Álvaro Henríquez: La inmortalidad de un fénix 20 años del debut de Pettinellis Martes, 11 de Abril de 2023 (Publicado originalmente en revista #Rockaxis231, septiembre de 2022) A punto de cumplir 53 años y tras sobreponerse de una complicada situación de salud, Álvaro Henríquez Pettinelli, inspirado y decidido, volvió a colgarse la guitarra para sumar nuevos proyectos a un currículum que no necesita presentación. El líder de Los Tres y cabeza de Pettinellis regresa precisamente con esta banda luego de 20 años desde su disco debut, a estas alturas, de carácter mítico. Todo sobre el insustituible álbum de Pettinellis, el regreso a los escenarios, próximas publicaciones y otras yerbas, en exclusiva con «el jefe de jefes». Cristofer Rodríguez Agosto de 2002. Álvaro Henríquez presenta en sociedad el único e histórico álbum de su nuevo grupo, Pettinellis, llenando el vacío que dejó en sus seguidores el término de Los Tres y renovando y ampliando el público a su paso. La banda ya había mostrado un adelanto en el sencillo ‘Arriba quemando el sol’, presente en el disco “Después de Vivir un Siglo. Tributo a Violeta Parra”, producido por él mismo. El sonido era fresco y tomaba cierta distancia de Los Tres, con una fuerte presencia del teclado Farfisa y guitarras slide más directas y rocanroleras, a diferencia del estilo jazzístico de Ángel Parra. La batería era más concreta y atomizada que la de Pancho Molina, y el bajo más punzante que el de Titae. Pettinellis era un cuarteto de rocanrol vintage, más crudo que el sonido redondo de Los Tres y con elementos que miraban algo más allá de las fronteras del extinto grupo de Concepción, aunque sin abandonar las inquietudes que Henríquez venía mostrando desde sus inicios: la música popular chilena, el folclor y el pop de los años sesenta. Fueron 13 canciones, cinco sencillos, cuatro videoclips, presentaciones en televisión, rotación en radios de manera transversal y dos festivales: Olmué y Viña del Mar. Era Álvaro Hénriquez en plena forma, dando que hablar con su nueva banda, sonando en todas partes, influyendo y marcando pautas. Pettinellis se convirtió en uno de los grandes grupos del cambio de siglo y su único álbum, en un mito sonoro que suma dos décadas de historia. «Este disco lo considero como mi primer trabajo solista; al haberme separado de Los Tres estaba con pocas ganas de hacer música, pero mi naturaleza me hizo componer canciones pensando en un disco», nos cuenta. – Yendo a los orígenes, ¿cómo se te ocurrió armar el proyecto Pettinellis? – La gran influencia y la razón por la cual armé los Pettinellis fue la música de la película “Get Carter” (1971), protagonizada por Michael Caine, película favorita durante años. Eso fue lo que me empujó a formar un grupo. Se me ocurrió armar un grupo con Camilo (Salinas) que destacaba por su destreza en el Farfisa (teclado característico del sonido de Pettinellis). Fue bueno mientras duró. Camilo Salinas tenía solo 26 años cuando se sumó al proyecto. Nacido en Italia durante el exilio de Inti-Illimani, de su padre –el emblemático Horario Salinas– aprendió sobre folclor y música popular chilena, pero muy pronto se nutrió de estudios clásicos para piano. Para el momento de fundación de la banda, ya acumulaba experiencia en rock chileno, grabando con González y Los Asistentes, Mauricio Redolés y Ángel Parra, todos proyectos que de cierta forma se vinculan con Henríquez. El encuentro fue más natural de lo que se podía imaginar, sumándose incluso a las grabaciones del último disco de Los Tres con su formación original, “La Sangre en el Cuerpo” (1999), y la gira de despedida del grupo. – Has dicho en algunas oportunidades que fueron buenos años los del tándem musical Henríquez/Salinas. ¿Qué era lo mejor de esa dupla? – Bueno, el talento de Camilo y además que éramos muy amigos, seguimos siendo amigos cercanos. Creo que de alguna manera, él se sincronizó con lo que yo también estaba pensando, con el estilo de música que quería darle al disco de Pettinellis. Camilo también toca cueca, es un músico que puede tocar muchos estilos. Así que por eso con él nos empezamos a juntar e hicimos ‘Hospital’. Un gran talento. – Fue muy sorpresivo el uso del Farfisa en la música de Pettinellis. ¿Crees que sentó un precedente para otras bandas? – Claro, pero