Queensrÿche: inolvidable por todos sus costados Punto alto en un fin de semana lleno de hard rock en Santiago Lunes, 19 de Mayo de 2008 Domingo 18 de mayo, 2008 Teatro Teletón Era demasiado perfecto y maravilloso para ser cierto. Por un fin de semana, Santiago se convertiría en el paraíso soñado para cualquier fanático del hard rock y el metal que haya abrazado esta música en los 80, y para todas las generaciones que lo hicieron después. Primero tendríamos una noche de sábado de gala con Whitesnake que venía a presentar su flamante y excelente nuevo disco editado sólo 20 días atrás, para rematar con una tarde de domingo de lujo con el histórico y largamente anhelado debut en Chile de Queensrÿche, una de las bandas más originales, preciosistas y con contenido en la historia del rock. En el papel todo era miel sobre hojuelas, pero nadie tiene la vida asegurada, ni siquiera una leyenda como Mr. Coverdale, quien, como ya todos sabemos, se enfermó y tuvo que cancelar el show a último minuto. En el hotel Sheraton, conversando con los músicos de la banda y el tour manager, realmente pudimos comprobar que Coverdale no estaba en condiciones de levantarse de la cama para hacer el show, ya que el virus que lo atacó le provocó una sinusitis y una infección en toda la zona de la garganta, además de dolores en el pecho y problemas respiratorios. Realmente los músicos parecían leones enjaulados, frustrados y tristes por no poder tocar; haciendo la comparación futbolera, esto es como entrenar toda la semana y después no jugar el domingo. Al menos el virtuoso guitarrista Reb Beach prometió una visita para octubre próximo con su banda Winger (en una gira sudamericana donde abrirían para Ratt). Sin duda, todo ello ponía una cuota extra a las ya altísimas expectativas que generaba el show de Queensrÿche, muchos buscaban aquí el consuelo y la revancha por lo que pasó con Whitesnake; sin duda un gran concierto de los de Seattle podría hacer olvidar esa pena, pero también estaba el hecho que este grupo era esperado en nuestro país desde hace muchísimos años, era un sueño para todos sus fans, y para los amantes del rock en general que admiran la suprema maestría de un grupo que siempre ha cosechado grandes elegíos por sus perfeccionistas performances en vivo. Esa era el contexto entonces, que rodeaba la previa de una visita histórica, que por primera vez en sus 27 años de carrera, pisaría un escenario nacional. Con el staff de la radio Futuro, encabezado por el afable Carlos Costas y acompañado por una verdadera eminencia en materia de sonido, el gran ingeniero nacional Hernán Rojas (que en los 80’s trabajó en importantes discos de grupos como Kiss y Fleetwood Mac entre otros), quienes serían los encargados de transmitir todos los pormenores del show a través de la radio y con unos 2.000 acérrimos fans que llegaron al siempre cómodo Teatro Teletón (ojalá se hicieran más conciertos de rock en este lugar, de hecho escuché varios comentarios que pedían que el próximo show de U.D.O. se haga aquí mismo), se dio inicio puntalmente a las 19.00 horas al show de Queensrÿche. Se apagan las luces y por los parlantes suena la pista de introducción de ‘Best I can’, el track de apertura del imprescindible y sensacional “Empire” de 1990, a estas alturas, todo un inmenso clásico de la historia del rock. La banda en pleno ingresa al escenario y con los fans recitando cada palabra de la introducción, estalla el tema para confirmar que por fin Queensrÿche es una realidad en Chile. Una interpretación precisa y un sonido realmente impecable y de primera calidad, nos sirven en bandeja de plata a un grupo espectacular en vivo. Bastó sólo una canción para comprobar y corroborar absolutamente todos los pergaminos de la banda. Sin duda, un inicio demoledor e impactante, que dejó a todo el público enganchado de inmediato. Tras un pequeño discurso de Geoff