Lemebel, el documental: Fuego eterno Entrevista a la directora Joanna Reposi Lunes, 21 de Noviembre de 2022 (Publicado originalmente en revista #Rockaxis206, agosto de 2020) Performista, cronista, vanguardista. Loca. Pedro Lemebel fue una de las artistas más integrales de nuestro país, acallada solo cuando un tumor carcomió sus cuerdas vocales, a pesar que desde mucho antes, entre la dictadura y una sociedad machista, lo intentaran invisibilizar. Tanto sus acciones provocadoras junto al colectivo Las Yeguas del Apocalipsis en los ochenta como su pluma carmesí, subvirtieron las reglas del arte conservador para devolverlo a la calle, al pueblo. Y lo hizo tanto con belleza como con rabia, resentimiento y rebeldía ante el statu quo. El espíritu de ese fuego impetuoso que llevaba en su interior es retratado en el documental que lleva su nombre artístico –un rescate y homenaje al apellido de su madre–, realizado por la cineasta Joanna Reposi. Un trabajo de larga data del cual conversamos en profundidad y en el que refleja, desde los recovecos de su performance, el corazón de poeta y alma de Galvarino del fallecido artista. Por César Tudela Antes de morir, Pedro Lemebel realizó una última performance donde mezcló dos herramientas con las que pudo conectarse y con las que pudo exteriorizar sus sentimientos y pensamientos: el fuego y las letras. Escribiendo el abecedario con neoprén sobre una pasarela –a metros de la tumba de su madre– y luego encendiéndolas, realizaba, a su manera, su despedida pública. Con las llamas extinguiéndose tras quemar cada una de las letras, Lemebel entregaba la metáfora perfecta sobre la desaparición de su propia voz, arrancada por un cáncer fulminante. "Tengo que aprender a aceptarme degollado de oreja a oreja", escribió en su facebook luego de la operación en 2012. La imagen de esa acción final es captada por el lente de Joanna Reposi, directora del documental “Lemebel”. Estrenado en febrero de 2019 en el Festival de Cine de Berlin, premiado en los Teddy Award y batiendo todos los récords en su arribo a Chile (11 mil espectadores en cines y agotando todas las visualizaciones cuando la plataforma OndaMedia lo dispuso de manera gratuita durante la pandemia), este registro representa uno de los más genuinos acercamientos a su intimidad y al espíritu de su obra performática. “Pedro era un rockstar”, nos dice Joanna hacia el final de una conversación vía Zoom, en donde la realizadora nos cuenta detalles de este trabajo y algunas reflexiones sobre la conexión que tenía Lemebel con la política, la calle y con uno de los pilares de su existencia: la música. Tiene la expresión de una flor – Tanto en su obra literaria como en su cotidiano, como muestra el documental, la música ocupa un lugar central en su vida. ¿Cómo describirías tú esa relación que pudiste convivir mucho tiempo con él? – Pedro era una persona que estaba todo el rato escuchando música. Lo que aparece en la película, que cambia el cassette, que sube el volumen, que si Pimpinela o Jeanette. Es un fiel reflejo de realmente como él era. Me pasó, en un conversatorio, cuando estábamos moviendo la película a nivel nacional, y en la Cineteca Nacional estaba la señora que le hacía el aseo en su casa y habló. Fue súper emocionante porque dijo que Pedro era tal cual como aparecía en el docu, como el reflejo de estar escuchando música. Le encantaba escuchar música a todo chancho, de hecho, tenía ene problemas en la comunidad donde vivía porque le gustaba la música fuerte, que te reventaran los oídos. Pedro era un tipo que le gustaba todo tipo de música y sabía mucho. Era muy radial, no en vano partió con un programa radial en Radio Tierra, este medio feminista donde tuvo un espacio y empezó a leer sus crónicas. Ahí, él elegía la música que quería que saliera al aire. A los radiocontroladores y productores le decía el tema que quería escuchar. Escuchaba desde la Jeanette a Manu Chao –se hizo amigo de él y carretearon juntos, incluso–, le gustaba el pop, los boleros, además incluyó mucha música en sus textos. En su literatura aparece mucha música. Pedro vivía la música. – Esa relación, creo que él la traspasaba a sus textos incluso cuando no hablaba literalmente de música. Su escritura es muy rítmica, como si hubiese llevado la musicalidad a su literatura. – Pedro era un artista muy