Iron Maiden: el eterno resplandor de una doncella

Histórica noche en el Movistar Arena

Martes, 15 de Octubre de 2019

Lunes 14 de octubre, 2019
Movitar Arena

Y finalmente el gran momento llegó. Esa noche tan esperada que nos transportaría mediante una imaginaría máquina del tiempo a 1985, para hacernos sentir como si estuviéramos en el mismísimo Long Beach Arena para la grabación del fundamental y seminal “Live After Death”, con un Movistar Arena colmado a su máxima capacidad. Desde su accidentado debut en Chile en 1996 en el Teatro Caupolicán que no se presentaba la oportunidad de tener a la Doncella tan cerca en un recinto más reducido que se transformó en una verdadera caldera humana, en una olla a presión a punto de explotar.

Pero antes estaban los invitados de piedra, el grupo de metalcore melódico The Raven Age, que con una corta carrera sobre sus espaldas con dos discos más un EP y sin ningún trabajo que haya sido aclamado por la crítica, realmente tendría pocas probabilidades de telonear a un grupo del nivel gigantesco de Maiden, pero como cualquier padre lo haría, Steve Harris apoya a su hijo guitarrista George tal como lo hizo en su momento con su hija Lauren a quien también trajo como acto de apertura en una de sus giras, pero al menos su banda legó un tremendo guitarrista como Richie Faulkner para Judas Priest. Con 50 minutos de actuación, lo que comenzó con entusiasmo y un buen sonido general, con el correr de los temas se transformó en monotonía, con la banda tocando ocho cortes de su reciente disco “Conspiracy” (2019), donde se rescatan un par de temas interesantes con cierto desarrollo progresivo como lo fueron ‘The Face that Launched a Thousand Ships’ y ‘Grave of the Fireflies’, incluso con el cambio de vocalista con Matt James tomando el puesto de Michael Borrough (a quien vimos en su anterior visita con Maiden), el grupo perdió fuelle e impacto y a pesar de tener potencia, groove y melodía en su música, las canciones no tienen esos ganchos que las transformen en temas memorables y recordables, por lo que su actuación fue correcta sin más.

Diez minutos pasadas las 21.00 hrs; finalmente se apagan las luces y se desata la locura con las pantallas mostrando algunas secuencias del video juego “Legacy of the Beast” que le da además el nombre a la actual gira que se desarrolló durante el 2018 y 2019, siendo los dos conciertos en Santiago los últimos de este tour mundial. Sabido es que cuando Maiden inicia una gira, el setlist de canciones no sufrirá modificaciones por lo que no habrán sorpresas en esa materia, pero a pesar de ello, el ambiente estaba cargado al máximo de pura adrenalina y expectación. Con el discurso de Churchill se da el vamos y con ese “never surrender” final retumbando por los parlantes, ‘Aces High’ literalmente toma vuelo y ya tenemos al sexteto disparando su artillería sobre el escenario mientras el el cazabombarderos Spitfire vuela por sobre las cabezas en un arranque demoledor y de alto impacto. El redoble de los tambores de McBrain introduce la genial ‘Where Eagles Dare’ y esa es otra de las características relevantes de este show: el tener la oportunidad de presenciar varios temas que por primera vez son interpretados en Chile. ‘Two Minutes To Midnight’ sigue poniendo de cabeza al recinto, donde en la cancha costaba respirar pero se disfrutaba de un buen sonido, definido y con presencia sobre todo en los tambores de Nicko, que siempre se las arregla para sorprender con nuevos quiebres y fills, además de su clásica técnica del ‘pie veloz’ rellenando los espacios veloces de las canciones que piden doble bombo, todo ejecutado con una precisión y pegada realmente notable.

