La Tienda Nacional: Empuje, aguante y resistencia Entrevista con Gabriela Retamal Martes, 21 de Junio de 2022 (Publicado originalmente en revista #Rockaxis218, agosto de 2021) El pasado 22 de junio de 2021, en medio de la cuarentena, la querida Tienda Nacional celebró una década desde su apertura en el corazón del Barrio Lastarria. Desde entonces, el acogedor local de Merced #369 se ha transformado en el cubil de la música chilena –sobre todo la independiente–, pero también en uno de los espacios esenciales donde se albergan diversas obras de la industria cultural y popular chilena que hablan de nuestra identidad. Por César Tudela No son pocos los amantes de la música que han soñado con ser los dueños de su propia tienda de discos, utopía que la misma cultura pop se ha encargado de potenciar, como con la película “High Fidelity” (2000) y la Championship Vinile de Rob Gordon (John Cusack). En nuestra escena, la imagen de administrar un local, atender al público y recomendar discos podemos decir que tiene como protagonistas a dos rostros femeninos: la arquitecta Gabriela Villalba y la periodista Gabriela Retamal (Gabi V y Gaby R, de aquí en más). Ellas son las capitanas de La Tienda Nacional, el emporio de la música chilena que, poco a poco y durante ya una década, también se ha transformado en un espacio donde confluyen libros, películas, objetos de diseño, afiches, cajitas musicales, bolsos, poleras, juguetes y un sin fin de obras culturales que tienen en común una cosa: haber sido hechas en nuestro país. Para quienes han visitado el espacio ubicado en el corazón de Santiago, saben que es una experiencia entrar al local de Merced 369, cuyo acogedor diseño arquitectónico invita a involucrarse en este universo de la cultura pop criolla. Para Gaby R (quien partió desde el día uno trabajando en la tienda, pero que no fue hasta cuatro años después que se hizo socia de Gabi V), ha sido toda una aventura ser dueña de una tienda de discos, con sus altos y bajos. «No sé qué pensará la gente de afuera o si se cuestiona realmente qué es tener un local como La Tienda Nacional», revela, haciendo mención a la parte menos romántica de este trabajo: la administración. «Tenemos más de nueve mil productos, que no son unidades, sino los tipos de productos, entonces es un aparato administrativo heavy (viendo facturas, proveedores, etc.) y que en pandemia, como nos pilló sin página web, tuvimos que rehacer nuestra estrategia, entonces es como un dinosaurio tratando de agarrar velocidad». Sin embargo, destaca algo fundamental de sus quehaceres: «estar atendiendo debe ser una de la parte más entretenida que tiene la tienda, si es que no la más». Durante la conversación, queda muy claro lo que significa este proyecto para ella: una familia donde la pasión por lo que se gesta vale cada esfuerzo. «A La Tienda Nacional uno la tendría que mencionar como un negocio, pero en lo estrictamente comercial no lo es. Uno puede pensar que como es una tienda su propósito es vender y generar utilidades, pero para nosotras nuestro propósito es difundir. No por tener una tienda tenemos plata, de hecho, estamos un poco endeudadas por mantenerla, pero hay un deber moral de que un espacio así exista, porque nadie se estaba haciendo cargo de ese punto de la cadena. Si piensas, hay ene gente que invierte de sus lucas para poder sacar sus proyectos adelante: los sellos pequeños que pagan por sus ediciones, o incluso el Estado que paga a través de los Fondart. ¿Y después ese material dónde queda? Había un vacío que vino a llenar la tienda». La fuerza de la unión Los inicios de la tienda se remontan un año antes de su apertura, cuando Gabi V y su entonces pareja, Cristián “Pollo” Maluenda, como inquietos melómanos, se dieron cuenta del vacío que había en el circuito ante la incertidumbre de dónde encontrar y conseguir los discos de los músicos nacionales independientes y, en general, de