genuino en ese sentido. Es un personaje que no es una careta. Escribía como vivía, por eso hacía crónicas, que era lo que le ocurría o lo que se imaginaba también dentro de las historias reales, porque también le ponía de su propia cosecha. Pero en general, era un tipo muy vividor. Esencialmente Pedro era vivo. Y su literatura es muy viva, y su arte es muy vivo, entonces él escribe y la performance la hace desde lo que vive y siente, y la música tiene mucho que ver con eso. Cómo tú vives, ¿no? Cuán sensorial erí, cuán vivaz erí. A mi me pasa eso también, que me gusta tanto la música que me puedo a poner a llorar con una canción. Y Pedro era así, se emocionaba con las canciones. Era muy de piel en ese sentido. – La palabra melómano le queda muy ad hoc a Pedro. Alguien que se apasionó por la música, que una relación casi irracional con ella. Una pasión que llega a doler. Y lo digo porque me pasa con su obra que intuyo él hizo esa interpretación de alguna manera y es lo que transmite en sus obras. Se sienten, se hacen ver, de ahí que el uso del fuego en su propio cuerpo sea un elemento recurrente en sus performances, o la asociación de canciones con sentimientos profundos. ¿Cómo analizas tú esa pasión en la obra de Lemebel? – Todo lo que hizo, más que algo que te conmueva, es algo como que te choca, te incomoda. Fue un provocador. En la performance –surgida en dictadura–, usa su cuerpo como herramienta de trabajo. Por eso lo muestra agredido, por eso el neoprén, por eso se prende fuego, por eso se depila arriba del escenario, para mostrar ese dolor. También es intenso, intensidad para vivir, y es como muere también. De la misma manera que vive, muere. La vida le roba la voz, ¿cachai? La voz con la que habló, con la que gritó desde el cuerpo, el alma, las letras y la performance. Y desde ahí él deja su legado. Por eso no era como ningún otro escritor tampoco, intelectuales de mucha literatura. Si bien leía Foucault y era un tipo súper culto e informado, su obra no tiene que ver con eso, él no escribe desde ahí, sino de lo que vive, por eso enaltece la crónica. Y la música tiene mucho que ver con eso en su vida. – Por lo mismo sospechaba del teatro también. En una parte del documental dice que era «el cartel de la democracia». – Por eso no le gustaba el teatro. Lo encontraba muy elitista, fome, aburrido y nunca le gustó. Incluso, tampoco le gustaba que a lo que él hacía le llamaran “performance”. Él habla de “acción fulminante”. Esto de la performance no iba con él. “¿Qué es la performance?”, decía, igual que cuando cuestionaba el “gay”. Homosexual, maricón, pobre. Y esos que hacía también era una acción de arte. Una protesta. “Mi cuerpo es una barricada”, decía. – Todo lo que hacía era con una conciencia de clase súper lúcida, que ya se la quisiera cualquier político de izquierda. – Exacto. Por eso es de lo más consecuente que hay. Es poco discurso y mucha acción, Me han preguntado varias veces cuál creo que es la característica fundamental en Pedro y creo que es la dignidad. Él fue súper digno en vivir, en hablar, en ser. Nunca escondió, nunca rechazó. Siempre puso por delante su historia. Y esa lucha de clases es porque él venía de Departamental, de padre obrero (era panadero de la cárcel), de mamá costurera. Él habla de su historia, la embellece y la hace brillar. Yo no voy a cambiar por el marxismo – Dentro de su accionar político está la relación conflictuada que tuvo con el Partido Comunista. Una de las voces que aparece en el documental cuenta que lo hacían entrar por otros accesos a las reuniones. – Eran bien homofóbicos. La que comenta eso es su amiga Pía Barros, que lo conoció en el primer taller literario que hizo Pedro. Ella cuenta esa historia y de que lee su manifiesto frente a la CUT. Bueno, y el Partido Comunista nunca le quiso abrir las puertas, se las cerraron, y eso lo dicen sus amigos. Por eso el manifiesto Hablo por mi diferencia –que es su texto más emblemático– también… “Le pongo el culo, compañero”, ¿cachai? O sea, él siempre se sintió comunista, era comunista. Y el partido le abre las puertas a Pedro Lemebel recién cuando Gladys Marín fue presidenta. Ahí entra por la puerta ancha al partido y es querido y respetado. Pero, por lo que cuentan sus cercanos y por su propia historia, nunca antes fue así. Ahora, esa situación se vivía