Tate, donde nos decía que tras una larga espera la banda por fin estaba en Chile, el baterista Scott Rockenfield le informa al frontman de algún desperfecto en su equipamiento. Tate se acerca al baterista y tras informarse de lo que sucede, vuelve al micrófono y anuncia que por un problema técnico, el grupo se ausentará unos minutos del escenario. Fueron alrededor de 20 minutos que se hicieron una eternidad, sobre todo considerando el tremendo inicio del show. ¿Qué pasó? Al contrario de lo que todo el mundo pensaba, el problema no era con la batería de Rockenfield, sino en el computador Mac que el baterista utiliza y desde el cual activa algunas orquestaciones y secuencias presentes en algunos temas de la banda. La explicación me la dio el propio Rockenfield después del show en el backstage y lo que pasó fue que el computador colapsó porque se quemó el transformador de corriente, recordemos que en USA la corriente es 110 volts y acá usamos 220, entonces los técnicos trajeron un segundo Mac de respaldo y el transformador del equipo volvió a saltar, lo que obligó a la banda a hacer un cambio de emergencia en el set list previamente preparado, quedando temas como ‘Anybody listening?’ y ‘Silent Lucidity’ fuera del set regular, ya que en esos cortes hay orquestaciones de violines y chelos por ejemplo, siendo esta la única y exclusiva razón de por qué la banda debió acortar su actuación en aproximadamente 25 minutos, completando 90 minutos de concierto de las 2 horas pauteadas. Al final de esta crónica podrán ver todo el detalle del set list y las canciones que quedaron fuera del show, así como también, qué nuevos temas el grupo decidió incluir para compensar esa lamentable incidencia. Volviendo a la música y tras la pausa, el grupo volvió con todo con una impecable versión de ‘NM156’ del álbum “Warning” de 1984. Ya en esos tiempos pretéritos (o de la “edad de piedra” como bromeó el mismo Tate por la longevidad del grupo), Queensrÿche ya hablaba de las guerras tecnológicas donde los humanos sólo serían un dato estadístico alojado en el código binario de un microchip. El repaso al disco de material original más reciente de la banda llegó con una dupleta de temas de “O:M-II”, del cual interpretaron ‘Hostage’ y ‘The hands’ que sonaron impecables, y que ya a temprana hora del show demostraban toda la clase de una banda incomparable: sin duda Scott Rockefield tiene la técnica heredada de Neil Peart, pero lo suyo va más allá de eso, lo suyo es sorprender con patterns y beats de batería realmente originales, que suenan únicos y poderosos al lado de esa auténtica bestia que tiene al lado en el bajo de Eddie Jackson, el tipo es imperturbable en el escenario, pero cuando uno ve y escucha lo que toca y cómo lo toca, queda simplemente rendido ante su riqueza de tono, lleno de un sustain muy profundo, pulcro, y preciso, conformando una sección rítmica simplemente de auténtico lujo. El tándem de guitarras de Michael Wilton y Mike Stone, es otro punto altísimo de la formación de Queensrÿche. Las twin guitars heredadas de Maiden y Judas, nunca han sonado mejor que en las inspiradas manos de estos tipos, y aunque siempre uno recordará la elegancia y sofisticación del grandioso Chris DeGarmo sobre el escenario (además de sus notables armonías vocales), hay que ser justos y decir que Mike Stone se ha acoplado muy bien a la máquina de precisión que es Queesnrÿche en vivo, estando realmente a la altura de las circunstancias y exigencias que implica el tocar en una banda con el nivel de excelencia de los de Seattle. Y delante de toda esta riqueza instrumental e interpretativa (que jamás cae en el abuso del virtuosismo ni en la autoindulgencia técnica), esta el gran, el impresionante, el superlativo Geoff Tate. ¿Qué adjetivo o descripción se puede usar en esta situación que realmente haga justicia a la grandiosa calidad de este auténtico