todos aquellos que no tenían distribución en la cadena de disquerías que aún subsistían. «Si preguntabas en la Feria del Disco por Akinetón Retard, te respondían “qué era eso”. Entonces los chiquillos partieron con dar solución a la interrogante de dónde compras el disco de una banda emergente si no es en su tocata. Así que toda la primera etapa de la tienda es mérito de ellos. La idea, la genealogía, el concepto», cuenta la periodista sobre la gestión de los fundadores. Sin embargo, Gaby R pone especial énfasis en el acierto que fue encontrar el lugar de emplazamiento de La Tienda Nacional, algo que califica de súper determinante. «Si no estuviera en el lugar en el que está hasta ahora, no hubiese agarrado el vuelo que agarró», confiesa y profundiza sobre la sincronía que se dio en ese tiempo con la revalorización cultural y de identidad del Barrio Lastarria. «Tuvimos la suerte cuando abrimos el 2011, justo el barrio estaba siendo mirado porque estaba atrayendo gente. Entonces ya en la segunda semana, había salido una nota en Canal 13 donde nos presentan como "el oasis del Centro" para comprar discos chilenos», contextualiza. «A la par a esto, estuvimos en un momento muy preciso en donde la producción musical estuvo en alza y donde desde afuera se estaba hablando mucho de la movida del pop chileno en esa época», hace notar también Gaby R. La verdad es que es imposible olvidar la nota del diario El País de España, publicada el viernes 4 de febrero de 2011 que titulaba “Chile, nuevo paraíso del pop”, dándole un respaldo fundamental a la escena nacional donde confluyeron nombres como Gepe, Javiera Mena, Dënver, Ana Tijoux, Fakuta y Astro, por nombrar algunos, que se encontraban justamente en una época de gran productividad musical. Otro de los factores que ayudó en la conformación de la tienda fue que en 2010 se llevó a cabo la primera feria Pulsar, proyecto impulsado por la SCD con el objetivo de ser la principal plataforma de desarrollo y análisis de la industria de la música en nuestro país. Fue en esta instancia donde se hicieron los contactos iniciales con sellos y artistas, además de servirle para ver cómo funcionaba y se movía la industria local. «Una salida de prospección como le llaman en los proyectos», puntualiza Gaby R y apunta que «ya para el segundo Pulsar estábamos instalados con la tienda». Tontos bichos de hoy La llegada de la pandemia al país no solo ha mermó una celebración a lo grande de los 10 años de La Tienda Nacional, sino que ha afectado su funcionamiento normal. En una entrevista cuando recién llevábamos unos meses en confinamiento, Gabi V mencionaba que había sido «un desafío transformar esta crisis en una oportunidad de crecimiento», sin imaginar que pasaríamos mucho tiempo más en cuarentena. «La pandemia hizo que nuestro equipo se redujera mucho. Si en un momento llegamos a ser 10 personas trabajando, ahora somos cuatro. En algún minuto pensamos en cerrar, pero seguimos manteniendo la tienda endeudándonos», confiesa Gaby R sobre el presente, quien esboza una crítica al abandono en la que emprendimientos culturales como este han tenido que aguantar: «esta pandemia mostró que para este Gobierno la cultura no es prioridad». Pero además del COVID-19, La Tienda Nacional ha tenido que enfrentar otros obstáculos de nuestros tiempos: los archivos digitales. Si bien este ya era un diagnóstico cuando abrieron, tras una década el fenómeno de los servicios de streaming para escuchar música se ha incrementado y algunos artistas, incluso, han cesado de sacar sus trabajos en formato físico. Sin embargo, Gaby R es optimista: «lo curioso es que el CD ha decaído, pero el vinilo se mantiene y ha tenido un crecimiento lento, pero seguro (se han fabricado más cosas en este formato)». Además, apunta que los coleccionistas, con o sin pandemia o con el local abierto o no, igual van a comprar. «El escenario ha cambiado, pero hay una