en general en Chile. Él decía que, en este país siendo maricón y pobre, se te cerraban todas las puertas. Por eso, sin militar formalmente, sin tener chapa, igual era el más aguerrido de los comunistas. – Incluso quebrando las reglas del capitalismo en cosas que lo afectaban directamente. Recuerdo que cuando iba a “La Fiesta de los Abrazos” y veía a los vendedores ambulantes con copias de sus libros pirateados, ni le importaba. – No estaba ni ahí con eso ni se iba en contra. Incluso, hasta los firmaba y les decía “ay niña, yo no estoy ganando plata con esto”. Por esas cosas era tan querido. Es increíble que para su funeral, la gente que lo fue a despedir era tan diversa. Cruza generaciones, clases sociales, a la sociedad chilena. Es lo que pasó el año pasado cuando estrenamos y al poco tiempo fue el estallido social. Conecta muy bien con las personas y con la realidad chilena. – Creo que justo su muerte llegó en un momento bisagra, de inicio a un cambio de paradigma social que se ha estado viviendo tanto a nivel nacional como mundial, sobre todo en relación al reconocimiento y aceptación de las disidencias de género gracias a la lucha histórica dada por los movimientos feministas y LGBTI. Entonces, ya no es mal visto decir que te gusta la obra de Lemebel, o no es extraño escuchar hoy a algunos intelectuales diciendo que su obra debía ser estudiada y enseñada. – Es posible. Pero creo que todavía quedan muchos resabios de discriminación a las disidencias. Se ha avanzado, pero falta caleta. Me acuerdo que el año pasado a un profesor lo despidieron por haber propuesto leer a Lemebel y los que lo “acusaron” y protestaron fueron sus mismos alumnos, que “cómo los hacían leer a ese maricón y esa literatura homosexual”. Entonces los papás ahí reaccionaron. Entonces yo decía "chuta… por último que viniera de arriba, de los viejos que están más cagados de la cabeza todavía". Pero no, acá fueron los más jóvenes. Es duro. Pero creo que no hay que ser pesimistas tampoco. La sociedad civil ha avanzado, sí. Pedro muere en un momento donde Chile empieza a cambiar un poco, en la superficie, porque en el trasfondo falta todavía mucho por conquistar. Hay mucho que hacer en el terreno legislativo y a nivel de élite para que cambie realmente la sociedad a nivel educacional, de Estado, etc. Un poco lo que hacen Lastesis, ¿no?, con la revolución feminista y de las disidencias. Aún la Nicole Saavedra (joven asesinada en 2016 tras ser torturada) busca justicia, porque como era lesbiana no la querían ni mirar y la familia tuvo que encadenarse para ser visibilizada. En una parte de la película, Pedro habla sobre esto: “a las barras le dicen violentos, a los negros le decían violentos, pero ¿por qué son tan violentos? Porque es parte de la lucha”. – Lemebel siempre fue un adelantado en varios temas. En una parte del documental, sale el archivo de una entrevista en la época de Las Yeguas del Apocalipsis, y junto a Francisco Casas hablaban que la sociedad, en vez de excluir e invisibilizar la homosexualidad, debería preocuparse de los niños gays abandonados de las poblaciones donde estaban siendo violados; o en otra escena cuando le preguntan sobre sus influencias literarias y le nombran puros escritores hombres, para en seco al periodista y le dice que sus referentes eran mujeres, como Diamela Eltit o Carmen Berenguer. Hacer el trazado entre lo que ha pasado en el último tiempo con el SENAME o el movimiento feminista se hace evidente. Discusiones que recién hemos estado teniendo hace unos años él las puso sobre la mesa hace 30. – Eso pasa con los genios, creo. Son visionarios. Y Pedro lo era. Como que Instalan temáticas diciendo cosas muy claramente y antes que muchos. Por eso es tan poderoso y su discurso pega tanto hoy con el estallido. Conecta con la calle porque él es de la calle y comió mierda desde ahí, no desde la intelectualidad. Habla con propiedad, digamos. Era un tipo muy agudo y nunca renegó de su origen. Y por eso ganó todo lo que ganó, por su consecuencia, por su esfuerzo, por su talento, y con el doble mérito que lo hizo viniendo desde los márgenes. Imagínate que fue de los pocos escritores que pudo vivir de la literatura, y con eso se compró su departamento y pudo costearse el tratamiento del cáncer, cosas que no todos pueden hacer. Y además era un rockstar. ¿A