eso lo tienen que decir los historiadores. Imagino que habrá sido algo novedoso porque la gente enganchó muy bien, pero no sabría decirte cuál va a ser el impacto de ese Farfisa en la historia de la música chilena (ríe). – ¿Cómo se conformó la dimensión estética ítalo/chilena del disco? Está presente en el ‘Himno Internacional del Liguria’, por ejemplo, pero también en la película “Sexo con Amor” (2003) de Boris Quercia. – También ayudó a crear esa sonoridad Camilo Salinas con su Farfisa. Camilo vivió en Italia y coincidía con la música o el swing italiano de Renato Carosone y Louie Prima. El correlato con Boris existió porque trabajamos juntos en su película, se creó música para contar una historia, se juntaron expresiones artísticas. Con el Liguria no hay un correlato artístico. Pensé también que casi toda mi carrera había sido Álvaro Henríquez y ahora quería darle crédito al apellido de mi madre, el lado Pettinelli de mi familia. No se va a saber «En esos años se produjo la muerte de mi padre (Fidel Henríquez), por eso es un disco más bien de luto. Eso sumado a la llegada de la persona que yo más quiero en la vida, que es mi hija Olivia, da como resultado luz y sombra. El disco está también dedicado a ella». La década de los noventa quedaba atrás junto al primer capítulo de la transición a la democracia. Los sellos discográficos caían en picada y el cambio de milenio paría a una juventud más inquieta y politizada que la anterior. En cierta medida, los inicios de la década del 2000 son de un duelo de un pasado medianamente estable y de paso a una época un tanto más incierta. Los Tres se acababan y Los Prisioneros regresaban. Falleció el padre de Álvaro, pero nació su pequeña hija Olivia. El clásico estilo oscuro, pero irónico (“triste/feliz”, como se refiere María de Los Ángeles Cerda en su libro La Espada y la Pared) de componer de Henríquez se cristaliza en un disco lúgubre y luminoso. Oscuro en su estética y brillante en sus sonoridades. «‘Hospital’ se me ocurrió de la nada. La hice en mi casa una mañana, la letra y la música, y Camilo colaboró en la música. “A ver, ¿de qué puede hablar esta canción al final?”. Tenía el título –‘Hospital’–, y ahí empecé a hacer esa historia sobre el cáncer», cuenta Álvaro sobre el primer single del disco y que acaparó titulares por una enfermedad, entonces, todavía tabú. – Los Ángeles Negros y el Pollo Fuentes se perciben muy claramente en ‘Hospital’. ¿Cómo fue el proceso de componer mirando a esos referentes? – Cuando hice la canción, con la colaboración de Camilo, quería una sonoridad como la de Los Ángeles Negros, y mi forma de cantar en ese tema está influenciada por David Bowie y José Alfredo Fuentes. En todo eso me inspiré porque sentía que le daba el carácter único. – Ya que hablas de Bowie, hay también un sonido muy anglo, pero estadounidense. El impacto que la música de los años sesenta tuvo en el disco se nota en aspectos sonoros, que recuerdan a “Pet Sounds” y la dupla Wilson/Spector. – Siempre ha sido parte fundamental de mi discoteca Brian Wilson y Phil Spector por su forma de grabar y de arreglar los discos. Tuve el gusto de trabajar con Gonzalo González, un excelente ingeniero y con él sacamos ese sonido que yo quería para el disco. – ¿Y las “cuecadélicas”? – Apliqué algunos cambios a la cueca tradicional en métrica, melodías y distinta instrumentación, con eso nacieron las cuecadélicas que son cuecas, pero no tradicionales, influenciadas por mi gusto por la música psicodélica de los sesenta. – ¿Cómo surge la idea de ‘Ch bah puta la güeá’? – Empecé a experimentar con una Electribe, que es una batería electrónica. Me gustaron algunos beats y los incorporé a la canción. Este tema partió como ‘Sinfonía de alarmas’; grabé una base que coincidiera con el ritmo de las alarmas de los autos de los noventa, eso después lo deseché y le agregué la música y la letra que está inspirada en una conversación en el baño turco que decía textualmente: – Esta mujer que tengo, quiere que le regale el depto y el auto… – Ch bah puta la güeá, ¡cómo tanto! – ¿Tenías experiencia previa con la música electrónica? – Conocía música electrónica por Meme (Emmanuel del Real) y Julieta Venegas, con ellos aprendí algo, además de mi amistad y frecuencia con que nos veíamos con Jorge González que