motivación que sigue súper arraigada: poner a disposición del público nuestro catálogo. El formato y la industria han cambiado y nosotras en este momento seguimos con el formato físico, aunque estamos cuestionándonos si pasarnos a temas más digitales, porque el corazón de la tienda es el producto físico. Lo paradójico es que siguen surgiendo versiones físicas, menos que como recibíamos antes, pero la producción no ha mermado». Obviamente, el actual escenario en que nos encontramos ha puesto las cosas más difíciles aún. Si bien la tienda partió en torno a la música, en este momento no es lo que más venden. «En pandemia ha sido el momento de los libros, pero cuando podíamos abrir, no eran ni los libros ni la música, sino el mundo del diseño. Va cambiando en función de si estamos abiertos al público o no, y de la temporada del año también. Nuestra primera motivación fue la música, y lo sigue siendo, pero lo que pasa es que para que pueda mantenerse, hemos tenido que apuntalar la tienda con otras cosas: darle más espacio al diseño, a los libros». Estos cruces culturales que confluyen en el catálogo de la tienda son parte del espíritu que sus fundadoras le han impregnado. «¡Es una de las cosas que nos encanta hacer! Por ejemplo, si alguien va por un disco de un músico, le mencionamos algo como “ah, ¿y tú sabías que ese artista también hizo la banda sonora de esta película, y la película está basada en la obra de este escritor?”, ¿cachai? En el fondo, el proceso creativo que se plasma en una obra no es de una sola cosa, se va nutriendo de infinitas otras. Al final, la cultura musical no es solamente el sonido, sino que es la historia que está detrás, es el momento histórico en el que se produce o al que hace referencia». Como el musguito en la piedra Hoy por hoy, uno de los objetivos de La Tienda Nacional es ser el mayor punto de distribución de productos de la industria cultural chilena. Un norte que siempre han perseguido y que, tras un trabajo minucioso y éxito del proyecto, luego de cuatro años, hayan tomado la que entonces parecía la mejor y obvia decisión. «Teníamos mucho material que estaba en bodega y no podíamos exhibir, entonces dijimos “crezcamos”. Así fue como nos expandimos para el subterráneo y aumentamos más del doble de metros cuadrados para exhibir. Eso nos trajo un sin fin de dificultades y problemas. Por ejemplo, necesitábamos el doble de equipo humano para estar atendiendo, entonces el desgaste de ese crecimiento fue heavy. Últimamente nos han invitado a instalarnos en otras partes, como en Barrio Italia, el Drugstore o en regiones, pero nuestra pregunta es “¿esa es la manera de crecer?”. Hoy, para mí, la experiencia de crecimiento no pasa por expandirse, sino por brindar un mejor servicio». Pese a todos los dolores de cabeza, Gaby R igualmente pone en valor lo que generó la ampliación. «Es uno de nuestros atractivos. A veces la gente va por una cosa específica, entra a la tienda y es tanto el estímulo visual, que algo se van a llevar, porque con casi todo te puedes sentir identificado de alguna manera: con los letreros retro de micro, los peluches de los selknam, los libros de política, los vinilos. Es como la primera subida de los drogadictos (ríe), lo que es muy bacán, porque la verdad hay un interés profundo de la gente». «Todo esto es hermoso y creo que es fruto de la energía que tratamos de dar al local», confiesa orgullosa Gaby R, quien detalla que cada movimiento es minuciosamente pensado, «desde la selección de la materialidad de la tienda (que sea todo de madera) a la iluminación para que sea un espacio cálido, y por supuesto la exhibición de la estantería». Aunque sin duda una de las características de la tienda es la calidad de su atención, cercana y cordial. «El hecho de llamar caseritas y caseritos a nuestro público ya marca una diferencia. Muchas veces con la Gabi V somos las que respondemos los mails y el