qué escritor lo paraban en la calle para pedirle un autógrafo? En sus presentaciones de libros se hacían filas para poder entrar, a pesar que siempre le pasaban la sala más grande porque la rompía. Cuando ser maricón en este país era más tema que hoy, fue al “De Pé a Pa”, un programa en horario prime, y usó esa vitrina para tirar una bomba con el tema de las mujeres torturadas en dictadura, cuando nadie hablaba de eso, menos en la tele. Lo invitaban a Nueva York a desfilar y les decía a los gringos que la epidemia (SIDA) era de ellos. Estaba todo el rato en esa. Una revolución marica – Una de las cosas que llama la atención del documental es la textura con la que trabajaste las imágenes y las mezclas que van apareciendo, desde las diapositivas de archivo, las proyecciones a edificios o algunas grabaciones en alta definición pero trabajadas para darle algún tipo de efecto antiguo, de grabación casera. ¿Cómo lo trabajaste? ¿Siempre fue la intención inicial usar esa técnica? – Mira, trabajo mucho en mis películas con el tema del archivo y me gusta mucho la mezcla de las texturas. Personalmente, desde siempre hago proyecciones en la ciudad con diapo y las filmaba, porque el grano que tienen las diapositivas es fílmico, tienen una definición súper poderosa y, al proyectarlo, no perdí definición, sino que agarrai textura. Entonces, a mi me gusta conceptualmente el trabajo de la imagen. Y me gusta la imagen sucia, odio el full HD, la cuestión perfecta (Igual hay tomas que son preciosas y poderosas). Finalmente, en esta película, trabajé durante ocho años con distintas cámaras –mini DV, PD-150 Sony– que me daban distintos granos. Y también me gusta el Super-8 como formato. El tema del grano y la textura en la imagen es algo que siempre me ha gustado experimentar, trabajar, descomponer y fue algo que siempre pensé para la película. Por eso me interesó abordar este documental desde la performance, porque me permitía experimentar en términos cinematográficos y en términos de lenguaje, porque también usé el archivo personal de Pedro, y su archivo es ochentero, tiene que ver con el 3/4 (formato imagen), con el VHS. Entonces hacía mucha sintonía con lo que quería hacer, por eso hicimos chispas los dos y nos enganchamos en hacer esta película desde esa perspectiva. Que la visualidad fuera algo importante, más que un “reportaje”. Que habláramos desde la cinematografía. Y por eso era súper interesante cuando nos juntábamos hablar de cómo lo íbamos hacer. Él usaba mucho la proyección, igual que yo, y soñábamos con esto. Todo eso fue desde el origen y se pudo materializar y terminar porque trabajé con Niles Atallah que es uno de los que más sabe de fotografía. Así, todas las imágenes que hicimos desde el hoy, fotos en full HD, las trabajamos con una plástica en particular. Así fuimos experimentando mientras filmamos, buscando distintas texturas, como cuando aparecen las proyecciones al final del pasillo de su casa de infancia en Departamental, otras en paredes de Santiago Centro. Siempre quise proyectar sobre el antiguo edificio del que iba a ser el Hospital de Pedro Aguirre Cerda, el “Elefante Banco”, pero lo demolieron como pasa siempre en este país que destruyen todo lo que es bello. – Con todo ese material grabado, sumado luego a la muerte de Pedro, ¿nunca pensaste en cambiar el foco del documental y, por ejemplo, hacer algo mucho más biográfico? – No, sabí que por suerte no. Mucha gente cree que el montaje fue lo más difícil, pero fue lo más fácil, me demoré mucho menos de lo que pensé. Lo más difícil fueron las grabaciones porque filmé todo el proceso, ocho años de conversaciones –pero de manera intermitente–, no sabiendo si me iba a servir o no en la película, porque como la soñábamos constantemente… pero cuando fallece Pedro, me di cuenta que no alcanzamos hacer ni un tercio de todas las cosas que queríamos hacer juntos. Pero tenía mucho, mucho material, por eso el documental también tiene esa progresión dramática. Había tiempos en los que pasaba un año sin vernos, después cuando se enfermó no podíamos hacer muchas cuestiones, todo se hizo más complejo. La sensación que se me muriera en el camino también fue súper compleja, porque quedaron cosas por terminar de hacer que nunca pudimos concretarlo. Fue súper frustrante. Pero al momento que me decidí, dije, “ok, es