estaba en esa escena, pero nunca había hecho algo electrónico. Esta canción fue de las últimas que se agregaron al disco, no estaba en la lista original. – ‘Niña’, al igual que ‘Hospital’, también cuenta una historia trágica y, como ‘Ch bah puta la güeá’, fue algo polémica en su letra. ¿De dónde surge esa idea? – ‘Niña’ está hecha para una exnovia. «No hables con tu madre, estás media borracha». Así fue. Pero ‘Niña’ también tiene que ver con todas estas cosas medio psicopáticas, con el papá que quiere aprovecharse de la hija, todo ese rollo de violencia intrafamiliar. La vida que vendrá La cuarta noche del Festival de Viña del Mar de 2004 tuvo un broche de oro. El exitoso show de Pettinellis cerraba con una deuda histórica: la primera vez que ‘El pueblo unido’, himno político y popular devenido en patrimonio nacional, original de Sergio Ortega y Quilapayún, se escuchaba en el escenario más importante de todos. «Recuerdo que fue una presentación sólida, donde invité a Titae a que tocara con nosotros en un par de temas. El momento cúlmine fue la interpretación de ‘El pueblo unido’, canción que jamás se había tocado en el Festival de Viña”, recuerda Henríquez. – Tal vez es menos clara que la influencia del rock de los sesentas y la música italiana, pero en el disco se percibe un influjo de la Nueva Canción Chilena, desde la portada (fotografía de Antonio Larrea) hasta el cover de ‘El pueblo unido’ en Viña. ¿Cuál era tu relación con la Nueva Canción Chilena entonces? – Tuve la suerte de conocer a Ángel Parra padre y a Isabel Parra, soy también gran admirador de Quilapayún, Inti Illimani, Víctor Jara y por supuesto de nuestra gran Violeta Parra, toda esa influencia se traspasa en las composiciones y la estética, inevitablemente. A dos décadas de su aterrizaje en la escena nacional, las canciones de ese disco volverán a presentarse en vivo en un retorno a los escenarios. El encuentro está programado para el viernes 18 de noviembre en el Teatro Coliseo, mismo lugar escogido hace unos años para el histórico doblete de aniversario del álbum “Fome”. El regreso de Pettinellis también ofrecerá un nuevo disco, que rescatará viejas canciones, maquetas y temas inéditos. Aún sin fecha, una de las sorpresas es la versión en estudio de ‘El pueblo unido’. – Se reúne Pettinellis para un show en el Teatro Coliseo y, tal vez, una serie de conciertos. Es una noticia muy esperada por los fanáticos. ¿Cómo viene ese show? – Estamos preparando algunas presentaciones para este año con un elenco 2022. Yo voy a estar, no se preocupen. Sentí que había mucha efervescencia con Pettinellis y que había un público muy fiel y fanático. Ha sido excelente el retorno a las canciones de Pettinellis. Va a sonar bien, ¡va a estar buenísimo! Estoy muy contento de volver a tocar temas de los Pettinellis. – ¿Por qué no hubo otro disco de Pettinellis? – Tenía algunas canciones, pero al final no terminó bien eso. Así que, como lo dije antes, fue bueno mientras duró. – Costó años reeditar el disco, también. – Habría que preguntarle a la gente del sello por esa demora. Es un disco que no se trabajó en México, por ejemplo. Aquí en Chile fue un éxito. La vida que yo he pasado Siempre escribiendo y componiendo canciones, uno de sus últimos proyectos es una autobiografía, sin fecha de publicación aún, pero con mucho interés en desarrollarlo prontamente. Es sabido que parte importante de la vida de Henríquez es un misterio que guarda celosamente. Natural, de un compositor que sufrió acoso de la prensa en distintos momentos de su carrera. Un proyecto interesante y que se sumaría a una cada vez más abultada bibliografía sobre Los Tres. Del mismo modo, la carrera de Álvaro aún tiene deudas por cumplir. Sucesos que no han sido abordados adecuadamente por la crónica y la investigación, como por ejemplo, la emblemática Yein Fonda que acaba de cumplir un cuarto de siglo el año 2021. «La idea era celebrar no solo el folclor chileno, sino también latinoamericano. Había tango, mambo, chachachá. Realmente siento mucho orgullo por La Yein Fonda, porque en el fondo resultó lo que había imaginado en algún momento». Un recuerdo que tiene tintes agridulces, pues después de años de actividad (con algunas pausas) y tras la pandemia que los obligó a la telerrealidad, este año no se presentará