Iron Maiden: el eterno resplandor de una doncella

Tras cartón, el gran Bruce Dickinson saluda a la audiencia y como si estuviera sincronizado con el público, justo cae una bandera con el lema “just to be free” que tenía mucha relación con el discurso de presentación del siguiente tema: la enorme ‘The Clansman’ canción que alcanza un nivel superior gracias a la interpretación del espadachín, lo mismo ocurre más adelante con otro tema de la era Bayley, la monumental ‘Sign Of The Cross’. Con ‘The Trooper’ Eddie hace su primera aparición sobre el escenario y se bate en un duelo de espadas con Dickinson, mientras un inagotable y sonriente Steve Harris recorre todo el frontal del proscenio de un lado a otro, aniquilando cabezas con su bajo y con una cara de satisfacción de estar realmente disfrutando su actuación, con ese brillo en los ojos donde se ve reflejada la emoción del público que se deja la piel y el corazón cantando junto a Bruce.

Con ‘Revelations’ toda la escenografía de guerra que lucía el escenario cambia para transportarnos a una gran catedral donde Eddie domina el lugar desde los vitrales, canción que nos permite comprobar una vez más toda la elegancia y perfecta ejecución de esa dupla dorada como los son los incombustibles Adrian Smith y Dave Murray encontrando su contrapunto melódico con la estridencia más agresiva de Janick Gers, para atacar con una tremenda ‘For the Greater Good of God’, que sonó como un verdadero clásico viendo la reacción del público y que pertenece al gran disco “A Matter of Life And Death” (2006), que fue presentado en su momento solo en Europa y Norteamérica. Tras una masiva y coreada ‘The Wicker Man’, otro himno que nunca había sonado en Chile como ‘Flight of Icarus’ fue otro momento inolvidable, con ese Ícaro gigantesco que recibe las llamas lanzadas por Bruce para finalmente terminar ardiendo por acercarse demasiado al sol, en un efecto genialmente logrado. Maiden se niega tajantemente a incorporar una gran pantalla led de fondo y siguen utilizando atrezos y telones que le dan un aspecto mucho más dramático y teatral al show, con un Dickinson cambiando de vestuario en cada canción, y recién ahora nos enteramos que el vocalista sufrió un corte del tendón de Aquiles y que debió operarse pocas semanas antes del inicio de esta segunda parte del tour, por lo cual evidenciaba una leve cojera, pero que no le impidió comerse el escenario con una performance estelar y cantando en un grandísimo nivel. ‘Fear of the Dark’, ‘The Number of the Beast’ y ‘Iron Maiden’ con la presencia del Eddie más maléfico de su historia y sus grandes cachos demoníacos , fueron el aplastante cierre con tres de los himnos más enormes de la Doncella, pero sólo hubo que esperar un par de minutos para que esa gema melódica de ‘The Evil That Men Do’ volviera a incinerar el lugar, para rematar con una epopéyica ‘Hallowed Be Thy Name’ con un Dickinson encarcelado y mostrando la horca que espera al condenado del que habla la canción, para rematar todo, con una aplastante ‘Run to the Hills’ donde se podía sentir en la cara el calor de las llamas y de la pirotecnia final, cerrando una noche monumental donde fue un gran acierto meter toda esta fastuosa producción en un lugar como el Movistar Arena que nunca perdió su punto de ebullición, gracias a un listado de canciones pletóricas con parte de lo verdaderamente mejor del catálogo de Maiden.

Con una banda en perfectas condiciones, con su alineación dorada intacta y con un estado de forma aplastante sobre el escenario, el futuro de la Doncella promete seguir entregándonos alegrías pues el propio Dickinson dijo en una entrevista reciente que podrían hacer otra gira “Legacy” cambiando completamente el repertorio, y por otro lado, los rumores indican que la banda ya ha grabado un nuevo disco de estudio en París a comienzos de año, y que podrían realizar una gira bautizada como “Legions Of Metal Tour” junto a Judas Priest y Testament y más bandas por confirmar, por lo que Maiden hay para rato, sobre todo después de vivir una noche épica de pura gloria hasta las lágrimas. Fue este el mejor concierto de Maiden en Chile? Probablemente. Fue el más emotivo? Seguro que sí!

Cristián Pavez
Fotos: Peter Haupt

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