monstruo de la voz? Tate no solamente es un grandísimo cantante, llegando a todos los agudos tal como hace 20 años atrás, sin hacerle el quite a ninguno, sino que además dictó cátedra de frontman; cómo interpreta, cuánto corazón pone en cada nota, como seduce y trastorna a la audiencia, como gesticula, como histrioniza cada letra, sintiendo realmente lo que canta, e incluso va más allá y cuenta historia y diálogos realmente interesantes y llenos de contenido cuando habla con la audiencia. ¿Repararon en cómo se escuchaba la voz de Tate cada vez que hablaba con la gente? ¿Esa grandilocuencia, ese poder que emanaba de su garganta? ¿Percibieron como todo el mundo se quedaba en absoluto silencio para escuchar con total detenimiento y concentración cada cosa que Tate relataba? Realmente este tipo es un vocalista atípico en la historia del metal y su estilo es único e irrepetible, sin duda es un grande de todos los tiempos, y se ha ganado con justo derecho su espacio en esa pequeña parcela donde sólo tienen cabida las leyendas: Dickinson, Halford, Dio, Coverdale y por supuesto, el gran Tate. Toda esa maestría cobró una dimensión sideral cuando el grupo interpretó la primera balada de la noche, la fantástica ‘Bridge’ del álbum “Promised Land” de 1994. Un gran y emotivo tema con una letra de una profunda naturaleza humana precedida por una gran introducción de Tate, que realmente parecía tocar el alma y el corazón de cada uno de los asistentes al show con sus palabras. Hace mucho tiempo atrás, los críticos bautizaron a Queensrÿche como el metal para el hombre pensante, y que me perdonen Fates Warning y Dream Theater, todos mis honores para ellos, pero los padres/reyes del metal progresivo sin duda son los de Seattle desde su aparición en la escena en 1981, su calidad musical y lírica siempre ha estado un peldaño más arriba y nadie más que ellos fueron los precursores de este subgénero, casi sin darse cuenta, escribieron la Biblia del estilo y mostraron que el metal no tenía límites en cuanto a experimentación y contenido. Una gran versión de ‘Another rainy night (without you)’ cantada por todo el público, incluyendo las melodías de guitarra, siguió con el gran nivel de un concierto que nunca decayó en intensidad o excitación, más aún cuando otra genial intro de guitarras gemelas desembocó en el paroxismo de ‘Walk in the shadows’ de esa obra maestra adelantada a su tiempo que es el álbum “Rage for Order” de 1986. Pero incluso los más grandes pueden ser agradecidos, los más grandes nunca dejan de ser humildes y Queensrÿche lo demuestra dentro y fuera del escenario, y con palabras sentidas homenajearon a una de sus grandes influencias, los Black Sabbath de la era Dio y un apabullante ‘Neon knights’ remeció los cimientos del Teatro Teletón. La siguiente fue una de la rarezas de la noche: ‘Last time in Paris’ una canción de la era de “Empire” pero que salió editada como un single y no formaba parte del disco. En este momento Geoff Tate dijo que las palabras y las letras eran muy importantes en una canción, sobre todo para una banda como Queensrÿche, pero que a veces también se podía escribir alguna mierda rápida en 5 minutos, aludiendo al contenido lírico de la canción que, de verdad, no dice nada especial, pero que musicalmente, tiene toda la onda y sonido de “Empire”. Tras cartón, cayeron una secuencia de temas del mejor disco conceptual en la historia del metal, sin duda hablamos de “Operation: Mindcrime” y ‘Braking the silence, ‘I don’t relieve in love’ y ‘The needle lies’ (esta última agregada como compensación por los temas que debieron sacar por el problema con el computador, y que no fue tocada ni en México, ni en Brasil ni en Argentina), dejaron a todo el mundo con el corazón en la mano, llegando el show a su máxima intensidad, para rematar al público en el suelo con dos geniales y titánicas versiones de ‘Jet city