en vivo por asuntos vinculados a la gestión del evento. «A la gente le encantaba ir porque un punto importante es que la fonda tenía música en vivo, unas ocho horas tocando con músicos de verdad. Sin música envasada salvo en los intermedios, el fuerte siempre fue el en vivo y con artistas importantes como Tommy Rey o Los Viking 5», comenta. – ¿Cómo surge la idea de hacer La Yein Fonda? – La Yein Fonda fue un carril mío. Cuando pasábamos por algún sitio eriazo con mi gran amigo Don Roberto Parra en los días de La Negra Ester, él me decía «con esta lonjita de terreno que nos pasaran, Alvarito, hacemos una fonda y nos vamos miti mota», siempre me decía eso. Más adelante cuando propuse hacer una fonda todos me miraban como si estuviera loco. Cuando me preguntaron cómo se iba a llamar, en el acto dije "Yein Fonda". Así partió con una serie de eventos afortunados, por ejemplo, no sé cómo la mánager se consiguió la Plaza Ñuñoa, eso fue increíble. – ¿Cuáles son tus mejores recuerdos de La Yein Fonda en estos 26 años de historia? – Han sido tantos, realmente son muchos. Hay momentos inolvidables con Café Tacvba, Jorge González, Miguel Tapia, Los Bunkers –con quienes hicimos ‘Last train to London’–, Illapu, Quilapayún. Tantas cosas entretenidas que pasaron ahí que recuerdo con mucho cariño, al igual que la amistad con Pepe Fuentes, María Esther Zamora, Rabanito, Iván Cazabón, Rafael Traslaviña y Pollito González, pianista que tocaba con Los Chileneros que grabó con nosotros en la fonda. Recuerdo también la primera vez que fue a tocar el Macha con Chico Trujillo, fue un escándalo. En ese tiempo no eran tan conocidos como ahora y les fue excelente, toda la gente vibrando con la música, todo pasando. – ¿Cuál crees que ha sido el gran aporte de La Yein Fonda a la cultura chilena? – Inmenso porque se logró generar una identidad clara tanto en la música como en nuestra postura, fue como una política interna invitar a los viejos, tocar con ellos. Me acuerdo que en una ocasión estuvo Paparra (Ángel Parra padre) que cantó unas cuecas, después llegó improvisadamente el Gato Alquinta con todos Los Jaivas y me decían «¿Qué tocamos? ¿Cuecas? Ya, poh». Era divertido porque, los primeros días yo decía «¿llegará gente o no?». El primer día parecía no llegar tanto público, pero pasadas las 10:30 empezó a llenarse, y aparecían huasos son sombreros, espuelas y todo, y se ponían a bailar sin cuestionar nada, estaban felices. Sin duda es un gran evento cultural La Yein Fonda. – Con Los Tres se encuentran en la gira Rarezas, que compila canciones poco habituales en sus repertorios, incluso en la década de los noventa. ¿Por qué volver a esas canciones? – Eso surgió porque estaba la idea de hacer un espectáculo con un contenido, con un concepto. Entonces, ¿qué concepto podría ser? ¡Rarezas! No habíamos hecho nunca esto de tocar canciones que no interpretamos habitualmente, las que grabamos y después ahí quedaron. Así que está bueno eso, muy entretenido. – ¿Cómo ha reaccionado el público a estos shows? – La reacción de la gente ha sido muy buena, muy respetuosa, por un lado, y muy efervescente, con ganas de cantar, con ganas de escuchar también. Ha sido súper buena la recepción, el público acá en Chile es buenísimo, es un gran público que siempre ha estado ahí apoyando y cantando las canciones. – Nos interesa preguntarte algo más actual, para terminar. ¿Estás escuchando algún disco que nos puedas recomendar? – Lo que estoy escuchando mucho son cuecas: Los Guatones de Oro y las Cuecas Chimbirocas, ahí canta Pepe Fuentes y Jorge Montiel, las escucho todos los días. Escucho también a Patio Solar, al grupo inglés Yard Act, al guitarrista George Barnes, que es medio swing y rockabilly. Un grupo nuevo que también me gusta mucho se llama The Lazy Eyes. Eso es más o menos lo que últimamente he estado escuchando a diario. Álvaro se encuentra con ganas de continuar haciendo música. A los próximos conciertos se suman proyectos discográficos y recopilatorios. Es bueno verlo en forma nuevamente. «Quiero mandarle un gran saludo a la Rockaxis y a toda su gente, larga vida a Rockaxis». Saludos de vuelta, Henríquez. Tags #Álvaro Henríquez #Pettinellis #Los Tres # Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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