al peligro recorriendo el país».

Numan siempre ha sido un adelantado a su tiempo. Lo fue cuando descubrió el sintetizador y desechó el ideario punk rocker y, ciertamente, lo ha sido en el siglo XXI con sus discos cada vez más intrigantes, pesados, oscuros y desolados, el mismo arco que ha transitado nuestro planeta. Al parecer, no hay que viajar mucho al futuro para encontrarse con mayor distopía que el presente.

– ¿Cuáles son los conceptos claves de “Intruder”?
– El disco gira en torno a lo que diría la Tierra si pudiera hablar y expresar claramente lo que siente ante los humanos; intento darle su voz en cada una de las canciones. Según mi punto de vista, expresaría decepción, desilusión y enojo, se sentiría dañado física y mentalmente. ¿El planeta querría darnos la pelea? ¿Ya lo está haciendo? Hay una canción que se llama ‘The end of dragons’ y trato de hacer un paralelo entre la mitología de los dragones y lo que hicimos para que se extinguieran. ¡Yo sé que los dragones no son reales (ríe), pero me encantan y desearía que sí hubiesen existido! Estamos poniendo al planeta en una esquina y lo obligamos a sobrevivir en una situación que no genera ganancias para ninguna de las dos partes. Si ganamos la batalla contra el planeta, lo destruimos, y si él gana, nos destruye con un virus, una enfermedad o desastres naturales. ¿Qué estamos haciendo? Esto es enfermo, estamos en guerra con nuestra principal herramienta de supervivencia. Sin el planeta no hay humanidad y pareciera que lo único que nos importa es destruirlo lo más rápido posible.

– ¿Por eso este disco es más agresivo que el anterior?
– No solo hay agresión en este disco, trato de abarcar un amplio rango de emociones. La música también refleja tristeza, desilusión y frustración en distintos momentos. Por ejemplo, ‘The end of dragons’ es muy triste, pero ‘The chosen’ es furiosa y en ‘I am screaming’ hay una clara intención de lucha.

– Trabajaste nuevamente con tu colaborador habitual Ade Fenton. ¿Cómo definirías tu relación con él?
– Es fantástica y ha mejorado con el tiempo. Éramos amigos antes de trabajar juntos, pasaron varias cosas y él se fue interesando cada vez más en el mundo de la música y de la producción. Quedé impresionado con lo que estaba haciendo, así que lo convoqué para mi disco “Jagged” (2006). Soy muy cuidadoso, así que solo lo invité para que hiciéramos una canción en ese álbum porque no estaba seguro si iba a encajar con mi música y terminó siendo realmente bueno. Después lo invité a trabajar en otro porque no estaba 100% seguro de lo que habíamos hecho en el anterior y también resultó bien. Al principio me costó integrarlo porque se generaban muchas discusiones. Soy un jefe terrible, me gusta estar mirando todo lo que pasa, le pregunto si está seguro de las decisiones que toma y al final creo que fue un poco frustrante para él. Seguimos trabajando en mis discos y así la relación fue creciendo. Aprendí a confiar en lo que hace y a dejarlo que lleve las canciones a lugares que yo no había pensado. Antes me negaba a sus decisiones, pero ahora las acepto. A veces funciona y otras veces no, entonces le digo «es una buena idea, pero no funciona». Él necesita tener la libertad de explorar para que hagamos un mejor álbum. Le envío cosas que grabo y produzco hasta cierto nivel, casi terminadas. La razón es que, si él tiene una buena idea sobre lo que quiero en la canción, como las dinámicas, los momentos altos, los de menor intensidad, las melodías, los coros y las letras, pueda entender lo que quiero y elegir entre seguir con eso y mejorarlo, o intentar hacer algo diferente. En ese punto estamos ahora y estoy feliz de que sea así. “Savage” fue un disco que nació bastante fácil e “Intruder” lo fue aún más. La confianza es lo más importante, me libera de revisar todo lo que está haciendo en cada etapa.

– Sabemos que tus shows tienen un componente visual importante. ¿De qué manera vas a presentar “Intruder” en vivo?
– Vamos a hacer algo bastante similar a lo de “Savage”. El álbum tiene una imagen, con las marcas rojas en la cara, vestimenta oscura y tonos grises, de hecho, es un intento bastante pobre de verme como un virus (ríe), pero funciona bien como portada. Usaremos la misma vestimenta con variaciones en el maquillaje para vernos como unidad. El show cambiará según el lugar en el que toquemos, en los grandes tendremos una pantalla para proyectar los videos promocionales de los singles. Tenemos horas de material, así que haremos nuevos videos para las otras canciones. La mayoría de los videos para los singles de “Intruder” están en blanco y negro, así que eso le da una estética especial. Aún estoy trabajando en ello, así que no puedo contarte exactamente cómo se verá todo, no lo sabré hasta que esté terminado.