lo que hay”. Reviso el material y me pongo a montar. Tenía muy claro el punto de vista de la película, porque como te decía, tenía la idea de la materialidad, del archivo, la imagen de Pedro, la performance… así que el montaje fluyó muy naturalmente y las cosas decantaron por su propio peso. Nunca tuve la ansiedad ni la pretensión de querer contar todo de su vida. Nunca me pasó eso, por suerte. Si en un momento pensé “estoy haciendo una película de Pedro Lemebel”, y se lo comenté a la Titi Viera-Gallo (montajista), pero nunca me cayó ese peso. Siempre estuve segura de saber qué película quería contar: que Pedro fuera el protagonista. Las otras voces que aparecen son muy puntuales para dar contexto, de hecho, ni siquiera me interesó grabarlas con video, siempre lo hice con audio. No importa que no los veamos, y me gusta eso, que de un poco lo mismo quién habla. Se genera un coro y por lo que dicen tu entiendes de dónde viene el contenido. Fue una apuesta igual. – Cuando vi el documental y me percaté de eso, pensé que era un guiño al Lemebel radial, ya que por mucho tiempo, su imagen era solo su voz. Después, lo interpreté como si, de alguna forma, eran esas voces las que asumían la de él luego de que perdió la propia. – Mira, no fue esa visión, pero la interpretación es preciosa. Cada uno saca su rollo y es lo bonito del cine, como de dónde te conectan las historias, pero la verdad es que fue así porque siempre quise que Pedro fuera el protagonista y que estas voces no aparecieran, además que ninguna fue una entrevista, siempre fueron conversaciones y en donde se escucharan detalles como la taza del café, la fumada de un cigarro. – Esos detalles sonoros aportan mucho en la sensibilidad de la película, sobre todo en las grabaciones con Lemebel. El sonido de cuando se quema el tabaco, el crujir de las sillas y el piso en su casa, los botones de la radio, las cajas de los casetes, todo lo sitúa en un tiempo. – Sí, todos esos detalles fueron pensados para que él fuera el foco. – ¿Sentiste en algún momento, sobre todo ya cuando Pedro estaba muy enfermo, que no iba a alcanzar a ver la película? – No, porque nunca pensé que se iba a morir tan pronto. En un momento sí lo interioricé, ya más al final, porque le da el cáncer y a los dos años lo mata, fue muy fulminante. En esos últimos meses ahí sí pensé que la película la iba a terminar sin él, y eso fue muy heavy. Cuando se muere, dije “chuta, me faltó todo”. Ahí postulo a un fondo, me lo ganó y recién en ese momento entrevisto a sus cercanos, porque recién ahí me pongo a estudiar al personaje, porque todas las grabaciones que hicimos fue algo mucho más cotidiano, de juntarme con un amigo a conversar y hablar de la performance. – ¿Viste el trailer de “Tengo Miedo Torero”? – ¡Me encantó, lo único que quiero es verla! Al Alfredo Castro lo encuentro un súper buen actor y creo que esa es una novela hermosa. Pedro siempre quiso que estuviera en el cine, me acuerdo que lo conversamos. Su sueño era llegar al cine a través de sus textos. Lo hicimos a través del documental y ahora se viene “Tengo Miedo Torero”, y me parece maravilloso que estrenen en Venecia. – Una cosa en común entre las dos películas es la larga data de los proyectos. Tengo entendido que en “Tengo Miedo Torero” Pedro estuvo involucrado en el guión, en la elección de Alfredo Castro como “la loca del frente”. – ¡Sí! Mira, creo que Pedro está moviendo todos los hilos, desde donde sea que esté, para que estos proyectos vuelen alto, porque eso es lo que él quería. Y lo está logrando. Tags #Pedro Lemebel #Lemebel #Joanna Reposi Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. Ultimos Contenidos Rock Noticias El rock se lució en la Semana de la Educación Artística Viernes, 26 de Mayo de 2023 Rock Noticias Celebramos el regreso de The Mars Volta a Chile con pack imperdible Viernes, 26 de Mayo de 2023 Rock Noticias Royal Blood anuncia su cuarto álbum con el single 'Mountains at Midnight' Viernes, 26 de Mayo de 2023 Rock Noticias Carlos Cabezas estrena video con La Banda del Dolor Viernes, 26 de Mayo de 2023 Rock Clásicos Europe Viernes, 26 de Mayo de 2023 Rock Galerias Kraftwerk Viernes, 26 de Mayo de 2023 Rock Noticias 'Devil in Disguise': Rancid presenta nueva canción Jueves, 25 de Mayo de 2023 Rock Clásicos The Cure Jueves, 25 de Mayo de 2023