teléfono, onda “atendidos por sus propias dueñas”, a pesar de que estemos en millones de otras cosas administrativas. Al final, tratamos de tener sentido común, aunque a veces nos equivoquemos porque nuestra formación no es empresarial, entonces hemos aprendido a punta de porrazos y condoros». Frente a esto, no se confunden a la hora de destacar que su fuerte es la calidad humana. «Ambas pensamos que detrás del otro hay una necesidad no solo material, y que en el fondo estamos ayudando a satisfacer una inquietud intelectual y emocional. Nosotras estamos de ese lado, intentando ponerle amor a esto». Conquistando la hermandad Durante el mes de aniversario, las dueñas del boliche estuvieron haciendo el ejercicio de rememorar las primeras historias. Gaby R confiesa que lo que más tienen son recuerdos. «El primer CD que llegó a la tienda fueron los de la Caro Nissen, porque era vecina de la Gabi V». Otro hito es que la reedición del “Corazones” (1990) de Los Prisioneros fue el primer vinilo que vendieron. «Partimos con un catálogo chiquitito, entre 50 y 60 títulos, no más que eso», rememora sobre su quijotesco inicio. También han pasado otras cosas que las emocionan. «De las cosas maravillosas que han sucedido en la tienda, puedo decir que nos hicimos súper amigas de Álvaro Peña, al nivel que recibimos cartas suyas escritas a máquina y enviadas con sello postal desde Alemania. ¡Hasta nos manda tarjetas de Navidad! Cada vez que viene a Chile nos va a visitar, o se instala a tocar, o nos tomamos un tesito». Gaby R también narra que hay un hecho que todavía no puede creer que haya sucedido: «otra cosa bonita es que hayan tocado Los Jaivas en la tienda. Tocaron un martes a la cuatro de la tarde y estuvo increíble», recuerda aún emocionada. Una de las grandes aventuras dentro de esta década ganada por La Tienda Nacional fue la reedición en 2011 de dos discos importantes dentro del catálogo de la música chilena de los noventa: “Mama Funk” (1995) de Los Tetas y “Ser Humano!” (1997) de Tiro de Gracia, en un impulso que califican como «una locura de entusiasmo». «Pecamos de inocentes por no manejar los números de la industria. Cuando conversamos con EMI para reeditar, nos dijeron “ya, mil unidades”, y nosotras de una aceptamos... ¡pero lo que nos demoramos en venderlas para poder recuperar la plata! Esa inversión la recuperamos seis años después, pero fue súper bonito. También reeditamos un libro en 2013 (“Se Oyen los Pasos”, de Gonzalo Planet). Esa energía nos duró hasta el 2016, el año que crecimos al subterráneo, que salimos de gira con el camión itinerante y que tuvimos la plataforma de financiamiento “Contienda Nacional”, con la que sacamos los discos de Niño Cohete, Pascuala Ilabaca, Felipe Cadenasso, Javier Barría, Leo Quinteros y (me llamo) Sebastián. Fue un momento en que estábamos muy embaladas (ríe)». Hoy, Gaby R es tajante en mencionar que no asumirían de nuevo el desafío de volver a reeditar un disco, pero que si fuera por cumplir un sueño personal, no dudaría en sacar “La Loca sin Zapatos” (2001), uno de los últimos clásicos de Congreso «y curiosamente uno de los que más piden». También hace hincapié que uno de los artistas rock que más preguntan por sus discos es Mandrácula. A propósito de esto, Gaby R recuerda una de las cosas que le quedó dando vueltas luego de la gira a regiones con la tienda itinerante. «Nos preocupamos de llevar puras exquisiteces, pero la gente estaba buscando a Los Prisioneros, Los Tres. Ahí fue súper heavy darse cuenta que lo básico en regiones no estaba. Por eso es tan importante para nosotras ahora el desafío de tener una página web a toda raja, para que no sea un privilegio de quienes viven en Santiago el poder acceder a material cultural». Tags #La Tienda Nacional #Gaby Villalba #Gaby Retamal #música chilena Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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