– Cuando tocaste en Chile, vi a algunos músicos metaleros de la escena local, y resulta que has colaborado con Fear Factory y Nine Inch Nails. ¿Cuál es tu relación con el metal y la música más pesada? ¿Te interesa escuchar bandas de ese estilo?
– ¡No escucho música de ningún estilo! No puedo recordar la última vez que me senté a escuchar un disco por placer, quizá fue hace 25 o 30 años atrás. Es extraño, ¿no? ¡Me da un poco de vergüenza porque debería escuchar música todo el tiempo! No escucho la radio, no escucho música en el auto, ni en el teléfono. Por ejemplo, hoy cuando salí con mis hijos estaban todos con sus audífonos y ni siquiera me ponían atención. Siempre están escuchando música, de hecho, lo más probable es que lo estén haciendo ahora en sus habitaciones (ríe). Les frustra mucho que yo no lo haga. No tengo mucha relación con otras bandas o artistas, conozco bien a Trent Reznor y a los chicos de Fear Factory, como personas comparto con ellos, hablamos y nos juntamos. Yo creo música e invierto mucho de mi tiempo en ello, me lo tomo en serio. Hacer discos es estresante, pero lo disfruto. Me encanta el resultado final, cuando terminas el trabajo duro y se acaba la presión, es algo de lo que te sientes orgulloso. Cuando no estoy haciendo discos me gusta estar en mi casa y desestresarme, lo último que quiero es escuchar música y pensar en discos. Me gustaba ir a ver bandas antes de la pandemia y esa era mi forma de consumir música, eso sí lo disfruto mucho. Cuando era más joven, llegaba del colegio, me encerraba en mi pieza y escuchaba música toda la noche, soñaba con estar en una banda, solo hablaba de música con mis amigos, era toda mi vida. En el momento en que la música se convierte en tu carrera cambia tu manera de mirarla, al menos para mí. Me encanta ver bandas, hacer discos y girar, que es la mejor parte, pero no escucho música por placer. Si me preguntas qué opino sobre el disco que está en el número #1 de los rankings, no sé qué decir (ríe). El otro día estaba llenando un cuestionario en el que me pedían recomendar alguna banda nueva y ¡no tengo idea! (ríe). Puede que una banda sea nueva para mí y lleve 10 años de carrera. Vivo en mi propia burbuja y soy feliz así. Con la pandemia no podía ir a ver bandas, así que estoy bastante desactualizado.

– Aprovechando el recuerdo de esos primeros pasos en la música, se supone que tu primer disco iba a ser uno de punk, pero de repente encontraste un sintetizador en el estudio y tu vida cambió para siempre. ¿Podrías describirme esa suerte de momento epifánico?                           
– ¡Por supuesto! Llegamos al estudio como un trío punk de guitarra, bajo y batería para grabar nuestro primer disco, que eran básicamente las 11 o 12 canciones que tocábamos en vivo. Mientras los otros chicos descargaban el equipo, fui a saludar a los de la sala de control y en un rincón de la sala había un sintetizador pequeño llamado Minimoog. Nunca había visto uno, de hecho, ni siquiera me interesaba la música electrónica, solo los grandes como Brian Eno, Kraftwerk y Bowie, y no tanto como para hacer lo mismo que ellos. El sintetizador se veía genial con sus perillas y botones, como si fuera una nave espacial. Le pregunté al ingeniero si podía probarlo y me dijo que sí. Lo enchufé y no sabía cómo tocar teclado, así que presioné solo una nota y fue lo más impresionante que había escuchado en la vida. El sonido era gigantesco, el piso tembló. No podía creerlo. Nunca ayudé a mis amigos a descargar los equipos, estaba maravillado con el sintetizador (ríe). Cuando terminaron de sacar las cosas de la camioneta les dije: “Esto es increíble, ya nada es igual. Olviden todas nuestras canciones y escuchen esto porque es lo mejor de la vida”. Durante los tres o cuatro días que siguieron, acomodamos las canciones, les quitamos casi todas las partes de guitarra para usar el sintetizador y agregamos nuevas capas. Todo era muy amateur, básico y rápido. Fue muy divertido, pero no era lo que la compañía disquera quería. Estaban muy descontentos con el resultado de ese disco, así que tuvimos una gran discusión. Mi punto era que el punk iba a morir de todos modos. Cuando estaba componiendo el disco, ya sabía que eso iba a pasar, además, la música electrónica era algo impresionante. Le dije a la disquera: «aquí tienes una oportunidad de estar al comienzo de algo radicalmente diferente y que va a revolucionar la música para siempre. Podemos comandar ese proceso y estar al comienzo de algo nuevo o puedo hacer un disco de punk para quedarme al final de lo que está muriendo». Los de la disquera tenían 25 años y yo tenía 21, una edad en la que defiendes apasionadamente lo que crees. Realmente estaba convencido de que el sintetizador iba a cambiarlo todo y quería ser parte de ello, me parecía muy interesante y las posibilidades eran ilimitadas. Lo que me gusta del sintetizador es que le da importancia al sonido y no a la técnica. Con un dedo en una tecla o con un acorde puedes hacer algo realmente poderoso que nadie más puede. Quedé deslumbrado. Gané la discusión y lanzamos el disco. Al final, la disquera estuvo de acuerdo con que hiciera más discos así y después de unos meses estaba escribiendo canciones muy seguido. Pasamos de no saber nada de sintetizadores a ser la banda más importante de la música electrónica en seis meses. ¡Me llamaban de revistas de tecnología para que explicara ciertas cosas sobre los sintetizadores y no sabía nada! La gente piensa que eres un experto por tener un disco en el número #1. Fue un gran período.

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