woman’ (precedida por otra brillante introducción verbal de Tate) y la marcial y enorme ‘Eyes of the stranger’, es decir, un clásico tras otro, sin anestesia y que pusieron a todo el mundo de cabeza. Con esto el grupo se despidió, para al cabo de unos minutos, volver con un doble encore con la aplastante ‘Lady wore black’ del primer EP de la banda de 1983, y tras unas sentidas palabras de agradecimiento de Tate, donde se mostró realmente emocionado y conmovido por la efusividad y devoción del público local, dando las gracias por tantos años de espera sin perder la fe de tener a Queensrÿche en Chile, el grupo se despidió con una versión monolítica de ‘Take hold of the flame’. De lo bueno poco dice el refrán y 90 minutos de Queensrÿche nunca serán suficientes. El público en estado de shock total no se movía de su ubicación y pedía el regreso de la banda a grito pelado: Se encendieron las luces, comenzó la música de fondo y ya todo había concluido, pero 20 minutos después y con los roadies desconectando todo el backline de sonido, el público seguía inamovible, exigiendo el regreso de la banda al escenario. Fue tanta la pasión y la fidelidad del público que la producción habló con el manager de la banda para solicitar que el grupo regresara al escenario. Sin duda estábamos ante una escena y una situación totalmente inusual para un show de rock, y como los gritos y la euforia no cesaban, finalmente Michael Wilton, Mike Stone y Geoff Tate, quienes incluso ya se habían cambiado de ropa, volvieron al escenario para interpretar una inédita y desnuda versión de ‘Silent lucidity’ en formato de trío, en un gesto de gratitud hacia los fans y como una pequeña compensación por el problema del computador que había obligado a dejar fuera del set algunos temas. Claramente, lo que allí se produjo fue de ensueño, con todas las luces encendidas y con todo el mundo cantando las melodías de violín de la versión original, logrando un momento mágico e irrepetible que ya está en Youtube como una las rarezas más preciadas por los fans. De esta forma, la deuda fue saldada con creces, y Queensrÿche demostrá con un show de un nivel lisa y llanamente aplastante, todo lo que pesa su nombre en la historia del hard rock y el heavy metal. Hubo que esperar toda una vida, ¡pero por la cresta que valió la pena! Como reflexión final me quedo con las palabras que me mencionó Hernán Rojas en el backstage del show: ‘un concierto técnicamente perfecto y un grupo individual y colectivamente deslumbrante; me quedé con las ganas de escuchar mucho más Queensrÿche”. Y con esas mismas ganas nos quedamos todos, ojalá no tengamos que esperar otros 27 años para que regresen y como confidenciaron los propios músicos, ya les ofrecieron hacer una gira sudamericana el proximo año con todo el espectáculo y producción del “Operation: Mindcrime” y tocar el nuevo disco completo (aún sin título), que sale en febrero próximo, que según el propio Michael Wilton suena fabuloso, con un gran balance entre lo heavy y lo progresivo. Como ven hay Queensrÿche para rato. Por si a alguien no le quedó claro, un show sencillamente INOLVIDABLE. Cristian Pavez Tags #Queensrÿche # Queensrÿche # Queensryche # Queensrych # Geoff Tate # Chris DeGarmo Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. Ultimos Contenidos Rock Noticias Turnstile fija su regreso a Chile Martes, 05 de Diciembre de 2023 Rock Shows slowdive: de frente al ruido Martes, 05 de Diciembre de 2023 Rock Clásicos Gustavo Cerati Martes, 05 de Diciembre de 2023 Rock Clásicos Paul McCartney and Wings Martes, 05 de Diciembre de 2023 Rock Noticias Eric Clapton anuncia su regreso a Sudamérica Martes, 05 de Diciembre de 2023 Rock Galerias slowdive Martes, 05 de Diciembre de 2023 Rock Noticias Concurso: Los Jaivas en la Quinta Vergara Martes, 05 de Diciembre de 2023 Rock Clásicos Led Zeppelin Martes, 05 de Diciembre de 2023